Iván Arenas
Demoliendo puentes
El presidente persiste en la confrontación en medio de la fuerte tempestad política
No conforme con haber bajado el ritmo del crecimiento de la economía peruana, el gobierno amplía su capacidad de desestabilización política. En una entrevista realizada por un medio local al presidente Ollanta Humala, la primera impresión es que parece que no entiende la real dimensión de lo que le sucede a su gobierno.
Está probado que las crisis económicas siempre devienen en crisis políticas. Cuando los gobiernos no pueden financiar las demandas y necesidades de la población se originan grietas que lentamente resquebrajan el orden constitucional y la gobernabilidad. Sin embargo a pesar del magro crecimiento del año anterior, la economía peruana se desacelera no solo por una lenta recuperación de la economía mundial sino por un factor interno, es decir la política. Si el presidente Humala intenta salvar un gobierno decoroso y que ya va por la puerta de salida, debería lanzar mínimos guiños a una oposición que le ha perdonado la vida. La política es también una ciencia llena de símbolos, señales y gestos, Humala tiene la facilidad de demoler cualquier acercamiento razonable con la oposición en el momento más crítico de su gobierno. No hay duda, este 2015 el gobierno está empecinado en seguir la batalla sin importar el costo político y económico.
El reciente destape de la ubicación del prófugo Martin Belaunde Lossio en Bolivia no es sino la punta de iceberg. Si Humala no ha caído todavía es porque sencillamente la democracia peruana no tiene cimientos fuertes. En cualquier país con instituciones sólidas el mandatario habría dimitido ante las graves denuncias y acusaciones en las que su gobierno se ve envuelto. El daltonismo de Humala y su equipo de asesores parece concluir que el camino es verde y no rojo. En la misma entrevista Humala perfiló su gobierno de choque y empujó a la oposición a atrincherarse en sus puestos de combate. El fujimorismo y el aprismo, como de costumbre, se llevaron los golpes más intensos. No hubo ningún atisbo de autocrítica ni ánimo de corregir las malas artes de su gobierno ni de sus operadores políticos, como el ministro Urresti, que no dudan en utilizar cualquier medio para tirar barro con ventilador.
En política, como en cualquier otra disciplina, a veces las discusiones detenidas no permiten ampliar la imaginación para encontrar algún tipo de acuerdo. El gobernante entonces tiene que colocarse por encima de la confrontación para elegir un tercer camino de propuestas que desaten las trabas. En la entrevista Humala no prefiere el tercer camino sino auparse más en un camino único y sin soluciones al caos político que sus colaboradores han desatado. Un ejemplo más del aventurerismo que cobija palacio de gobierno,
La situación no es del todo buena sabiendo que faltan meses para la campaña presidencial del 2016. Si la economía no crece este año conforme a lo anunciado por el MEF y el gobierno prefiere hacer política de baja intensidad, los problemas serán mayores. Al final del día lo que sí parece estar claro es que Humala será recordado como el presidente que apagó las luces del crecimiento y el país perdió cinco años en el camino del desarrollo.
Por Iván Arenas
(06 - Ene - 2015)
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