Alejandro Arestegui
Desmitificando la gentrificación
Un fenómeno urbano de carácter económico, del que culpan al capitalismo
La vida urbana conlleva ineludiblemente múltiples beneficios y ventajas para que los individuos desarrollen sus proyecto de vida y encuentren más fácilmente todos los bienes y servicios. La civilización se ha forjado a partir de la vida en espacios urbanos y el abandono definitivo del campo a finales de la edad media trajo consigo el concepto moderno de urbanidad y de ciudad. Claramente no todo es color de rosa y la vida en ciudad conlleva múltiples ventajas y beneficios, pero también implica múltiples desafíos y problemas que involucra no sólo a las autoridades sino a toda la sociedad.
Uno de los fenómenos más recientes, el cual preocupa debido a que está afectando cada vez más a países de Latinoamérica y pronto podría pasar en Perú, es el llamado fenómeno de la “gentrificación urbana”, fenómeno de carácter económico y que puede causar severos daños sociales a un conjunto importante de la población que vive en una determinada área urbana. Pasaremos a explicar brevemente en qué consiste este fenómeno, y en el proceso vamos a desmentir a pseudo intelectuales y charlatanes (sobre todo de izquierda política) que este nefasto fenómeno es fruto del “capitalismo voraz y salvaje”.
La gentrificación es un fenómeno que conlleva la expulsión de vecinos antiguos en virtud de un proceso por el cual ciertas zonas de una ciudad, después de haber experimentado un deterioro de las edificaciones y una devaluación económica, viven un proceso inverso y adquieren progresivamente interés tanto para nuevos individuos, como para el sector del turismo y, en consecuencia, también para inversiones inmobiliarias. Ese fenómeno no ha sido tan analizado por la economía, sino que lleva sus definiciones y efectos hacia un plano mucho más sociológico, donde pseudo intelectuales de izquierda tales como Chris Hamnett, Jon Caulfield o Neil Smith lo han abordado.
Sin embargo, si queremos remontarnos al origen del término tenemos que hablar de la sociología británica Ruth Glass creó el 1964 el término “gentrificación” para denominar a las alteraciones del mercado de la vivienda en ciertas áreas de Londres como causa o consecuencia de la llegada progresiva de población de clase media y alta a barrios de la capital que hasta entonces habían sido obreros. La autora escogió el término “gentrificación” por su derivación de “gentry”, que se refiere a la media y baja nobleza y a la burguesía británicas. Como podemos apreciar, la creadora del término estaba fuerte influenciada con estas trasnochadas y desfasadas ideas marxistas de división de clases, apelando a la falsa dialéctica del abuso de los ricos con muchos más recursos económicos que desplazan a los vecinos más pobres los cuales se ven obligados a dejar las que fueron sus propiedades durante muchos años, sin embargo, veremos que este fenómeno va mucho más allá y tiene un carácter más económico qué meramente sociológico.
Si bien es cierto que el fenómeno de la gentrificación comenzó en Europa central, trasladándose posteriormente a los países que estaban sumidos en la cortina de hierro, el fenómeno de la gentrificación comenzó a afectar gravemente a Latinoamérica a partir del año 2015, y es aquí donde los sociólogos de izquierda que tratan de culpar al capitalismo se equivocan gravemente y no miran todos los factores que influencian este fenómeno ¿Cómo llegó el fenómeno de la gentrificación a nuestros países y cuál puede ser la primera ciudad del Perú en caer ante este fenómeno? Pues sucede que con la llegada y popularización del teletrabajo surgió un nuevo tipo de persona migrante, el llamado “nómada digital”, por lo general estas personas son de clase media y provienen de países del primer mundo cuyas burbujas inmobiliarias (tanto de compra y venta como de alquiler de inmuebles) hacen insostenible que una persona soltera pueda vivir sola ya que su salario se destinaría casi exclusivamente sólo en pagar renta. Esto provoca que dichas personas opten por migrar a países donde hay menor o nula regulación en los alquileres y que ofrecen impuestos, tasas y arbitrios mucho más amigables
Todo eso se combina con la posición económica favorable que poseen, ya que aunque no sean millonarios, continúan trabajando para compañías extranjeras que les pagan en dólares o euros. Esto les permite no solo afrontar el costo del alquiler en países menos desarrollados, sino también encontrar precios más bajos en alimentos y artículos de limpieza en comparación con sus países de origen. Como resultado, se establecen en diversas zonas urbanas durante años.
