La censura del ministro de Energía y Minas, Rómu...
La nueva gestión de Pedro Olaechea tiene varias pruebas de fuego para superar los yerros de la pasada gestión de Daniel Salaverry. Errores que terminaron bastardeando la Carta Política que nos ha posibilitado cuatro elecciones sucesivas sin interrupciones y un crecimiento económico que redujo pobreza del 60% de la población a solo 20%. Basta señalar que el referendo liquidó la posibilidad de construir un sistema de partidos, con el parlamento unicameral y la no reelección congresal, e igualmente terminó estatizando las campañas electorales en radio y televisión, de acuerdo a las propuestas de los colectivismos anti sector privado.
Lo más oscuro de la gestión Salaverry fue la falta de voluntad para establecer contrapesos y controlar el poder. Esa falta de voluntad explica la tragedia que hoy enfrenta la República, con la sociedad y la economía paralizadas y con el Estado en franca disolución, debido a la propuesta del presidente Vizcarra de adelantar las elecciones. Como si el Perú fuese una democracia plebiscitaria que modifica la Carta Política de acuerdo a humores circunstanciales, tal como hoy sucede en Venezuela y Bolivia.
Además de los errores acumulados por Fuerza Popular y la gestión Salaverry, otra institución clave para explicar el deterioro de las instituciones republicanas es el actual Tribunal Constitucional (TC). ¿Por qué? Como nunca antes en los últimos años, esta entidad ha asumido funciones jurisdiccionales y se ha convertido en una especie de Senado que legisla pulverizando constitucionalmente normas discutibles.
Quizá el caso más escandaloso y recordado episodio sea la manera como se cambió en el TC una resolución a favor de los oficiales de la Marina de Guerra y se convirtió en una en contra. Los magistrados tuvieron la osadía de “interpretar” un voto firme de otro miembro del TC que no podía expresarse por enfermedad. Este tipo de cosas solo pasan en Perú.
Igualmente vale señalar que el TC legisló abiertamente en el conflicto de poderes a favor de la estrategia plebiscitaria que hoy ha llevado a la República al abismo. Allí está el polémico tema de la cuestión de confianza, que hoy le permite a los sectores comunistas y caviares argumentar que el jefe de Estado puede plantear una cuestión de confianza y disolver el Legislativo por la propuesta de adelantar las elecciones.
¿A qué vamos? Sucede que el mandato de seis integrantes del TC ha expirado buen tiempo atrás. Incluso en carta dirigida al entonces presidente del Congreso, Daniel Salaverry, el 18 de noviembre del 2018, el presidente del Tribunal Constitucional, Ernesto Blume Fortini —de acuerdo al artículo 10 de la Ley N° 28301, Ley Orgánica del Tribunal Constitucional— le solicita iniciar el proceso de la elección de los magistrados Ernesto Blume Fortini, Manuel Jesús Miranda Canales, Carlos Augusto Ramos Nuñez, José Luis Sardón de Taboada, Marianella Leonor Ledesma Narváez y Eloy Espinosa Saldaña.
En la mencionada carta se recuerda al titular del Congreso que la elección de los reemplazantes debe realizarse seis meses antes de la fecha de expiración de los mandatos. Sin embargo, Salaverry no hizo nada porque en la estrategia del asalto plebiscitario de la República es fundamental mantener la composición del actual TC. Los hechos lo demuestran.
Hoy en la Comisión Especial del Congreso se ha iniciado el proceso de selección de los futuros magistrados. Sin embargo, ha surgido la idea de solo elegir dos o tres. Es decir, no elegir nada y dejar las cosas como están. ¿Por qué? Porque la elección de los miembros del TC requiere 87 votos. En otras palabras, un amplio acuerdo multipartidario. ¿Cómo así entonces van a elegir dos o tres? No se recuerda que en el 2014 se eligió a seis miembros del TC el mismo día, y que la antigüedad de los mencionados se determina por la colegiatura. ¿Qué sucede? ¿Acaso se negocia contra los intereses de la República? ¿Otra vez allanándose a las presiones mediáticas y de las encuestadoras?
A estas alturas todos los sectores republicanos ya deberían saber que el sector comunista y caviar no tiene contemplaciones con los asuntos del poder. Allí están los adversarios encarcelados y eliminados. Igualmente se debería entender que las cárceles se abrirán cuando se recuperen todas las instituciones republicanas capturadas por la tenebrosa estrategia comunista-caviar. Si no se entiende esa realidad, los rehenes seguirán de rehenes por más que recuperen la libertad por algunas semanas. Advertidos estamos.
COMENTARIOS