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Fujimorismo: entre oposición y gobernabilidad

Fujimorismo: entre oposición y gobernabilidad
Víctor Andrés Ponce
31 de mayo del 2017

El papel del movimiento naranja en el crecimiento

La crisis del Gabinete Zavala y el aparente fin de la nueva luna de miel que había logrado la administración pepekausa, luego de la atención a la emergencia, no solo plantea encrucijadas al gobierno sino también a la oposición. Es decir, a la mayoría legislativa.

Al margen de los clamorosos errores políticos de la administración PPK —que son estatuas colosales a la antipolítica—, el deterioro acelerado de un gobierno de la tercera bancada del Legislativo —que carece de un partido y bases sociales de respaldo y que está conformado por una élite de tecnócratas sin mayores vínculos con el otro Perú— plantea dilemas impostergables para cualquier mayoría legislativa. Sobre todo cuando ese Ejecutivo comienza a malgastar aceleradamente su segunda luna de miel.

Quizá para abordar las disyuntivas que enfrentará la mayoría legislativa valdría preguntarse sobre las diferencias que deberían existir entre una oposición del fujimorismo y otra del Frente Amplio y las izquierdas. Y la respuesta es simple: la responsabilidad con la economía y el crecimiento.

A diferencia del movimiento naranja, la izquierda siempre estará interesada en bloquear las inversiones en infraestructura y minería, porque es la manera directa de empujar al país a la recesión para que la pobreza —luego de un cuarto de siglo de reducción vertiginosa— vuelva a crecer. Si volvemos a ser una sociedad que aumenta este flagelo social, entonces todos los mitos y leyendas que ha organizado la izquierda en contra del modelo económico y la economía de mercado que consagra la Carta Política adquirirán verosimilitud.

El fracaso económico pepekausa, en realidad, es una manera de sentar en el banquillo a las reformas económicas y sociales de los noventa, que han reconstruido el Perú en términos económicos y sociales. El fujimorismo, pues, está intrínsecamente vinculado a la continuidad del modelo económico, mientras que el florecimiento político de la izquierda pasa por el fracaso pepekausa.

¿A qué vamos? Es evidente que, de una u otra manera, en el fujimorismo se ha comenzado a priorizar la agenda política de oposición y se han subordinado los temas del crecimiento. A entender del suscrito, la conducta política opositora se justifica plenamente: si el gobierno pretende ningunear a la lideresa de la oposición, manosear el indulto de Alberto Fujimori y encima dividir a la bancada mayoritaria, entonces las respuestas están justificadas. Si algo así le hubiesen hecho al Apra del siglo pasado, el pepekausismo estaría virtualmente de rodillas. O ya no estaría.

En otras palabras, el fujimorismo tiene una estrategia política de oposición absolutamente legítima. En todo caso, allí están las encuestas que registran los avances. Pero es peligroso ganar el presente sacrificando el futuro. Si el movimiento naranja empieza a ignorar el asunto económico no le valdrá de nada ganar ahora. Y quizá allí resida el justo medio entre oposición y colaboración, entre oposición y gobernabilidad. Mantener la salud económica del país sobre cualquier diferencia puede ser la gran carta de presentación fujimorista en el 2021, incluso sobre la polarización y varios ministros derribados.

Por ejemplo es absolutamente inapropiado que el fujimorismo respalde a Edgard Alarcón como Contralor —luego de las denuncias en su contra— porque estaría priorizando la estrategia política opositora y sacrificando el crecimiento. El actual contralor actúa como un actor político y demuestra una irresponsabilidad con el crecimiento impensable en un alto funcionario. Algo parecido sucede con el proyecto de ley de Karina Beteta que pretende negar el derecho de contratar de las constructoras nacionales solo por haber subcontratado con las empresas brasileñas.

A diferencia de lo que suelen sostener la izquierda y los sociólogos ideologizados, el crecimiento ha sido el pan de esta democracia que avanza hacia su quinta elección nacional sin interrupciones. Si los partidos han fracasado, si las instituciones carecen de aprobación aceptable y si los proyectos intelectuales hacen agua la única explicación de la persistencia democrática está en el crecimiento y la reducción de pobreza. ¿ O no?

 

Víctor Andrés Ponce

 
Víctor Andrés Ponce
31 de mayo del 2017

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