LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¡El audio para embarrar al adversario!
IDL-Reporteros enfila contra Aldo Mariátegui
En uno de los momentos más tristes para el periodismo peruano, en IDL-Reporteros se cabalga sobre la envilecedora polarización política, la indignación ciudadana por el tráfico de influencias de un grupo de magistrados, y se utiliza audios que registran diálogos sin importancia entre los implicados en delitos y terceros, con el objeto de embarrar a los adversarios políticos y judiciales. El extremo de esta estrategia ha sido el intento de ensuciar la trayectoria de Aldo Mariátegui, un periodista con quien uno puede discrepar, distanciarse de su particular estilo, pero que siempre ha sido una persona derecha en su actos. ¡No puede ser!
Luego de la difusión del mencionado audio, Mariátegui informó que sostuvo una sola reunión con César Hinostroza, a insistencia de un tercero, cuando nadie sabía que el mencionado vocal supremo estaba implicado en irregularidad alguna.
Hasta antes de estos audios nadie sabía quién era Hinostroza, y cualquiera pudo haber sostenido una reunión con el hoy cuestionado magistrado. Si no existe nada comprometedor en un diálogo, el deber de un periodista, de una redacción con escuela, es no publicar la grabación. ¿Por qué? Porque difundir un audio sin importancia en que los implicados en delitos mencionan a rivales ideológicos, políticos y judiciales solo busca embarrar a sabiendas. Eso no es periodismo, es parte de una guerra sucia que se pena por ley.
Pero el problema de esta situación no solo tiene que ver con Mariátegui, sino con la democracia. Todos los peruanos, los actores y las instituciones, de una u otra manera, comienzan a contemplar cómo se difunden audios sin trascendencia con el objeto de demonizar al adversario, mangonear a las instituciones tutelares de la democracia —como la Fiscalía de la Nación—, empujar al Ejecutivo a un choque con el Congreso y desencadenar el adelanto electoral.
Todo esto sucede porque las instituciones han quedado absolutamente debilitadas por la primera oleada de audios, que desvelaba un repudiable tráfico de influencias en el CNM, la Fiscalía y el Poder Judicial. Pero en esas mismas precarias instituciones se ha removido a magistrados, se ha procesado acusaciones constitucionales e, incluso, se han encarcelado a los procesados. Pero en IDL-Reporteros no apuntan a que las instituciones funcionen, y mediante una dosificación de los audios se pretende crear la sensación de que esas conversaciones sin importancia demuestran que las mismas instituciones no pueden servir para procesar las urgentes reformas en el sistema de justicia. Esa es la estrategia.
La estrategia de IDL-Reporteros desafía cualquier principio que proteja la honra y el derecho a la privacidad establecido en la Constitución y las leyes. El sueño de los difusores de audios a cuentagotas es seguir con la táctica hasta que una eventual confrontación Ejecutivo versus Legislativo posibilite difundir un audio-bomba que desencadene el adelanto electoral.
Algo más. La difusión del audio que pretende ensuciar la trayectoria de Mariátegui también transmite la idea de que el poder de los chuponeadores es tal que nadie se salva. 1984 de Orwell, Montesinos en sus momentos estelares. El poder del chupón es tal que los vulnerables solo deben allanarse. ¿Adónde estamos yendo?
En esta coyuntura no podemos dejar de preguntarnos ¿qué deben hacer los demócratas de buena voluntad? ¿Por qué las instituciones no hacen nada ante esta evidente demostración de poder propio, al margen de la ley y las instituciones, que desarrolla IDL-Reporteros? ¿No es hora de reaccionar?
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