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Se requiere que el presidente movilice a todo el Estado
Una de las mayores expresiones de la crisis del Estado o de la ausencia de un Estado nacional es el desborde de la criminalidad en el país. De una u otra manera, con la crisis de seguridad ciudadana se confirma uno de los grandes problemas del modelo económico y social vigente: buena macroeconomía, pero falta de política o falta de Estado.
El Perú tiene la tasa más alta de delincuencia en América Latina: en el Barómetro de las América del 2014 se estableció que el 30% de los peruanos había sido víctima de un acto delincuencial, mientras que el promedio de la región era de alrededor del 17%. En otras palabras, una tercera parte de los ciudadanos —es decir, diez millones de personas— han sido víctimas de un delincuente. Según el INE, el 29% de los peruanos señala haber sido víctima de un acto delictivo, pero solo un 15% lo denuncia.
Al margen de que en el Perú solo se produzcan siete homicidios por 100,000 habitantes (en Venezuela la relación es de ochenta), la explosión de los delitos que afectan la propiedad, la vida y la salud de los ciudadanos ha generado la imagen de una sociedad desguarnecida, sin protección de la autoridad y la ley. De allí que los comportamientos propios del far west americano comiencen a proliferar: ciudadanos que abaten a delincuentes y poblaciones que toman la justicia con sus propias manos, y que reciben el respaldo de la ciudadanía.
El desborde de la criminalidad parece tan grande que pensar que el próximo Ministro del Interior, Carlos Basombrío, tiene en sus manos la solución es una verdadera ingenuidad. La delincuencia jaquea la sociedad y al propio Estado. Y, por lo tanto, se necesita una respuesta concertada del Estado, desde la propia cabeza de la organización.
Si el jefe de Estado no asume la conducción del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana para desarrollar políticas transversales que comprometan a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con el fin de cohesionar y alinear a las instituciones en un solo objetivo, ¿cómo se aprobarán las leyes pertinentes en el Congreso? ¿Cómo se evitará que fiscales y jueces se pongan de espaldas al trabajo policial? Y algo más urgente, ¿cómo se garantizará una coordinación eficiente entre el Ministerio de Justicia (cárceles), el sector del Interior y la policía?
La seguridad no solo es responsabilidad de Basombrío, sino del propio PPK y del propio presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala. No asumirlo así sería reeditar el abandono del cargo que hizo Humala cuando se negó a convocar al Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y profundizó, a niveles inimaginables, el desborde criminal.
Si existe una clara voluntad del jefe de Estado y de la PCM de encabezar la solución del problema, entonces será posible desarrollar una política de participación ciudadana. Al margen de las diferencias en la naturaleza de los problemas, siempre vale recordar que una de las claves de la derrota del terrorismo a inicios de los noventa fue la impresionante participación de los campesinos y los pobladores de los barrios de las ciudades. De pronto, el Estado se dotó de miles de ojos y oídos, y fue posible capturar a los cabecillas del terror.
Para enfrentar el desborde de la criminalidad se requiere que las más de 1,397 comisarías del Perú, en donde laboran más 30,000 policías, se conviertan en el eje de la ofensiva contra la delincuencia. Si la comisaría y el comisario se convierten en el centro de la acción policial, poco a poco las calles comenzarán a ser recuperadas por la autoridad y el crecimiento de las bandas avezadas, que son investigadas por las direcciones especializadas, comenzará a disminuir. Y si la comisaría recupera autoridad, tarde o temprano, se establecerán nuevas relaciones entre la policía y los serenazgos.
Finalmente, los propios gobiernos regionales y locales tienen una enorme responsabilidad en recuperar la soberanía estatal y el imperio de la ley en las calles, que hoy son tomadas por los delincuentes. Una movilización de este tipo, una vez más lo repetimos, solo será posible si el Estado golpea unificado. PPK tiene la palabra.
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