Brechas de conectividad a nivel nacional

Como es de público conocimiento, ante el vertiginoso avance tecnológico de un mundo globalizado, las organizaciones están obligadas a adoptar nuevas herramientas tecnológicas y a capacitar a sus trabajadores en el uso eficiente de estas, como única alternativa para poder sobrevivir en el mercado. Una de estas tendencias es el incremento del uso de la conectividad digital. A efectos de analizar este tema y su relación con la pandemia del coronavirus voy a tomar como referencia el caso peruano.

La pandemia ha hecho priorizar el debate sobre la situación de la conectividad digital en el país como herramienta clave para garantizar el acceso a bienes y servicios del Estado, así como para facilitar la dinámica laboral y el desempeño de los emprendedores. Pero, si bien en los últimos años el acceso a Internet ha registrado importantes avances, tanto su cobertura como su calidad han sido bastante heterogéneas, lo que ha limitado el uso óptimo de los servicios digitales a gran parte de la población.

Según cifras de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), al tercer trimestre de 2020 el 70.3% de la población contaba con acceso a internet. Pero esta mejora en el acceso se ha concentrado principalmente en la capital peruana. Así, mientras que a nivel de Lima Metropolitana el valor de este indicador ascendió al 83.4%, en las zonas rurales del país solo alcanzó un 41.7%. Un caso similar se observa en el caso del acceso de internet en los hogares a nivel departamental, en el que Cusco (16.2%), Huancavelica (20.6%) y Ayacucho (21.8%) registraron menores porcentajes. A esta poca cobertura en el interior del país se suma la baja calidad del servicio ofrecido. 

Este escenario ha dificultado el óptimo desarrollo de actividades como la educación a distancia, el trabajo remoto o la telemedicina para un importante sector de la población. A la fecha no se aprovecha adecuadamente la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica (RDNFO). Recordemos que este proyecto se puso en marcha en 2014, en el marco de la Ley de Promoción de la Banda Ancha, mediante el despliegue de 13,500 kilómetros de fibra óptica a nivel nacional. Con esta infraestructura, se buscó mejorar la competitividad del sector y reducir los costos de transporte para las compañías de telefonía móvil e internet.

No obstante, si bien la RDNFO se terminó de construir en 2016, su utilización ha estado por debajo del 10% en los últimos años. De acuerdo con el Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC), a diciembre de 2020, solo se utilizó el 3.2% de la capacidad instalada y los ingresos cubrieron únicamente el 7.7% de los costos de mantenimiento. Además, entre 2015 y 2020, el Estado ha pagado un total de US$ 265 millones por retribuciones de inversión, mantenimiento y operación. Recientemente, el MTC ha anunciado el inicio del proceso de resolución del contrato de concesión que dará una solución definitiva al problema. Esperemos que las acciones consecuentes a esta resolución de contrato sean las más convenientes para nuestro país.

Por ello, el cierre de la brecha de conectividad digital a nivel nacional es impostergable. Todos los peruanos tienen derecho al desarrollo; y para lograrlo, el reto del Gobierno entrante estará en generar incentivos para el ingreso de operadores competitivos y así expandir el mercado y la oferta del servicio en localidades que aún no están cubiertas. Y también crear un modelo adecuado que permita el despliegue hacia aquellos lugares donde, por sus características, no exista competencia comercial.

No hay alternativa para que las entidades públicas y privadas en nuestro país implementen masivamente las herramientas digitales para mantenerse competitivas y subsistir. ¡Basta de engañar a los peruanos que con la vacunación masiva todo volverá a ser como antes de la pandemia! ¡Cerremos la brecha de conectividad digital!