Daniel Córdova
Del qué al cómo en las políticas públicas
Sobre el actual contenido del debate electoral
Cuando las ideas prevalecían en el debate político, los periodos electorales eran momentos en los que se discutía de grandes conceptos sobre políticas públicas. La última elección rica en ideas y debates fue sin duda la de 1990. Mario Vargas Llosa lideraba un movimiento que a la larga y a pesar de que no ganó, impulsaría un cambio radical en la función económica y social del Estado.
Ahora, el debate es anodino. No hay promesas de cambios radicales. No hay mayores diferencias de enfoque en el qué vamos a hacer. Todo pareciera jugarse en el cómo y, aun a ese nivel, no llegamos a distinguir bien las diferencias porque sencillamente no hay candidato que disponga de un Plan de Gobierno hecho con la antelación y la dedicación que en su momento trabajó el Movimiento Libertad.
Un debate esencial es sobre los tributos y la informalidad. El Perú es uno de los países con menor presión tributaria de América Latina y con mayor proporción de empresas y trabajadores que trabajan al margen de la Ley. Al respecto habían dos posiciones contrapuestas: la posición liberal aboga por una reducción de impuestos para incrementar la masa de contribuyentes; la posición de izquierda era incrementar los tributos para los más ricos con la fe ciega en un Estado llamado a redistribuir (eficientemente creen). La tendencia en el debate actual es mayoritariamente la primera. Las contradicciones se dan en el cómo: si bajamos el IGV, si implementamos un impuesto único para las Pymes, si vamos con una Ley Pulpin para incentivar el empleo informal de jóvenes, y así. Al final, resulta que independientemente de la medida que se tome, lo esencial es cuán exitosos seremos en la implementación, en la administración tributaria, en la eficiencia del Estado mismo a través de la Sunat. Y sobre eso poco puede decirse. Todo se verá a la hora nona.
Si pasamos a evaluar en donde el Estado debe gastar e invertir, las divergencias no son mayores. Nadie, ni la izquierda más radical, aboga por un cambio en el régimen monetario, en la independencia del Banco Central, en la importancia de la prudencia fiscal (con matices). Asimismo, todos están de acuerdo en considerar la seguridad y la justicia como campos en los que el Estado debe invertir. Veremos en los planes de gobierno qué reformas se propone. Porque hasta el momento han prevalecido las buenas intenciones.
En temas como la promoción de inversiones en infraestructura, existiría también un consenso en la necesidad de impulsar las Asociaciones Público Privadas y, salvo que se nos haya pasado algo, las Obras por Impuestos como alternativa de gestión privada a la inversión pública. Una vez más, lo esencial se definirá en lo que se hará en concreto para fortalecer instituciones débiles como Proinversión y los gobiernos sub-nacionales.
En cuanto a las empresas estatales pareciera ser que la tendencia es a resucitarlas a pesar de lo ineficientes que han sido en nuestro país. No vemos a ningún candidato con los pantalones para privatizar Sedapal o dejar de lado la mega-inversión de Petroperú en Talara. Menos, obviamente, alguno que se atreva a insinuarlo.
Ningún candidato hasta el momento ha manifestado interés en cambiar de manera radical el régimen vigente en los servicios de salud y educación. Aquí también se han limitado a los lugares comunes. En educación, más allá de la nueva Ley Universitaria, es evidente que urgen reformas radicales que le den más espacio a un sector privado regulado, sobre todo en inicial y primaria. Y en salud, se esperaría audacia para ver la forma de darle a los privados la posibilidad de competir con Essalud (una elefante blanco a desmantelar de a pocos), manteniendo al SIS como foco del subsidio estatal.
Finalmente está la gran tarea, aun incipiente, de aprender a gestionar el desarrollo territorial urbano y productivo. La planificación urbana sigue en pañales en nuestro país. Y, sorpréndase, algo interesante se está haciendo en Parques Industriales en el marco del Plan de Diversificación Productiva. Pero no vemos ni a Urresti hablando sobre el tema.
En suma, poco o nada interesante para las políticas públicas nos traerá este verano electoral. El juego recién empezará cuando se pase de qué al cómo, cuando el próximo gobierno empiece a instalarse en Palacio.
Por: Daniel Córdova
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