¡Choque de poderes!

Interpelación de Saavedra incrementa tensión política

El Congreso aprobó la interpelación al ministro de Educación, Jaime Saavedra, por irregularidades detectadas por la Unidad de Inteligencia Financiera y el Ministerio Público en la compra de computadoras y, sobre la marcha, la democracia peruana se encaminó a su primer choque de poderes luego de la elección de PPK como jefe de Estado. De alguna forma los nubarrones que bloquearon a la democracia en el siglo XX volvieron a dibujarse sobre nuestro espacio público.

Sin embargo, ¿cómo estamos llegando a reproducir los mismos niveles de confrontación y polarización que hubo entre oficialismo y oposición durante el lustro pasado? Una de las peores herencias de nacionalismo nadinista es haber envilecido la política convirtiéndola en un espacio de guerra popular prolongada. Hoy parece suceder lo mismo.

¿Por qué alguien en el gobierno no levantó el teléfono e intentó entablar un diálogo para buscar una salida a la interpelación de Saavedra, tal como sucede en cualquier democracia moderna? Muy por el contrario, se armó una guerra de información, la pared mediática antifujimorista se volvió más gruesa y, de súbito, cualquier cuestionamiento al titular del Minedu formó parte de una conspiración de “gente pagada” y que “defiende universidades basura”. Con una investigación de la UIF y cuentas detectadas era como pretender tapar el sol con un dedo. No se podía negar el derecho del Legislativo a intentar establecer si había responsabilidad política o no en los hechos denunciados.

La administración PPK parece dispuesta a llevar el caso Saavedra al límite y ha hecho lo necesario para que al fujimorismo no le quede otra alternativa que hacer valer su condición de mayoría. Todo ha sido demasiado y el resultado es suma cero para el pepekausimo y el fujimorismo. Ambos perderán por igual, más allá de que algún loquito sueñe con un desmoronamiento naranja.

Si el fujimorismo acepta la lógica que le pretende imponer la alianza entre Ejecutivo, medios de comunicación y pronunciamientos de aquí para allá, aparecería tan débil, tan mangoneado, que su ubicación el 2021 estaría en cuestión. Ya no sería ni oposición ni mayoría legislativa. Cualquiera que sabe de política conoce esas ecuaciones que el propio PPK se ha encargado de organizar, incluso, con declaraciones en el extranjero.

El fujimorismo, pues, estará inclinado a pechar al bloque antifujimorista que encabeza el Ejecutivo casi como una manera de preservar su lugar en la política luego de las elecciones nacionales. En todo caso, aplauso para el entorno nadinista que ha empujado a la guerra con éxito y todavía permanece en la administración PPK.

No obstante, en este juego de suma cero también el fujimorismo tiene una enorme responsabilidad. Se han sucedido 120 días del nuevo gobierno y el movimiento naranja ha renunciado a la principal responsabilidad que le otorgaron los electores: ser la primera fuerza política opositora para organizar la gobernabilidad. Es imposible pensar la democracia sin la colaboración de la mayoría legislativa absoluta y, de cierta manera, el movimiento naranja ha ignorado esta verdad. ¿Cuál es la razón para que no haya existido una reunión entre Keiko Fujimori y PPK? Desde la política no hay respuesta valedera. Desde las pasiones y la psicología quizá.

En todo caso si el choque de poderes es inevitable ojalá que el remezón y las candelas que produzca la colisión permitan que el pepekausismo y el fujimorismo reflexionen y comprendan que ser oficialismo y oposición no anula las responsabilidades con la gobernabilidad. Y que la confrontación alentada por el nadinismo supérstite solo empuja a ambos al fracaso.

Por Víctor Andrés Ponce