Dante Bobadilla
Cómo defender a la sociedad del Estado
¿Algún candidato propone reformar el caos del Estado?
La primera lección que sacamos de esta pandemia es que el Estado no funciona. Después del coronavirus, es la principal causa de muertes. Ha sido incapaz de hacer compras rápidas de lo urgente y necesario. Algunas deficiencias han derivado en numerosas muertes innecesarias, como la sospechosa operación montada entre el Gobierno de Vizcarra y la UNI para la fabricación de 47 plantas de oxígeno que al final nunca se fabricaron. El contrato acaba de ser anulado cuatro meses después y a un costo de varios miles de muertos. ¿Y los responsables?
El Estado llega a convertirse en un lastre impidiendo el concurso de la empresa privada y exagerando la reglamentación de los procesos y los requisitos de las licencias. Prefirieron comprar pruebas serológicas, inapropiadas para la circunstancia, con la excusa de que no teníamos laboratorios capaces de procesar pruebas moleculares, lo que resultó falso. Laboratorios hay de sobra, pero Digemid se reserva el derecho de otorgarles la autorización respectiva. Apenas se levantó ese veto burocrático los laboratorios aparecieron.
Y lo mismo pasa con las vacunas. Es indignante oír al presidente Sagasti decir que no puede comprar las vacunas de AstraZeneca porque estos no han iniciado su trámite de certificación ante Digemid. Es decir, seguimos dependiendo del trámite burocrático incluso para salvar las vidas de los peruanos. ¿Quiénes son los más interesados? ¿Ellos o nosotros? Ah, pero cuando se trata de faenones turbios, las firmas aparecen rapidito como por arte de magia, como el caso de la vacuna china que tiene todos los visos de una cuchipanda.
¿Hay algún candidato proponiendo reformar el caos del Estado? El señor López Aliaga al menos tiene la intención de reducir el número de ministerios; pero a lo Macri, al parecer. No va a despedir a nadie, sino a arrejuntarlos bajo un nuevo rótulo. Eso no cambia nada. No hay un solo candidato que tenga claro el grave problema que representa el Estado. Solo quieren tomar el poder para implantar sus sueños de sociedad perfecta, y agrandar más el Estado y el poder de la burocracia. El mismo vicio de siempre.
El Estado peruano es como una casa antigua que, tras varias décadas, ha quedado repleta de muebles viejos y rincones en desuso. Los políticos son cachivacheros, incapaces de cerrar un organismo inútil. Los dejan allí, sin que nadie sepa a qué se dedican ni para qué fueron creados. Incluso organismos internacionales como la Comunidad Andina, un esperpento ideado por Velasco y Allende para copiar a la URSS y planificar el desarrollo regional a través de cuotas de producción asignadas a cada país. El primero en salir tirando la puerta fue Chile, apenas Pinochet tomó las riendas de ese país. A través de los años la CAN fue perdiendo su sentido original y su razón de ser, y hoy nadie sabe para qué sirve. Pero allí sigue.
Ningún candidato se atreve a asumir la reforma del Estado. Solo les gusta jugar con los fuegos artificiales de su retórica y sus promesas. No necesitamos una nueva Constitución ni más derechos, lo que necesitamos con urgencia es un nuevo Estado. El Estado es la fuente de todos los males, desde la corrupción hasta el subdesarrollo. El 75% del presupuesto sirve tan solo para mantener al monstruo del Estado. Es lo que nos impide avanzar con su montaña de regulaciones, trabas burocráticas y gastos inútiles en publicidad, consultorías, apoyo a artistas “comprometidos” y otros vicios. Esperemos que alguien asuma el reto.
COMENTARIOS