Franco Consoli
De dictadores y opositores
Estrategias para eliminar cualquier opción de insurgencia
Una vez que una dictadura está consolidada,las posibilidades de que sea derrocada resultan mínimas. Y cuando además tiene el completo control sobre las fuerzas armadas, dentro de las cuales no hay ni un atisbo de insurgencia, la esperanza de un cambio solo queda en eso, en esperanza.
En nuestro continente se está viviendo un momento de represión. La dictadura venezolana ha quebrado cualquier suspiro de legalidad en su país, y hoy busca el control total sobre su pueblo, cueste el precio que cueste. El dictador que se encuentra a cargo del “Ejecutivo” venezolano está repitiendo las mismas acciones de diversos gobiernos ilegales, persiguiendo a todo aquel que se le enfrente, ordenando así la captura de Edmundo González
Fue en 1949 cuando el líder del APRA, Raúl Haya de la Torre fue perseguido políticamente por el gobierno de facto de Manuel Odría, que intentó apresarlo. El ex líder aprista se refugió en la embajada de Colombia para evitar que su opositor, el militar que había tomado el país mediante un golpe de Estado.
Más arriba en el continente podemos ver la dictadura de Daniel Ortega, que ha encarcelado a más de 200 personas por motivos políticos, entre los cuales estuvieron opositores políticos como Cristiana Chamorro. Hoy se dice que son 147 los presos políticos en Nicaragua. La represión de Ortega ha sido tajante con todo aquel que se le oponga, incluso persiguiendo, desterrando y otras cosas más a católicos y cristianos.
Nicolás Maduro no se aleja de ello. Ya se vió hace unos años como persiguió a Henrique Capriles, quien fue candidato presidencial en Venezuela. Sin embargo, lo que sucede actualmente es más que inaudito. Maduro perdió las recientes elecciones claramente. No hay dudas de ello, y solo una persona obtusa o alguien que se quiere dejar engañar podría afirmar, después de toda la información, las imágenes y los actos despóticos de Maduro, podría creer que en el último sufragio nacional en el país bolivariano hubo transparencia y legitimidad. Y mal que bien, en el fondo, el tirano de bigote, por más que siga vendiendo su propaganda y siga afirmando su victoria, es consciente de que todo el mundo sabe que no ganó él. Lo saben sus enemigos, sus vecinos y sus aliados, que lo aplauden mientras cae la democracia.
Maduro sabe que tiene el control del territorio venezolano, no obstante es consciente de que debe eliminar cualquier opción de insurgencia, y por ello ha decidido ir y apresar a su mayor amenaza: el verdadero presidente de Venezuela. Esto solo después de ya haber ordenado hace unas semanas apresar a María Corina Machado. ¿Es este un acto tiránico de Maduro? ¿O es que en el fondo tiene miedo de que su oposición logre un levantamiento y logre llamar a la insurgencia al pueblo venezolano? ¿Es un acto de poder? ¿O un acto de debilidad?
Si bien apresar a su oposición es un acto típico de los gobiernos ilegales y de los déspotas, Maduro, a pesar de todo, no acepta llamarse como tal, y encubre su gobierno con una falsa democracia. Lo que aumenta las incógnitas de algunas de sus intenciones.
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