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El oscurantismo del progresismo y la bandera de los Incas

Un debate sobre los estandartes y las ideas de Perú y peruanidad

El oscurantismo del progresismo y la bandera de los Incas
Víctor Andrés Ponce
06 de febrero del 2023


Cuando el Ministerio de Cultura y la Defensoría del Pueblo dejan entrever que la tela con los colores del arcoíris es uno de los “símbolos de los pueblos indígenas”, ¿que pretenden señalar? ¿Acaso en el Perú hay dos banderas, una dominante y otra excluida? El mensaje subliminal de la Defensoría y el sector Cultura es extremadamente grave para el proyecto republicano. El asunto se vuelve muy complicado para ambas entidades cuando todos los peruanos de buena voluntad conocemos que la estrategia de fractura de la unidad territorial del sur del Perú, que desarrolla Evo Morales, con el cuento de “la república aymara”, tiene en la famosa whipala –la supuesta bandera incaica– a uno de sus estandartes principales.

¿Acaso la Defensoría y el Ministerio de Cultura no se han dado cuenta de las consecuencias de sus pronunciamientos? No lo sabemos, pero lo que sí es evidente es que ese tipo de pronunciamientos revelan la enorme fuerza del nuevo oscurantismo progresista que se levanta en el Perú y en el mundo, un vendaval de sinsentidos que hace que hasta entidades centrales del Estado se vean obligadas a pronunciarse a favor de los nuevos mitos y leyendas que se organizan.

El incanato nunca tuvo una bandera porque esa simbología nunca formó parte de los pueblos prehispánicos. La idea de una bandera y de los escudos de armas pasaron a formar parte de las tradiciones andinas –a través, principalmente, de las noblezas indígenas– mediante uno de los mestizajes más poderosos de la tierra impulsados en el Virreinato. Si alguna vez se estudiaran los mestizajes que se promovieron desde la cúspide del poder, la monarquía española estaría entre las primeras de la humanidad.

En el Perú se conoció la bandera del Virreinato –la famosa y legendaria Cruz de Borgoña– cuyos colores sirvieron de inspiración para la bandera roja y blanca que ha acompañado la construcción del Perú y la peruanidad. De alguna manera, con los colores nacionales se gestó la independencia, el largo y tortuoso proceso de “republicanización” de una sociedad virreinal, desigual y corporativa, que funcionaba y protegía al mundo indígena; y con esos colores nacionales se desarrollaron la guerra del Pacífico, la guerra con el Ecuador y la resistencia nacional frente al terror senderista. En otras palabras, la única bandera con la que se construyó la idea de Perú.

En el preciso momento en que la peruanidad y su bandera adquieren contornos claros y definidos, y cuando el mestizaje lo abarca todo, vienen unos pseudo intelectuales posmodernos y nos dicen que “los pueblos originarios” reclaman la conducción del Perú y allí está su bandera, la whipala, con los colores del arcoíris, con los colores de la conocida bandera gay a nivel planetario. Y el único argumento que nos proponen es la ocurrencia de un empresario radial del Cusco que, unas décadas atrás, confeccionó la colorida bandera y dijo que era la de Los Incas. No hay historiador ni académico que acepte esta brujería.

La idea del pueblo originario no es una tesis histórica ni antropológica. Es una tesis leninista, que busca fracturar la unidad del Perú para favorecer una nueva hegemonía panandina, con centro en La Paz; es decir, conducida por el dictador Evo Morales. ¿Por qué? Porque la gramática del aymara, del quechua, las formas organizativas de las comunidades campesinas, los vestidos andinos de hombres y mujeres y hasta la música y los huaynos, son productos de un intenso y poderoso mestizaje. Si vemos a los campesinos de Castilla veremos el mismo aire y vestimenta de nuestros hermanos andinos. La diferencia está en que unos son más blancos y otros más morenos.

La soberbia radical de las corrientes comunistas, progresistas y posmodernas, en Puno, los ha llevado a cometer un error fatal: impedir la veneración a la Virgen de la Candelaria. El mundo andino es tan mestizo que no se podría explicar sin el catolicismo, y en Puno hay tanto mestizaje que si se cancela el culto a la Virgen de la Candelaria la reacción que se viene es de pronóstico reservado.

Víctor Andrés Ponce
06 de febrero del 2023

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