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En la semana pasada la presidente de la Confiep, María Isabel León, y los directores del mencionado gremio entregaron al presidente Martín Vizcarra la propuesta de Agenda País —elaborada por la entidad empresarial— con el objeto de reactivar la economía peruana. La propuesta contiene 15 ejes para destrabar inversiones y concretar emprendimientos que posibiliten la creación de empleo y reducción de la pobreza. La iniciativa propone mesas de diálogos y consensos en los sectores de infraestructura, minería, hidrocarburos, agroexportaciones, pesquería y educación superior, entre otros.
Una de las principales propuestas de Agenda País tiene que ver con la reforma laboral y la necesidad de flexibilizar las posibilidades de contrato y despido. Vale anotar que nuestro sistema laboral está entre los diez más rígidos del planeta, lo que explica —en gran parte— el nivel de informalidad en el empleo. En la iniciativa se afirma que la población económicamente activa (PEA) está integrada por 17 millones de personas, pero solo cinco millones trabajan en el sector formal; es decir, gozan de derechos y beneficios sociales. Asimismo, se indica que el sector privado genera el 72% del empleo. En este portal habría que agregar que más del 70% de los ingresos fiscales provienen igualmente del sector privado.
Es incuestionable que la propuesta de la Confiep refleja la enorme preocupación de los diversos sectores de peruanos de buena voluntad que contemplan con impotencia la manera cómo la economía comienza a paralizarse por la guerra política Ejecutivo-Legislativo. Y también la ausencia de reformas que le devuelvan productividad y competitividad a la economía, y relancen el crecimiento para seguir reduciendo pobreza.
Únicamente los sectores anticapitalistas, comunistas y colectivistas, pueden entender la propuesta de la Confiep como un intento de los empresarios de seguir “consiguiendo ventajas”. Para rebatir este tipo de argumentaciones vale señalar que del total de reducción de pobreza en los últimos 30 años (de 60% a solo 20%) el 75% se explica por la inversión privada que ha generado empleo. ¿Cómo entonces una posición ideológica colectivista nos puede llevar a desconocer el papel de la inversión privada en los logros económicos y sociales conseguidos?
La situación comienza a ponerse extremadamente grave. Todos los economistas señalan que, para seguir reduciendo pobreza, el Perú necesita crecer por encima del 4%; es decir, necesita ese tipo de expansión económica para absorber la demanda de empleo de los más de 250,000 jóvenes que se incorporan anualmente a la PEA. En el 2017, el Perú volvió a aumentar pobreza en un punto, luego de haber liderado el proceso de reducción de este flagelo social en la región. En el primer trimestre de este año la economía apenas creció 2.5%, y el semanario The Economist señala que la economía retrocedió en -5.3%, y el crecimiento de abril fue de 0.02%. Las cosas, pues, se ponen más que complicadas.
La propuesta Agenda País, de la Confiep, debería ser entendida en este grave contexto de deterioro económico y social. Vale subrayar que en la situación de guerra política entre Ejecutivo y Legislativo no solo se envían señales preocupantes a los mercados y se postergan proyectos e inversiones, sino que además es imposible desarrollar una agenda constructiva de reformas económicas que posibiliten relanzar el crecimiento.
De allí, por ejemplo, que no obstante saber que la reforma laboral es un asunto de primera urgencia, ni el Ejecutivo ni el Legislativo hayan movido un dedo en ese sentido. Igualmente, el Congreso desarrolló un pleno agrario sin abordar la necesidad de ampliar la vigencia de la Ley de Promoción Agraria, vital para seguir formalizando el empleo agrario y continuar promoviendo inversiones en la agroexportación.
Por todas estas consideraciones, todos deberíamos intentar reflexionar sobre la necesidad perentoria de que el Perú tenga una agenda país que ayude a superar la actual guerra política.
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