Javier Agreda
“Delirio”: sicaresca y realismo mágico
Novela de Laura Restrepo, Premio Alfaguara 2004
La colombiana Laura Restrepo (Bogotá, 1950) se hizo conocida por su participación en la política de su país (formó parte de la histórica comisión encargada de negociar la paz con el movimiento guerrillero M-19), y recién casi a los 40 años de edad inició una exitosa carrera literaria como narradora. Sus novelas –La isla de la pasión (1989), Leopardo al sol (1993), La novia oscura (1999), entre otras- han merecido galardones como el Sor Juana Inés de la Cruz (1997), el Prix France Culture a la mejor novela extranjera publicada en Francia en 1998 y el Premio Alfaguara de Novela que obtuvo hace exactamente quince años por Delirio (Alfaguara, 2004).
Ambientada en la agitada Colombia de los ochentas, Delirio cuenta la historia de Aguilar, un maduro profesor que al volver de un breve viaje encuentra a su joven mujer Agustina convertida en una loca delirante. Aguilar toma las cosas con calma y trata de averiguar cuáles fueron las circunstancias en las que Agustina perdió la razón. Y para que los lectores entiendan mejor esa locura, la autora narra la historia principal entretejiéndola con otras tres: la de la infancia de Agustina, compartida con sus hermanos “Joaco” y el “Bichi”, tan diferentes entre sí; la del abuelo Portulinus, un músico alemán que emigró a Colombia huyendo de la locura; y la de Midas McAlister, narcotraficante amigo de Joaco y Agustina, y el vínculo de la familia con Pablo Escobar.
Dos de esas historias subalternas, se convierten en un verdadero despliegue de personajes y situaciones que actualizan las viejas propuestas de lo real maravilloso. La niña Agustina practica extraños ritos con objetos como las fotografías pornográficas de su padre; y Portulinus está encerrado en su propio universo interior, confundiendo la gente y la geografía colombiana con mitos y recuerdos europeos. Por su parte, la historia de McAlister, introduce elementos propios de la llamada “novela sicaresca” colombiana, cuyo más conocido exponente es La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo. En ambos registros la autora demuestra un sobresaliente dominio tanto de las técnicas narrativas como del lenguaje y la retórica pertinentes, desde las imágenes poéticas hasta el humor negro.
Con esa conjunción de tradiciones disímiles, Restrepo logra que su novela sea a la vez una saga familiar y un amplio retrato de la sociedad colombiana de los 80’s; ambas, familia y sociedad, signadas por el caos y la locura: los delirios de Agustina (anagrama de “angustia”) se cuentan en paralelo con las excéntricas hazañas de McAlister (“milagrero”, por sus letras en inglés) y con una serie de atentados terroristas en Bogotá. Y los cuestionamientos de la autora van a la raíz de esos problemas, al manejo del poder: el machismo y la hipocresía reinantes en las familias de clase alta y las oscuras redes del dinero proveniente del narcotráfico que corrompe a la sociedad colombiana.
Los aciertos de Restrepo en la estrategia narrativa y el manejo del lenguaje se ven un tanto empañados por su intención de hacer de Esta una novela capaz de llegar a la mayor cantidad de lectores posibles. Para ello ya hemos visto que apela a los más conocidos y efectivos recursos del realismo mágico y la sicaresca, a lo que hay que sumar un verdadero saqueo de personajes y técnicas de la obra de José Saramago; pero sólo para ofrecernos una versión “light” y mucho más comercial de esos recursos. Por eso la Agustina niña se parece más a la Amelie de la famosa película de Jean Pierre Jeunet que la Blimunda Saramaguiana, en la que la autora dice haberse inspirado. Lo mismo sucede con buena parte de los personajes y situaciones de la novela.
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