Aldo Llanos
Daniel Pittet y los abusos sexuales en la Iglesia
Una lectura distinta de este polémico tema
Daniel Pittet es un bibliotecario y activista suizo, padre de seis hijos y esposo, que ha escrito sobre los abusos sexuales sufridos a manos de un fraile capuchino cuando era niño, entre 1968 y 1972. No obstante, mantuvo su fe y fundó la Asociación Prier Témoigner para luego escribir en el 2014 el libro Amar es darlo todo, un libro con el que Daniel agradece “a todas las personas consagradas que me han permitido estar hoy en pie”.
Posteriormente, en el 2017, escribió el libro Le perdono, padre, en el que relata su dolorosísima historia y su increíble proceso de perdón hacia su agresor, al punto que el libro conmovió y fue prologado por el Papa Francisco.
Hoy en día, Daniel Pittet ha sido nombrado miembro de una comisión papal dedicada a la protección de menores contra el abuso sexual, contribuyendo con su experiencia y conocimientos a desarrollar políticas y medidas efectivas para prevenir el abuso y proteger a los niños y jóvenes en la Iglesia Católica.
¿Por qué hoy en día se debe leer a Pittet? Porque en especial, Le perdono, padre cuenta cómo después de un largo camino de lucha interior a la luz de la fe, logró sanar sus heridas al punto de buscar y encontrarse (finalmente) con su verdugo cara a cara. Su historia, es una historia de denuncia, pero también de compromiso en ayuda de otras víctimas como él.
Sin embargo, todo el doloroso relato de la víctima se sostiene en el perdón, mostrándonos con pasmosa fuerza su asimetría y su pura gratuidad. En efecto. Con el perdón, Pittet llega a afirmar "haber roto las cadenas que le ataban a su verdugo y que le impedían vivir".
Quizás algunos o muchos no estén de acuerdo con las decisiones de Daniel, se entiende perfectamente; pero en tiempos en los que pareciera que ante el daño sufrido sólo queda el camino de la amargura por siempre, estos testimonios aportan una mirada distinta y una enseñanza que merece ser conocida y ponderada.
A pesar de que Pittet trata un tema "espinoso" en primera persona, se nota con claridad meridiana que lo hace con mucha paz en el alma por lo que el texto "se deja" leer sin dejarle espacio al rencor y a un muy comprensible alejamiento de la fe en Dios.
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