Iván Arenas
Bastiat y el realismo político
El realismo político asegura el progreso y el desarrollo
Se le atribuye a Frederic Bastiat haber dicho que “cuando los bienes no cruzan las fronteras, lo hacen los ejércitos”. Milei, tan de moda por estos días, en una reciente entrevista repitió, palabra a palabra, la misma frase. La otra versión de la frase dice que “la política se inventó para evitar las guerras”; pero don Quijote, sabio por donde se vea, defendió en el “Discurso de las armas y las letras”, la preeminencia de las primeras “porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios, y finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas”.
No fue tratado el Tratado de Brest-Litovsk –es decir, las letras (a decir de don Quijote)– el que aseguró ninguna paz entre Alemania y la Rusia Soviética; salvo un puñado de años utilizados para acumular fuerzas por ambos bandos. Mucho menos hubo de ser la construcción del gasoducto Nord Stream 1 y 2, uno de ellos destruido por una acción temeraria por parte de no se sabe quién.
En suma, Nord Stream 1 y 2, es decir el comercio, iba a asegurar, si no la paz, por lo menos la convivencia interesada entre Alemania y Rusia. El primero aseguraba a su industria y el segundo ganaba el dineral por su gas, materia prima. Todo ello ha volado por los aires. Porque si bien hoy no hay guerra entre Alemania y Rusia (a pesar que los Leopards ya estén en suelo ucraniano matando rusos) el comercio, el interés y el lucro no asegura ninguna paz cuando la geopolítica se impone.
Por encima de Bastiat y los mercados pletóricos de oferta y demanda, está la primacía de la geopolítica, el duro realismo político que advierte que ningún comercio (justo o injusto, desde las coordenadas del izquierdismo posmodernista) asegura la paz perpetua sino vale mirar también a China y Estados Unidos.
Los defensores de Bastiat dirán que si el realismo político se impone ante el comercio se debe a la violencia del Estado (en términos weberianos). ¡Claro que es así!; porque es el Estado (pequeño o grande) que impone sus leyes amén de su absoluta soberanía. ¿Qué pasó entre Estados Unidos –la primera república moderna creada por Jefferson, Madison o Washington– y la empresa china Huawei?
¿Todo lo anterior desmonta el derecho a la propiedad privada, idea central en el liberalismo de Bastiat? ¡En absoluto! Todo lo contrario. Por eso Milei tendrá que comerciar con China, aunque le disguste como a muchos el Partido Comunista; porque sabe que por encima de la idea romántica de Bastiat está el realismo político que –bien llevado– asegura el progreso y el desarrollo.
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