Los propietarios locales de los inmuebles en alquiler ven esta migración masiva de trabajadores bien remunerados como una oportunidad para aumentar considerablemente el costo de los alquileres. Después de realizar renovaciones y mejoras, comienzan a alquilar los inmuebles a precios que son el doble o triple de lo que cobraban anteriormente. Sin embargo, los más afectados por este fenómeno son los vecinos y residentes locales que no son propietarios de viviendas, ya que sus salarios no son suficientes para contrarrestar las altas sumas de dinero que los trabajadores extranjeros ganan. El costo de la vivienda se vuelve completamente insostenible para ellos, lo que los lleva a abandonar sus vecindarios. Estos residentes locales suelen haber sostenido la economía de la zona consumiendo productos y servicios, como lavanderías y restaurantes, que también aprovechan este fenómeno para aumentar sus precios.
Es importante destacar que los habitantes nativos o locales son los más afectados por el aumento de precios, ya que el costo de vida se eleva demasiado en comparación con sus salarios, que no están en moneda extranjera y no aumentan de acuerdo con la inflación anual. Teniendo en cuenta estos factores, podemos prever que si no se toman medidas al respecto, la ciudad peruana que podría sufrir consecuencias terribles para sus habitantes debido a la gentrificación es Cusco. Esta ciudad, considerada la capital histórica del Perú, atrae a cientos de miles de turistas cada año debido a sus atractivos arqueológicos y su ambiente cosmopolita. Si Cusco se convirtiera en el centro de la migración de miles de ciudadanos extranjeros que decidieran quedarse durante meses o incluso años, los costos de los alquileres y los hoteles aumentarían de manera significativa. Uno de los problemas asociados a la gentrificación es que estos nómadas digitales rara vez optan por comprar una propiedad, prefiriendo alquilar. Esto hace que sea aún más difícil para los ciudadanos peruanos establecerse en Cusco, ya que sus salarios en soles no serían suficientes ni siquiera para alquilar una habitación en la ciudad. Además, esto también elevaría considerablemente los costos de restaurantes y otras tiendas que ofrecen servicios diversos.
Ahora que hemos analizado el fenómeno de la gentrificación y cómo podría afectar a nuestro país, surge la pregunta: ¿Cuál es el origen de este fenómeno y cómo podemos combatirlo para prevenir una tragedia social? La respuesta es simple y la exploraremos a continuación. Si observamos las estadísticas, la mayoría de los ciudadanos extranjeros que se convierten en nómadas digitales provienen de países de la Unión Europea y algunos estados de Norteamérica que tienen regulaciones inmobiliarias bastante restrictivas. Estas regulaciones legales europeas y algunos reglamentos federales en los Estados Unidos afectan gravemente al libre mercado y generan una burbuja inmobiliaria. Por ejemplo, en países como España, con normas excesivamente reguladoras, se construyen cada vez menos viviendas, tanto apartamentos como residencias, lo que provoca que la oferta no aumente proporcionalmente a la demanda. Esto se suma al problema de los préstamos hipotecarios, ya que, debido a una inminente recesión económica, los bancos están limitando y dificultando la concesión de préstamos inmobiliarios a los ciudadanos. Como resultado, comprar una propiedad en países como España o en algunas partes de los Estados Unidos se vuelve cada vez más difícil.
Como podemos observar, la explicación es sencilla: la falta de construcción de nuevas viviendas provoca una disminución constante en la oferta, mientras que la demanda se mantiene e incluso aumenta. Esto inevitablemente conduce a un fuerte aumento en los precios de los inmuebles tanto en venta como en alquiler. En el caso de España, el gobierno socialista ha intentado abordar este problema con una norma que protege a los inquilinos morosos e ilegítimos, lo que impide a los propietarios legítimos reclamar la posesión de sus propiedades frente a los ocupantes ilegales.
