Los proyectos antisistema en el Perú, incuestionablemente, se p...
La caída de la producción de petróleo nacional hizo sonar todas las alarmas en los tiempos de pandemia. De 52,984 barriles diarios en 2019 se cayó a 31,625 barriles en 2020. Un descenso preocupante que indica que la meta de 100,000 barriles diarios, necesarios para cubrir la demanda nacional en 2023, sería una posibilidad inviable.
Si bien la pandemia del coronavirus es una de las razones de la caída de la producción mundial de petróleo, resulta incuestionable que en el Perú las cosas se explican principalmente por yerros internos. Por ejemplo, los 40 pozos de petróleo abandonados en los últimos años resultan determinantes para la crisis energética nacional. En agosto pasado, la petrolera Geopark devolvió el lote 64, en Loreto. El retiro del proyecto de inversión de US$ 500 millones es el triunfo del colectivismo anti inversión, disfrazado de ambientalismo. Igualmente, la petrolera colombiana Ecopetrol vendió el 50% de su participación en Offshore International Group (OIG). Lo mismo hizo Korea National Oil Corporation, accionista de OIG, que vendió su participación. Todas estas compañías abandonaron el país.
Este escenario enfurece más a los sectores de la población que ven en la modernización de la refinería de Talara el típico elefante blanco que no servirá para nada. Unos US$ 7,000 mil millones tirados al agua. La demanda mundial de combustibles de derivados de petróleo continúa en baja y la producción nacional se desploma. En el escenario mundial de pandemia, la posibilidad de maquilar petróleo en Talara se vuelve nula. El refinado de petróleo se ha concentrado en determinadas refinerías, como parte de estrategias geopolíticas en la que el Perú no cuenta. Además, la crisis energética nacional se ahonda con el abandono del lote 8 en Loreto por parte de Pluspetrol. Esto ha hecho que Petroperú anticipe la licitación internacional de 30 lotes de petróleo cuyos contratos continúan vigentes hasta el 2028. Mala idea para un sector empresarial. Perú pone en evidencia la ausencia de respeto a los contratos y la salida de los operadores por cuestiones ambientales promovidas por el radicalismo y otros intereses antiperuanos. Perú seguirá importando petróleo por más de US$ 5,000 millones anuales, teniendo los recursos a disposición.
Según Enrique González, experto en hidrocarburos, se necesita innovación y competitividad en el sector hidrocarburos. Los reglamentos nacionales, desvinculados de la realidad mundial, alejan al país del mapa de los productores mundiales de petróleo y gas. “El expertisse de 150 años de experiencia petrolera peruana no ha sido relanzado con nuevas normas competitivas de nivel mundial”, señala el experto. El Atlántico se hace atractivo por las normas de exploración y explotación que han establecido Argentina, Brasil, Paraguay, Guyana (en conflicto con Venezuela por posesión de territorios petroleros) y recientemente Surinam. “Es urgente atraer inversiones para campos maduros, exploración primaria, perforación de pozos nuevos y profundos (de 15,000 pies) e incluir regalías flexibles y no rígidas. Si no lo hacemos ahora, las inversiones se irán al Atlántico y dejarán el Pacifico, extendiendo el certificado de defunción a la refinería de Talara”, sentencia González.
Las actividades de petróleo en el país están constantemente amenazadas por federaciones amazónicas controladas por el radicalismo, a través de asesores e incluso por funcionarios públicos destinados en la zona. La estación 5, desde donde se bombea el petróleo del Oleoducto Norperuano (ONP) suele ser tomada violentamente por los pobladores del Datem del Marañón, paralizando con frecuencia las operaciones. “Las brechas sociales existentes en la selva”, son el argumento elaborado por las oenegés supuestamente ambientalistas. Los marxistas interfieren y espantan las inversiones petroleras. