Neptalí Carpio
Diálogo, indulto y cambio de gabinete
Para conocer la capacidad de nuestros líderes, de Gobierno y de oposición
Para conocer la capacidad de nuestros líderes, de Gobierno y de oposición
Se acerca el momento en que el presidente de la República ejercerá el poder que le confiere el inciso 21 del artículo 118 de la Constitución para conceder el indulto al ex presidente Alberto Fujimori. Una decisión altamente controversial pero necesaria, luego de poner en la balanza sus pros y contras. De tomar el presidente esa decisión, se sentarán las bases para construir un escenario de gobernabilidad, aunque de una abierta polarización con el antifujimorismo extremista.
El 28 de julio, cuando PPK asista al Congreso de la República, a dar su mensaje a la nación, no solo debería reducir sus iniciativas al indulto, sino además incluir otras dos igualmente importantes: un nuevo gabinete de gobierno y un franco proceso de diálogo nacional, que se iniciará este martes con Keiko Fujimori y que se extenderá en una agenda nacional de consensos en el espacio del Acuerdo Nacional.
En lo que se refiere al indulto, la mejor fórmula —según los entendidos— es que PPK opte por el indulto de carácter humanitario, luego de que una junta de médicos recomiende que, por la precaria salud del ex presidente, proceda la decisión presidencial. Luego se abrirán varios probables escenarios, tanto para el gobierno, el fujimorismo y otras fuerzas que aspiran ser alternativa de gobierno el 2021. Aunque no es cierto que el indulto, por sí mismo, genere distensión o polarización extrema, si es cierto que significará un momento de oportunidades y un nuevo periodo político. Todo dependerá de la pericia y madurez con que actúen el Gobierno, Keiko Fujimori y otros actores políticos.
Como procesos, el indulto y el acuerdo nacional deberían ser dos aspectos que transiten por cuerdas separadas. El momento anterior y el posterior al indulto deben ser una oportunidad para el relanzamiento del gobierno de PPK, el cambio de Gabinete e hilvanar de veras una cohabitación pragmática con aquellas fuerzas que quieran darle una gobernabilidad al país; por lo menos, hasta el año 2021, fecha del Bicentenario de la República y cambio de gobierno. De nada le valdrá a PPK, producir un gran impacto mediático con el nuevo diálogo con Keiko y el indulto a Fujimori si persiste la tendencia de un gobierno errático, con escaso liderazgo nacional; y si, por otro lado, no alza vuelo la reconstrucción nacional y la inversión.
Igualmente, si los termocéfalos de izquierda creen que con una extremada oposición al indulto pueden recuperar terreno en perspectivas del 2021, están equivocados. Puede ser más bien que en ese espacio irracional y visceral del antifujimorismo se haga más intensa, cual olla de grillos, una sorda competencia entre una izquierda fragmentada, donde pueden capitalizar los sectores más extremistas y el propio Movadef. Ahí podría aplicarse aquel dicho de que “cría cuervos y te sacarán luego los ojos”.
También es probable que el propio fujimorismo, en la etapa post indulto, entre en una mayor crisis interna, por una mayor polarización entre el “albertismo”, que mediáticamente ahora capitaliza inteligentemente Kenji Fujimori, y el frente de la hermana mayor. La torpeza de Keiko Fujimori está provocando que en amplios sectores de la sociedad vean en Kenji aquello que realmente debiera ser el fujimorismo: una fuerza que tiende puentes, renueva sus orígenes y apuesta por la gobernabilidad de manera explícita y con talante constructivo.
Pero puede ocurrir también un inesperado “golpe de timón”, y que Keiko capitalice ese momento post indulto, reformulando su comportamiento con un perfil más moderado y constructivo, con lo cual recuperará el espacio que le ha quitado Kenji. Quizá en esta dirección va la acertada decisión de invitar a PPK al diálogo.
Como ha ocurrido tantas veces en la historia —a propósito de amnistías, armisticios, indultos o pactos—, en situaciones de entrampamiento o de empate de fuerzas se pone a prueba en el Perú la capacidad de estadista de los liderazgos, de Gobierno o de oposición. Harían bien, tanto los opositores al indulto como los asesores palaciegos y el propio PPK, en revisar esos momentos históricos.
Guardando las diferencias de contexto y de contenido, el momento más reciente de un exitoso pacto y armisticio entre fuerzas extremas ha sido el de Colombia, entre las FARC y el Estado colombiano. Ahí, el presidente Santos tejió, articuló y tamizó una gran coalición nacional e internacional a favor del acuerdo por la paz, derrotando a las fuerzas más extremistas, de derecha e izquierda. Ese esfuerzo magistral le valió obtener el Premio Nobel de la Paz. De eso se debe aprender, por lo menos una pizca.
Neptalí Carpio
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