Rocio Valencia

Del feminazismo al feminismo humano y social

El espíritu femenino es protector y no destructor de la vida

Del feminazismo al feminismo humano y social
Rocio Valencia
15 de agosto del 2024


Las mujeres tenemos una enorme responsabilidad en lo que llamaremos “feminismo humano y social”: vocación que no puede servir a ningún efímero poder económico, político o religioso. La madrugada del 4 de agosto la congresista Patricia Chirinos de Avanza País y el congresista Luis Aragón de Acción Popular fueron insultados y agredidos por un grupo de indignados que se encontraba dentro del bar “La Noche” de Barranco. Según muestran los videos en las redes sociales, Juan Paolo Gómez Fernández, alias Paolo de Lima, arrojó a la congresista un vaso de cerveza que estalló en su mesa.

Nos preguntamos: ¿la agresión fue contra la congresista o contra lo que ella representa? ¿Representa acaso una versión de la mujer moderna que, además de empoderada, aparece demasiado próxima a un sector extremo de la política peruana que los indignados detestan y que es la derecha fujimorista? ¿Son los medios de comunicación los que manipulan nuestra psicología para llevarnos hacia estas reacciones de odio personalizado movidos por intereses subalternos?

Al parecer, lo que le indigna a la población no es solo que un personaje público sea de “derecha” o de “izquierda”. La pradera arde ya que una parte de la población asocia a la ex consejera regional del Callao y ex alcaldesa de La Perla con actos de corrupción que aún son presunciones de delito y que, no logran ser esclarecidos por el Poder Judicial. Tal vez si Martha Moyano, del partido naranja, se hubiera expuesto en el bar de Barranco aquella noche, hubiera corrido la misma suerte ya que los titulares la convierten al igual que a Chirinos en otra sospechosa de integrar una “organización criminal”.

Del lado izquierdo del arcoíris político tenemos el caso de Susana Villarán, exalcaldesa de Lima quien, a pesar de haber recibido en 2019, un fallo en su contra del Poder Judicial que la conminaba a 18 meses de prisión preventiva por los delitos de cohecho pasivo, asociación ilícita y lavado de activos, sigue libre y campante. Avergüenza también el caso de nuestra actual presidenta, Dina Boluarte quien, como consecuencia del Rolexgate recibió abucheos de “corrupta”, al hacer su aparición en el desfile militar del último 28 de julio.

La pregunta que todos nos hacemos es, ¿hay mujeres honestas hoy en día en la política peruana? ¿Cuáles son los valores que estas políticas peruanas representan? ¿Acaso el Perú no tiene mujeres probas que sean incondicionales a la patria? ¿Tendremos una Micaela Bastidas, una Manuela Sáenz, una Magda Portal o una Ilda Urízar Peroni en las próximas elecciones? Todos ellos, ejemplos lejanos en el tiempo, pero que han dejado una huella de integridad y valentía en la historia.

Entonces, ¿qué podemos hacer cuando lo que mueve al peruano a votar es el provecho personal y el bienestar de un grupo y no el de todos sus compatriotas? Si nuestro voto no es un voto consciente y educado, si votamos por la cara bonita, por la que promete premiarnos con un buen empleo, por la que se encuentra mejor conectada con algún grupo de interés económico; no llegaremos jamás a tener auténticas representantes de la mujer peruana en el poder. 

Podríamos hacer una lista de los valores que nuestras abuelas y madres defendieron y que actualmente muy pocas mujeres defienden: (1) la vida, (2) la familia, (3) las poblaciones vulnerables y oprimidas por la discriminación, (4) una educación de calidad para todos los niños y adolescentes peruanos. 

Consideramos que siempre que la mujer peruana abandone la masculinización de su rol en la sociedad, el falso empoderamiento basado en la violencia y el dinero, la absurda competitividad con el varón y el apego a la ideología de género (que implica una desvalorización de la familia tradicional y de la vida humana), estará encendida la llama de la esperanza para un mejor futuro.

El espíritu femenino es protector y no destructor de la vida. Es además empático con el enfermo, el anciano, el menor de edad, el preso y con todo aquel que sufre discriminación. Y es un espíritu formativo y pedagógico, cualidad natural que la maternidad invita a toda mujer a desarrollar. Las mujeres tenemos una enorme responsabilidad en lo que llamaremos el feminismo humano y social: vocación que no puede servir a ningún efímero poder económico, político o religioso sino a los intereses de la familia y de la patria.

Rocio Valencia
15 de agosto del 2024

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