Jorge Varela
Democracia compuesta
Una fórmula encubierta de democracia directa
José Rodríguez Elizondo, gran escritor y diplomático, muy conocido en Perú, al referirse a “América Latina desintegrada” expresa que en la mayoría de nuestros países “hay demasiadas polarizaciones” que intranquilizan, “las que han debilitado las democracias representativas y, de arrastre, han puesto en jaque la seguridad ciudadana”. “Hay demasiados criminales con vínculos políticos y demasiadas democracias que agonizan… además de demasiadas dictaduras desafiantes” (columna “El mundo encabritado”. El Líbero.cl, 8 de abril de 2024).
Está descripción es una parte del diagnóstico. Desde otros ángulos también se han elaborado análisis en torno a la democracia representativa tal como la hemos conocido. Un enfoque de data reciente desde el antiliberalismo ‘plebeyo’ es el de Álvaro García Linera, ensayista político y cientista social boliviano. A su juicio, “son tiempos infértiles para la democracia. Al menos para la democracia liberal tal como la conocimos hasta ahora”.
Decadencia de la democracia
“La democracia liberal está en un mal momento. Ya no es una excepcionalidad latinoamericana el surgimiento de líderes que rechazan consensos con los opositores, que plantean desconocer las viejas instituciones y que echan la culpa de todos los males que agobian al común de los ciudadanos a una minoría pervertida de ricos, mentirosos y abusivos… El hecho de que este discurso reclute masivamente adeptos en muchos países… es una demostración fáctica de que no estamos ante una desviación circunstancial ni un arrebato puntual”. “La democracia liberal-representativa, nacida de las revoluciones francesa y norteamericana del siglo XVIII, está en decadencia. Esta crisis es el final de una deriva natural e inevitable producto de la propia democracia liberal” (Álvaro García Linera, ensayo “La democracia como agravio”. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales-Clacso, Buenos Aires, 2024).
La verdadera democracia
¿Qué males aquejan a la democracia moderna? ¿Cuál es la ‘verdadera democracia’?, se pregunta García Linera a partir de su mirada marxista, ‘desde una postura plebeya’ (pro-plebe), y responde: “No hay una verdadera democracia en la cual mirarse de manera inequívoca. Lo que hay son democracias múltiples, diversas, que tienen en común la búsqueda del ejercicio de la soberanía por parte del pueblo y la ilusión respecto a que cada una de ellas es la mejor forma de esa soberanía… Cada práctica democrática construye intelectualmente su propia legitimación narrativa como universal en una pugna de fuerzas políticas desplegadas de la que cierta academia dominante debería asumirse parte”.
Democracia liberal como agravio
La democracia liberal como agravio es una de sus principales líneas de análisis. “Si la democracia liberal no resuelve los temas que agobian a las sociedades, es inevitable que las personas asuman la democracia como un agravio y busquen otras opciones de organización política que les devuelvan la esperanza en mejores condiciones de vida”, es su afirmación.
“La gente no come ni mejora sus derechos sociales con la proclama de los ‘valores’ liberales. Lo que García Linera omite de modo obsceno, es que la gente tampoco come ni mejora su condición de miseria en regímenes dictatoriales de izquierda marxista declarada. ¿Qué se le puede pedir a un antiliberal fecundo?
Democracia plebeya y derechas autoritarias
García Linera sostiene que “las agendas de igualdad siempre son democratizaciones plebeyas que…predisponen a cambios políticos institucionales”. Son democracias plebeyas subyacentes, (de mujeres, de indígenas, de pobladores, de obreros y jóvenes), que iluminan y empujan acciones dirigidas a crear nuevas mayorías electorales para su realización. Según dice este asesor de gobiernos latinoamericanos, “el progresismo fue eso”.
A su juicio, el abandono de la agenda plebeya de la democracia como igualdad engendrará monstruos que amenazarán con devorar a la sociedad: “ya sea por la vía de la oligarquización del poder, de la concentración de la riqueza o del fracaso progresista, la pasión por la desigualdad y el autoritarismo emergerán de las entrañas de la propia democracia liberal”.
