Heriberto Bustos
Cerremos el paso al anarquismo
Asumamos seriamente compromisos por la democracia
Los resultados electorales para los gobiernos locales y regionales reflejaron las decisiones de los ciudadanos, las cuales pueden coincidir o estar alejadas de nuestras inclinaciones políticas. Por eso, en la búsqueda de explicaciones un aspecto de vital importancia es no alejarnos de la realidad, pues ella muestra con crudeza errores o aciertos del accionar de las organizaciones políticas que participaron en esta contienda.
En ese contexto, un aspecto inobjetable es que, gústenos o no, ya hay candidatos ganadores, y resulta absurdo (por no decir otra cosa) intentar desmerecerlos buscando minimizar sus triunfos, forzando interpretaciones o "análisis sesudos" utilizando comparativamente porcentajes para descalificarlos a ellos y a quienes emitieron su voto. Varios comentaristas políticos han reducido el espectro político electoral a dos tendencias, derecha e izquierda, ignorando la presencia de posiciones de centro. Y como consecuencia de su reducido pensamiento, tratan de “esconder” la abrumadora derrota de la denominada izquierda.
Haciendo un ejercicio porcentual y siguiendo la lógica de pensamiento señalado, veamos las tendencias electorales en Lima: si sumamos los votos logrados por Renovación Popular (26.3%), Podemos Perú (25.3%), Somos Perú (18.9%), Alianza Para el Progreso (7.1%) y Avanza País (3.5%) llegaremos al 81,1% de aceptación popular de propuestas de partidos de derecha. Haciendo lo mismo con el porcentaje logrado por Juntos por el Perú (6.4%) y Perú Libre (1.4%) obtendremos un 7.8% de votos logrados por la denominada izquierda. El restante 10.9% corresponde a una propuesta de centro, relacionado con un partido formado recientemente: el Frente de la Esperanza.
Resulta entonces una verdad imposible de esconder: el gran perdedor en la capital del país es la izquierda. Y no podría ser de otra manera, pues la complicidad de muchos izquierdistas, izquierdosos y traficantes de ideas de avanzada con el actual gobierno que conduce (vía corrupción) la desgracia del país, constituye un hecho que los peruanos asumen como una traición a las distintas promesas de bienestar y progreso enarboladas desde hace mucho tiempo por ese sector.
Lamentablemente algunos personajes, blandiendo la espada oxidada del socialismo dogmático, pretenden auto engañarse cerrando los ojos al avance de ideas diferentes a su pensamiento. Persisten en ser los únicos llamados a conducir los destinos de la población e intentan descalificar a quienes fueron elegidos, sin aceptar –por su obstinación ligada al dogmatismo– que dejaron de ser una opción política creíble. En estas circunstancias surge la voz de José Saramago recordándonos que “la peor ceguera es la mental, que hace que no reconozcamos lo que tenemos por delante”.
Si no somos conscientes del tremendo daño que ocasiona la ceguera, recordemos los resultados del genocidio nazifascista en palabras del escritor soviético Vasili Grossman “Uno de los medios de los que se sirve el fascismo para actuar sobre el hombre es la total, o casi total, ceguera. El hombre no cree que vaya al encuentro de su propia aniquilación”. Y en el ánimo de no dar oportunidad para que esta bestia resurja, aprovechemos los resultados de estas elecciones como una ocasión para realizar una especie de “mea culpa”. Quitándonos autocríticamente la venda de los ojos, asumamos seriamente compromisos por el futuro del país, evitando que posiciones anarquistas, al cobrar fuerza en las mentes y corazones de la población, terminen destrozando la débil democracia que cobija a nuestros padres e hijos.
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