La censura del ministro de Energía y Minas, Rómu...
Si alguien consideraba que el fracaso del golpe de Pedro Castillo era el fin del proyecto comunista y colectivista, que se propone derogar la Constitución de 1993 y el Estado de derecho e instalar una asamblea constituyente, se equivocó de principio a fin. El fallido golpe de Castillo, y las oleadas insurreccionales que enfrenta el país, a nuestro entender, serán algunos de los capítulos de una lucha popular y prolongada en la defensa de la Constitución, el Estado de derecho y la economía de las familias y de los mercados emergentes.
En medio de las dolorosas muertes de 44 peruanos ahora es evidente que la defensa del Estado de derecho es la condición insalvable para incluir a todos los peruanos que hoy están irritados con el centralismo y el Estado que lo sobrerregula todo, cobra excesivos impuestos y no brinda servicio alguno. Si no se defienden los aeropuertos de los ataques de las vanguardias comunistas, todos los terminales aéreos del sur serán asaltados y destruidos. Si no se defiende la integridad de las comisarías, todas las comisarías serán atacadas y el saldo de más 500 policías heridos –decenas de ellos en extrema gravedad– se convertirá en una policía nacional (PNP) derrotada, humillada y destruida.
Sin Estado de derecho será imposible defender la vida, la economía de las familias del sur y los mercados emergentes del país. Será imposible siquiera imaginar una estrategia de inclusión de los sectores del sur marginados de la formalidad. Imposible. De allí que sin defensa del Estado de derecho no haya futuro, de allí que los demócratas y republicanos empiecen a hablar de que la Constitución y el Estado de derecho se defienden de manera irrenunciable.
Los actos y movilizaciones y heroicas de los pueblos se gestan cuando una fuerza amenaza un bien superior. ¿Acaso existe mayor bien que el ingreso diario o semanal que sustenta a los hijos de las familias del sur? Una ideología totalitaria pretende decirle a la gente que la renuncia del Ejecutivo, el cierre del Congreso y la instalación de una constituyente, son “las grandes demandas nacionales”, mientras la economía familiar se quiebra con paros y bloqueos de carreteras.
Ante semejante situación los ciudadanos del Cusco, Arequipa, Puno, Madre de Dios y Andahuaylas se organizan para rechazar la violencia que destruye la economía y los pequeños negocios de los mercados emergentes, y comienzan a enfrentar frontalmente a la violencia y tiranía comunista. Ya hemos visto marchas y movilizaciones de respaldo a la PNP y a las FF.AA. Igualmente hemos visto ciudadanos limpiando vías bloqueadas y recuperando puentes y mercados. A diferencia de la insurrección de las vanguardias comunistas, las respuestas de los ciudadanos en contra de la violencia son espontáneas y masivas. Sin embargo, ante la ausencia de partidos civiles y la lentitud de las demás entidades del Estado de derecho para organizar la defensa de la Constitución, la ciudadanía de las provincias del sur comienza a establecer alianzas directas con la PNP y las FF.AA. para restablecer la paz y el orden en las provincias.
El binomio ciudadanía-fuerza del orden se expresa en la ciudad del Cusco y provincias como Convención y Anta, en donde la organización ciudadana se ha desarrollado como un reguero de pólvora en coordinación con las FF.AA. y la PNP. Y no vaya a creerse que las vanguardias comunistas podrán amedrentar fácilmente a estos grupos de ciudadanos organizados, como algunos pretenden.
Salvando las distancias y diferencias del proceso insurreccional actual con la violencia terrorista de Sendero Luminoso de los ochenta, vale recordar que el senderismo comenzó a perder el control en el área rural cuando se opuso a las pequeñas ferias y mercados de provincias. Los campesinos de entonces sintieron que, desde la pobreza y la exclusión, condenaban a la muerte de sus familias. Y, entonces, emergió una de las movilizaciones campesinas más impresionantes de nuestra historia que, en pocos años, derrotó a la insurgencia senderista.
No es de extrañar entonces que hoy comencemos a hablar de la derrota de la estrategia insurreccional de las vanguardias comunistas y el eje bolivariano. Y es que nadie puede impedir que los mercados populares del sur dejen de comprar y vender, porque es condenar al hambre a hijos, esposas y familias.
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