Luego se refiere al agravio que las políticas igualitarias representan para las élites liberales. “En tiempos de crisis económica y de legitimación política de nuevos sujetos sociales es natural que los consensos políticos se fragmenten y que las viejas élites políticas diverjan sobre las maneras de mantener la dominación social”.
“Una parte de las derechas se radicalizará y buscará retornar al viejo orden” (cita de Cas Mudde, La ultraderecha hoy. Paidós, Barcelona, 2021). “Se trata de derechas autoritarias, cada vez más antidemocráticas y racistas, claramente fascistizadas, que buscan canalizar el miedo social… Añoran la vieja estabilidad del mercado, aborrecen los derechos cristalizados en el Estado, les indigna la igualdad porque consideran que eso destruye las jerarquías sagradas de la empresa, la familia y la servidumbre… La democracia les parece un exceso; los derechos, un exabrupto; y la igualdad, un insulto… No son demócratas por convicción, sino por utilidad táctica”. “Por todo ello, estas derechas antidemocráticas y antiigualitarias no son una excrecencia parasitaria de la democracia liberal, sino la desembocadura inevitable de las aberrantes injusticias que se acumulan en el tiempo”.
El debilitamiento del apego democrático de las sociedades no es, por tanto, un tema transitorio sino estructural. “La abstención electoral, la corrosión de los mecanismos representativos en la toma de decisiones, el apoyo a otros regímenes de gobierno no democráticos y el respaldo a propuestas autoritarias son los síntomas de un declive histórico institucional de la forma dominante de la democracia, a saber, la democracia representativa liberal que, por sí misma, no puede subsanar esa pendiente porque emerge de sus propias cualidades intrínsecas. Lo peor es que este marchitamiento demoliberal amenaza con devaluar también otras formas democráticas alternativas”.
La democracia representativa
¿Significa esto que hay que arrojar la democracia representativa al basurero de la historia? “No, en absoluto. La democracia representativa liberal forma parte de los artefactos políticos que las sociedades contemporáneas han creado para organizar la vida en común. En ella está amalgamada la historia de las libertades individuales básicas de las personas… Y esa es la base mínima indispensable de cualquier otra forma de gobierno que supere con más democratización a la democracia representativa”.
“Pero, a la vez, está claro que la misión de la igualdad material, pilar de la adhesión democrática de las mayorías sociales, no emerge del igualitarismo formal… La demanda de igualdad sustantiva viene de otros tipos de familias democráticas plebeyas”. (Viene de las comunidades agrarias, de los sindicatos, de los movimientos sociales disruptivos). Desde allí García Linera concibe su idea de democracia directa que denomina eufemísticamente como ‘democracia compuesta’.
La democracia compuesta
Para él es otra forma de democracia, pues la gente participa, delibera, toma determinados asuntos que la afectan para resolverlos; “se trata de modos flexibles de representación sin delegación del poder, pero que se organizan en torno a principios igualitarios de democratización de recursos materiales o de reconocimientos”.
Esta democracia “viene de la mano de las múltiples estructuras moleculares de la sociedad; viene de la mano de sus demandas movilizadas, de sus asambleas barriales, de sus marchas de protesta, de sus levantamientos, estallidos e insurrecciones. Todas ellas son maneras de protagonismo plebeyo de la sociedad que, bajo formas contingentes de democracia directa y democracia representativa no autonomizada… pueden ser complementadas y canalizadas mediante formas de codecisión gubernativa y protagonismo comunicativo institucional a través de las plataformas tecnológicas de información, consulta, cabildeo y decisión”.
“Se trata de desbloquear lo existente, de liberar la energía constituyente y gubernativa de las múltiples formas de democratización plebeyas, directas y representativas. “Se trata de una operación de coexistencia decisional de cogestión y codeterminación gubernativa de varias formas democráticas –incluida la democracia liberal– y de otras que podrán emerger con el tiempo. Es decir, se trata de dar paso a la democracia como cogobierno compuesto por múltiples democracias”. O sea, más allá de su abundante terminología, esta propuesta de García Linera es una fórmula encubierta de democracia directa.
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