El liderazgo de la oposición

Sobre las posibilidades de Mendoza, Barnechea y Guzmán

Junto a las reflexiones e interrogantes legítimas sobre cómo se organizará la gobernabilidad entre pepekausistas y fujimoristas, han surgido especulaciones sobre cómo se desarrollará el liderazgo de la oposición en los próximos cinco años. Por ejemplo, algunos parecen interesados en señalar que la disputa de la oposición se producirá entre Keiko Fujimori y Verónika Mendoza. Y la mayoría de observadores parecen compartir esta instantánea. Al parecer, la especulación nace de la idea de que Mendoza cumplió papel gravitante en el triunfo de PPK, algo bastante discutible.

Pero quizá sea hora de separar el wishful thinking del grano. Las posibilidades de Mendoza y de la izquierda en la oposición están directamente vinculadas al eventual fracaso de la administración de PPK. Y eso es casi imposible que suceda, porque en el Ejecutivo y en el Legislativo existe una mayoría abrumadora de fuerzas promercado. El fracaso de PPK no solo hundiría al pepekausismo sino, principalmente, al fujimorismo. No hay manera, pues, de asomarse al abismo a menos que se reediten todas las estulticias de nuestra historia política y superemos con creces los yerros antes de la Guerra del Pacífico.

En cualquier escenario, entonces, PPK superará largamente al gobierno anodino y paralizante de Ollanta Humala. Desarrollando un gobierno mediano, PPK y las fuerzas promercado se pondrían a salvo por el contraste que los electores desarrollarían con respecto a la administración anterior. Ahora bien, si nos ubicamos en el escenario optimista —en el que el pepekausismo y el fujimorismo desarrollan convergencias para impulsar las reformas laboral, política y del Estado, por ejemplo— las posibilidades del radicalismo continuarían reduciéndose. Seguir creciendo, reduciendo pobreza, y continuar aumentando el tamaño de la clase media debilitaría considerablemente a la izquierda.

En contextos de este tipo, ¿cómo entonces se presentaría la disputa por el liderazgo de la oposición? Ante la eventualidad de resultados medianos u optimistas de la administración PPK, lo más probable es que las alternativas viables al 2021 no sean de ruptura sino de continuidad, reforma y profundización del modelo. Si bien en el Perú todo puede suceder, quienes tendrían más posibilidades que Mendoza en disputar con Keiko el liderazgo de la oposición son Alfredo Barnechea y Julio Guzmán, si ambos demuestran voluntad política. Tampoco se puede descartar un renacimiento aprista con una nueva figura. Pero en cualquier especulación el radicalismo aparece con las alas rotas.

Las perspectivas para Mendoza se complican si consideramos que la cusqueña no tiene partido y está rodeada de un entorno demasiado frágil. Si ella se acerca al centro, sobre la marcha surgirían incendios y cuestionamientos de parte de la izquierda. Si se desplaza a la zurda, los amigos mediáticos tomarían las necesarias distancias.

Si el desarrollo de una administración regular de PPK limita las posibilidades de Gregorio Santos, de Antauro Humala o de cualquier otro personaje de la izquierda, el rostro joven y amable de Mendoza aparecería como alternativa. Pero una vez más: su candidatura solo podría prosperar si ella sigue acercándose al centro y se olvida de las recetas que la convirtieron en una activista antiminera. Y si eso pasa se topará con el discurso bien elaborado de Barnechea, que pretende acercar el discurso acciopopulista al de la socialdemocracia. Y una vez más, si el acciopopulista supera los errores de campaña, ¿cómo podrá superar Mendoza a Barnechea? Parece difícil.

Como se puede observar la disputa por el liderazgo de la oposición es una historia por escribir. La idea de un clásico femenino entre Keiko y Verónica es —hasta ahora— solamente una apuesta y deseo de algunos.

Víctor Andrés Ponce