Dante Bobadilla
Chongo Perú
La política se ha judicializado y la justicia se ha politizado
Lo que ocurre en el Perú es el mejor argumento para el anarquismo; es decir, la anulación del Estado y la proclamación de una sociedad libre y autogestionada. Siempre están quienes se oponen, asustando a la gente con el cuco del caos. Pero les pregunto a todos: ¿puede acaso ser más caótica la realidad que vivimos hoy, gracias a un Estado excesivamente poderoso en manos de una plaga de incompetentes, ignorantes y gestores del odio?
Durante el gobierno de Toledo, cuando los charlatanes hablaban de la necesidad de una “ley de partidos políticos”, con el sambenito de “fortalecer la democracia”, advertí que era un error, que nada bueno iba a salir de meter al Estado a regular organizaciones civiles, y no me oyeron ni mis amigos. La ley se promulgó en 2003 con bombos y platillos, como todo lo que hacía Toledo, y el resultado es tal como lo pronostiqué: hoy no existen partidos políticos. Todo lo que hay son combis electorales y vientres de alquiler.
Peor aún, ahora resulta que los partidos políticos son organizaciones criminales por recibir aportes de campaña y aspirar al poder. ¿Cómo se puede fortalecer a los partidos criminalizando sus aportes? No entiendo nada. A quince años de vigencia de la inútil Ley de Partidos, solo hay escombros de partidos y persecución política de sus líderes. Lo que le están haciendo a Keiko Fujimori es simplemente asqueroso. A los ojos del mundo somos una republiqueta bananera. Acá no hay justicia de ninguna clase. Todo lo que emana ese fiscal Pérez es odio y bajeza.
Regular organizaciones civiles y empresas privadas es propio del estalinismo criollo, que se sustenta en la ignorancia, el prejuicio y el odio. Las leyes se basan en meras sospechas. Así, se supone que todo aporte privado a un partido es una coima anticipada. ¡El colmo! Sorprenden los niveles de estupidez a los que se ha llegado. Los partidos debieron permanecer regidos por sus propios estatutos internos y financiados de forma privada. Meter a la ONPE a fiscalizar sus procesos internos y al Estado como financista nos convierte en Cuba. Vean ahora como están el Apra y Fuerza Popular. ¿Eso es fortalecer los partidos y la democracia?
Hoy el Estado es un peligro para todos. La política se ha judicializado y la justicia se ha politizado. La mediocridad y el odio están a cargo del Estado. Un fiscal todopoderoso persigue a Keiko Fujimori hace tres años por recibir aportes de campaña. Sigo sin entender por qué esto es un delito. Parece que son crímenes contra el Estado. Y es que acá las leyes no se hacen para que el país funcione mejor, sino para cerrarle el paso al rival político. Pese a la intervención del Tribunal Constitucional, estos fiscales siguen abusando de la prisión preliminar y la prisión preventiva. Y jueces mediocres como Concepción Carhuancho siguen concediéndoles todos sus caprichos, sin resguardar los derechos de los ciudadanos, como es su obligación. Bajo los argumentos de este fiscal teatrero y la complacencia de este juez taimado, cualquiera puede ser encarcelado preventivamente. Y el TC está de adorno.
Podríamos graficar la actitud que muchos adoptan frente a estos abusos fiscales y judiciales con esta famosa cita de Bertolt Brecht: “Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no lo era. Enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era. Después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista. Luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó. Ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde”.
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