Jorge Varela
Dignidad y derechos de la mujer
Situaciones de violencia, abuso y discriminación
En varios países las desigualdades entre mujeres y varones son notoriamente graves; incluso en aquellos más desarrollados y democráticos la realidad social muestra que no se reconoce a la mujer la misma dignidad que al varón. El Papa Francisco subrayó este hecho al expresar que “las sociedades en todo el mundo todavía están lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones” (Francisco, Cart. enc. Fratelli tutti, 3 octubre 2020).
Veinticinco años antes Juan Pablo II expresaba: “queda mucho por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es urgente alcanzar en todas partes la efectiva igualdad de los derechos de la persona y por tanto igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, tutela de la trabajadora-madre, justas promociones en la carrera, igualdad de los esposos en el derecho de familia, reconocimiento de todo lo que va unido a los derechos y deberes del ciudadano en un régimen democrático” (Juan Pablo II, Carta a las mujeres, 29 junio 1995). Las desigualdades en estos aspectos significan formas de violencia.
Abusos sexuales contra la dignidad del ser
La dignidad inherente al ser humano en su totalidad de mente y cuerpo es un concepto elemental proclamado por la reciente Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, “Dignitas infinita sobre la dignidad humana”, de 8 de abril de 2024. En este documento se expresa que todo abuso sexual deja profundas cicatrices en el corazón de quienes lo sufren. Se trata de “sufrimientos que pueden llegar a durar toda la vida y a los que ningún arrepentimiento puede poner remedio. Este abuso está muy difundido en la sociedad, afecta también a la Iglesia y representa un serio obstáculo para su misión”. Lo anterior fundamenta su compromiso real de poner fin a cualquier tipo de abuso, empezando desde dentro (Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos, 27 octubre 2018). Otros abusos que además revisten características de delitos, son: la trata de personas, la explotación sexual de niños, el tráfico de órganos, la maternidad subrogada, el descarte de las personas con discapacidad.
Violencia contra las mujeres: un escándalo global
Juan Pablo II decía: “es hora de condenar con determinación, empleando los medios legislativos apropiados de defensa, las formas de violencia sexual que con frecuencia tienen por objeto a las mujeres. En nombre del respeto a la persona no podemos además no denunciar la difundida cultura hedonista y comercial que promueve la explotación sistemática de la sexualidad” (Juan Pablo II, Insegnamenti XVIII/1, 1997). Entre las formas de violencia ejercidas contra las mujeres, es necesario mencionar la coacción al aborto, que afecta tanto a la madre como al hijo, para satisfacer a menudo el egoísmo de los varones. (Lo relacionado al aborto será objeto de un artículo dedicado al análisis de violaciones específicas contra el valor intangible de la dignidad de la vida humana, como la eutanasia).
La maternidad subrogada
La Iglesia también se ha posicionado en contra de la práctica de la maternidad subrogada, mediante la cual el ser es considerado un mero objeto. A este respecto, las palabras de Francisco son claras: “el camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial. Francisco considera “deplorable” la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño; y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre. Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato. Por ello, ha pedido que la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica.
La práctica de la maternidad subrogada viola la dignidad de la criatura en gestación. “El niño tiene derecho, en virtud de su dignidad inalienable, a tener un origen plenamente humano y no inducido artificialmente”, y a recibir el don de una vida que manifieste la dignidad de quien la da y de quien la recibe. El reconocimiento de la dignidad de la persona humana implica también el reconocimiento de la dignidad de la procreación humana en todas sus dimensiones. En este sentido, el deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse en un “derecho al hijo” que no respete la dignidad del propio hijo como destinatario del don gratuito de la vida.
La práctica de la maternidad subrogada viola la dignidad de la propia mujer que se ve obligada a ello o decide libremente someterse. “Con esta práctica, la mujer se desvincula del hijo que crece en ella y se convierte en un mero medio al servicio del beneficio o del deseo arbitrario de otros. Esto se contrapone, totalmente, con la dignidad fundamental de todo ser humano y su derecho a ser reconocido siempre por sí mismo y nunca como instrumento para otra cosa” (Documento Dignitas infinita, 8 de abril de 2024).
La trata de personas: un crimen contra la humanidad
“La trata de personas: es una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se consideran civilizadas. ¡Explotadores y clientes a todos los niveles deberían hacerse un serio examen de conciencia ante sí mismos y ante Dios!. En un mundo en el que se habla mucho de derechos, ¡cuántas veces se ultraja de hecho la dignidad humana! En un mundo donde se habla tanto de derechos, parece que el dinero es el único que los tiene”. “Vivimos en un mundo, en una cultura donde reina el fetichismo del dinero” (Francisco, Discurso a los participantes del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Emigrantes y los Itinerantes, 24 mayo 2013).
“La trata de personas es un crimen contra la humanidad”. (Francisco, Discurso a un grupo de Embajadores, L’Osservatore Romano, 13 diciembre 2013). Este crimen niega la dignidad humana al menos de dos formas: “desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y su dignidad. Pero, al mismo tiempo, deshumaniza a quienes la llevan a cabo” (Francisco, Discurso a los participantes en la Conferencia internacional sobre la trata de personas, 11 abril 2019).
El feminicidio
Lo anterior no es todo. En el horizonte oscuro de violencia contra las mujeres, nunca se condenará de forma suficiente el crimen de feminicidio. Al respecto, el compromiso de toda la comunidad internacional debería ser sólido. Como ha reiterado Francisco al invitarnos a luchar contra los numerosos casos de feminicidio, son muchas las situaciones de violencia que quedan silenciadas detrás de las paredes. “Los invito a luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia” (Discurso con ocasión de la Celebración Mariana - Virgen De La Puerta, 20 enero 2018).
Ante tantas violaciones de la dignidad humana, que amenazan gravemente el futuro de la humanidad, la Iglesia Católica no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana, cualesquiera que sean sus cualidades físicas, psíquicas, culturales, sociales y religiosas. Lo hace con esperanza.
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