Giancarlo Peralta
Dina Boluarte y el eje del mal
La izquierda radical intenta recuperar el control del país
Este 19 de julio confluyen todos los movimientos de izquierda y quienes quieren mantener su cuota de poder, desde el senderismo más infame hasta el vizcarrismo. La subversión promotora de la violencia hace décadas que arrió sus banderas revolucionarias para izar las del narcotráfico y la captura del poder para acabar con la democracia e implementar un eterno gobierno de la corrupción, como ocurre en Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Argentina. En algunos de estos países, con apariencia democrática, emergen siempre de procesos electorales los candidatos que aseguran la continuidad del régimen de gobierno; es decir, todo cambiará para que, en realidad, nada cambie.
En los años noventa del siglo XX, José Portilllo, ex jefe de la ONPE, alcanzó popularidad con la frase “papelito manda”. En 2016, Pedro Pablo Kuczynski fue electo presidente tras decretarse la inamovilidad de los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional; es decir, más de 300,000 ciudadanos uniformados fueron impedidos de ejercer su voto. Y según las encuestas que se habían realizado a la familia militar, el por entonces candidato Kuczynski no obtenía el respaldo de este segmento de la población electoral, distorsionándose el resultado final de la elección.
En 2021 el resultado del proceso electoral estaba definido desde antes de llevarse a cabo el escrutinio. Recordemos que la plancha presentada por Perú Libre estaba incompleta; sin embargo, el JNE –presidido por José Salas Arenas– le dio su bendición y de no aparecer en los sondeos de opinión, repentinamente logra hacer su ingreso a la segunda vuelta electoral. Por supuesto, ni los medios masivos de comunicación, controlados por el vizcarrismo, ni el siempre acucioso periodismo se percataron de esta irregularidad. La plancha presidencial encabezada por Pedro Castillo, acompañado de Dina Boluarte en la primera y única vicepresidencia, fue aceptada cuando la ley exige tres integrantes.
El eje del mal, “Los dinámicos del centro” y el vizcarrismo, fue configurando la alianza de la corrupción, a la que se sumó entusiastamente Juntos por el Perú, de Verónika Mendoza. Esta última quiso tener mayor protagonismo, pero Vladimir Cerrón le recordó que estaba en casa ajena; efectivamente, la casa de Sarratea era de Alejandro Sánchez, hoy prófugo de la justicia.
Producido el golpe de Pedro Castillo, en un intento desesperado para evitar ser vacado por evidentes actos de corrupción, a su entorno no le queda más que apelar a la violencia para imponer sus puntos de vista y, de paso, volver a intentar la recaptura del poder. Para eso requieren que la actual presidente Dina Boluarte renuncie. Si ella deja el cargo, lo asumirá el presidente del Congreso y convocaría a elecciones, las cuales serían dirigidas por los actuales miembros de la ONPE y del Jurado Nacional de Elecciones. En consecuencia, el triunfo del eje del mal está garantizado.
Las sucesivas movilizaciones denominadas “Toma de Lima” buscan acrecentar la crisis económica y, por lo tanto, generar una crisis social sin precedentes que haga posible la recaptura del poder por parte de este Eje, tal como lo hicieron al propiciar la renuncia de Manuel Merino. Dina Boluarte debe continuar en el cargo e implementar un vasto programa de reformas promercado para recuperar la economía, y tomar pronto decisiones de inversión, si desea pasar a la historia como una mujer que enfrentó y superó uno de los momentos más difíciles de la historia republicana.
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