Eduardo Zapata

Cuando pienses en volver

Los migrantes peruanos tienen bien clara su identidad

Cuando pienses en volver
Eduardo Zapata
24 de agosto del 2023


Esto ocurre allí donde haya peruanos migrantes. A diferencia de otros migrantes, los peruanos tienen en sus casas o departamentos una serie de objetos y productos que los remiten permanentemente a su tierra; por eso, signos. Una pequeña llamita, una imagen del Señor de los Milagros, alguna vista de Machu Picchu; una Inca Kola, unos Sublimes, así como el estacional panetón Donofrio; y seguro hasta una foto de nuestra selección de fútbol.

Alguien podría llamar a esto simplemente como asomo de chauvinismo o colección de souvenirs peruanos. Pero estos objetos y productos parecen cobrar más vida aún y otra significación cuando en paralelo suenan algunas canciones activadoras de la patria. “Cuando pienses en volver” de Pedro Suárez Vértiz es un himno ya para nuestros migrantes. Como lo es también “Contigo, Perú” o el video de “Hoy”, que Gian Marco compuso para Gloria Estefan. Y aquí habría que sumar también a Eva Ayllón con su famosa “Esta es mi tierra”.

Las etimologías nos hablan de las diferencias entre himnos y canciones. Y sabemos que esta distinción se remonta a los griegos. A los denominados himnos homéricos. Asumiéndose que una autoridad ´ha mandado hacer´ una pieza poética capaz de magnificar un suceso relevante para el pueblo.

Pero bien miradas las cosas, los poemas homéricos que devinieron en himnos fueron construcciones permanentes. Construcciones nacidas de cantares parciales del propio pueblo. Y fue este –ese pueblo– quien les confirió ese valor identitario que hizo del cantar parcial un himno, pieza obligatoria para una celebración.

Y ocurre que mientras en el laboratorio de la academia nos preguntamos por la identidad de los peruanos y se perpetúan congresos y seminarios al respecto, parece ser por lo relatado que nuestros migrantes tienen bien clara su identidad. No habría necesidad de buscar lo que no se ha perdido, podríamos decir.

Y sí. Cuando estas personas se juntan –enfundados en camisetas de la selección de fútbol, por añadidura– son Perú. Haciéndose notar, buscando triunfo, no importando tanto la trascendencia de lo que se celebra sino más bien la exhibición de nacionalidad y logro.

Claro está que cabe una observación: hay nostalgia. Aquella de la que nos habló Max Hernández en su libro a propósito del inca Garcilaso. Y la palabra nostalgia la podemos asociar a lo lejano o a lo perdido. 

Ocurre que en los signos a los que hemos hecho alusión la nostalgia por lo lejano está sí presente pero no como pasado sino como lo que técnicamente se llama presente histórico. Tiempo verbal que nos permite precisamente presentizar cosas del pasado hoy. De donde los pasos cotidianos aquí y ahora, son también los del ayer y los del mañana. En permanente fluir.

¿Por qué no leemos estos signos y –por encima de nomenclaturas políticas– más bien nos esforzamos por acercar y viabilizar ese Perú que suena lejano para tantos/todos/nosotros?

Eduardo Zapata
24 de agosto del 2023

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