Si analizamos el sector inmobiliario en Estados Unidos, ha experimentado una crisis significativa en muchos estados como California, lo que ha llevado a que cada vez más ciudadanos estadounidenses abandonen sus estados de origen y se muden a otras regiones del país. Sin embargo, otros ciudadanos atraídos por el bajo costo de vida han optado por establecerse en ciudades de México como Monterrey, Guadalajara o Ciudad de México. Esto ha generado una renovación y revitalización de muchos barrios que antes estaban en declive, pero también ha provocado un aumento considerable en los precios de alquiler y en el costo de vida. Como resultado, muchos residentes locales se ven obligados a mudarse a zonas más pobres que pueden costear con sus salarios en moneda local.
¿Cómo puede la ciudadanía alzar su voz de protesta frente a este fenómeno que parece injusto y arbitrario? La respuesta es sencilla: conociendo al único y directo responsable de este fenómeno, que no es otro que el estatismo del gobierno. A través de su planificación económica, los burócratas creen ser omniscientes y omnipresentes, creyendo saber en qué lugares se necesitan más licencias y permisos, así como qué lugares son aptos o no para construir. ¿Cuál es el resultado de estas políticas nefastas? Una seria distorsión en el libre mercado. La intervención del gobierno, a través de incentivos y programas fallidos de vivienda, así como la creación de obstáculos y trámites adicionales para la construcción de nuevos inmuebles, afecta gravemente la oferta de viviendas disponibles en una determinada ciudad. Este fenómeno se extiende desde lo local hasta lo regional, convirtiéndose en un problema nacional.
El fenómeno de la gentrificación en España es directamente culpa del gobierno del PSOE, pero también es culpa de los gobiernos autonómicos de las distintas comunidades españolas, como en Barcelona. Esto ha llevado a que miles de españoles de clase media, pero que tienen empleos remotos, emigren a otros países de la Unión Europea, como la República Checa, o incluso a países como México y Colombia. Estas migraciones han generado serios problemas para los residentes locales en zonas específicas de ciudades como Monterrey o Bogotá, donde la gentrificación ha afectado la paz y estabilidad de miles de vecinos, quienes se ven obligados a emigrar a áreas periféricas debido a que ya no pueden costear vivir en sus antiguos lugares de residencia. Otro problema evidente es la inacción de las autoridades en el país que recibe a los ciudadanos extranjeros, ya que ignoran las quejas de los vecinos no solo respecto a la construcción de enormes edificios y lujosos hoteles, sino también en relación al increíble aumento del costo de vida causado por la gentrificación.
¿Cuál es la solución? Debemos comenzar permitiendo que el mercado actúe libremente. Es el único que puede determinar, a través de las necesidades de los usuarios, la cantidad de oferta inmobiliaria que debería existir en un lugar determinado. Debido a las trabas y regulaciones innecesarias impuestas por los gobiernos, muchos proyectos de viviendas a gran escala que ofrecerían hogares a precios más razonables para un mayor número de personas se han visto suspendidos o cancelados. Esto se debe a la innecesaria intervención de los burócratas en un asunto que debería ser absolutamente privado y de naturaleza económica.
Estas políticas nefastas, llevadas a cabo por gobiernos populistas como en el caso de España o por los demócratas en el estado de California, son los responsables directos de que miles de residentes en ciudades latinoamericanas hayan visto afectadas sus viviendas y, por lo tanto, sus proyectos de vida debido a la gentrificación. La gentrificación es el resultado de políticas públicas desastrosas que derrochan fondos públicos en ineficientes proyectos de vivienda pública y ponen obstáculos a la inversión privada que podría haber construido muchas más viviendas en áreas con una demanda razonable. Si no comenzamos a analizar el fenómeno de la gentrificación desde una perspectiva económica y nos limitamos, como hacen los intelectuales de izquierda, a abordarlo desde un punto de vista sociológico culpando simplemente al capitalismo, la vida en las ciudades se volverá cada vez más insoportable, tanto para nuestra estabilidad emocional como para nuestras finanzas. Una vez más, se demuestra la ineficiencia del gobierno incluso para proteger a sus habitantes. Lo peor de todo es que los gobiernos que han causado más daño a través de la gentrificación son aquellos que llegaron al poder bajo el eslogan político de "justicia social" y "viviendas a precios justos", nada más utópico y alejado de la realidad. Sus políticas nefastas son las que han causado directamente la infelicidad y empobrecimiento de miles de vecinos.
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