Dante Bobadilla
DESCARO PROGRESISTA
DANTE BOBADILLA, VERONIKA MENDOZA, KEIKO FUJIMORI, FUJIMORISMO, ANTIFUJIMORISMO, MEGACORRUPCION, BRASIL, LUCHA ANTICORRUPCION, OLLANTA HUMALA, NADINE HEREDIA, CHAVISMO, CAVIARES, NUEVA IZQUIERDA, PROGRESISMO, CONGRESO DE LA REPUBLICA, VENEZUELA, PARIS
Ya es hora de que la izquierda baje de su endeble pedestal
La caja de Pandora que promete ser el caso de megacorrupción brasileño-caviar en el Perú, si es que se destapa finalmente, está poniendo nervioso a todo el progresismo. Acostumbrados como están a posar siempre como los más insignes representantes de la moral, dueños de la franquicia de la lucha anticorrupción y acusadores permanentes del fujimorismo, no han tenido mejor idea que reforzar su conducta y seguir acusando al fujimorismo, pues al parecer no les queda otra opción tras pasar quince años en esa labor. Es casi la única especialidad de la nueva izquierda. Incluso podríamos decir que el antifujimorismo es ya la ideología oficial de la izquierda. No tienen nada más.
El panorama hepático y obsesivo del progresismo antifujimorista solo le resta nivel a la política y aburre hasta la náusea. Hace falta mucha pobreza para vivir cacareando los mismos insultos y condenas durante tantos años. Andan tan cegados por el odio a los años noventa que son incapaces de ver al fujimorismo actual, con una gran mayoría de integrantes que carecen de trayectoria política previa. Es más: la mayoría de la bancada fujimorista está compuesta por invitados. ¿A quién le ladra toda esa jauría progresista?
El nivel al que el antifujimorismo ha rebajado la política es penoso. Han perdido toda decencia política, sumidos en el insulto. ¿Cómo es posible que personajes que se pretenden referentes intelectuales de la izquierda o de los medios insulten a Keiko Fujimori con calificativos tan abyectos como “hija del ladrón” o “sobrina de prófugos”? Resulta que los defensores de la moral social, que critican los estereotipos y la discriminación, son los que más viven estigmatizando a una persona por culpas ajenas, de familiares y del pasado. Y por otro lado, presentan proyectos de ley para castigar el acoso político a la mujer. Es decir, la bajeza, incoherencia, hipocresía y doble moral del progresismo son ya típicas y patéticas marcas de la izquierda.
Incluso la lideresa de la “nueva izquierda” y ex candidata presidencial, Verónika Mendoza, emplea esta conducta, a la que muchos recurren solo para ganar titulares. Y lo sorprendente es que realmente lo consiguen, porque la prensa nunca se pierde un insulto a Keiko para ponerlo de titular. Es un juego en pared entre el progresismo y la prensa acaviarada. Entre ambos nos han depositado en el pozo séptico que es hoy la política peruana, donde prima el intercambio de insultos y acusaciones. Ese es el nivel de la prensa y de la política sumergida en el antifujimorismo patológico. Pero además resulta patético que Verónika Mendoza cuestione la autoridad del grupo mayoritario del Congreso para investigar la megacorrupción brasileña-caviar. ¿Qué autoridad moral tiene Verónika Mendoza para cuestionar algo? ¿Quién es? ¿De dónde salió?
Hasta donde recuerdo, Verónika Mendoza fue captada por Nadine Heredia en París, casi en condición de mucama. Ya en el Perú, VM estuvo al servicio de NH desde los inicios del mafioso proyecto nacionalista, haciendo trabajos que iban de mandadera a “burrier”, pues al parecer la enviaban a Venezuela a traer encarguitos del chavismo. Lo cierto es que VM está comprometida hasta los rizos con el mafioso proyecto de los Humala-Heredia, y desde sus orígenes. Así fue como resultó electa congresista sin saber leer ni escribir, aunque al parecer sí escribía en las agendas de Nadine. Su debut como congresista fue mentirle a la población de Espinar señalando una contaminación que no existía, pero que provocó un conflicto con muertos y daños. A continuación “la Vero” estrenó su vocación de tránsfuga corriendo a los brazos del rojerío, con el tradicional cuento de que Ollanta había traicionado al pueblo. Tanto fue su amor por los rojos que acabó como candidata presidencial. Muy rápido ascenso para alguien que en su vida no ha tenido al menos un trabajo relevante ni trayectoria política seria.
¿Y ahora Verónika Mendoza pretende ser quien otorga las credenciales de la moral? ¡Háganme el favor! ¡Que no sea tan descarada! Primero que termine de rendirle cuentas a la justicia y nos informe de qué vive actualmente. Ya es hora de que la izquierda se baje de su pedestal, agache la cabeza y meta el rabo entre las piernas.
Por Dante Bobadilla
COMENTARIOS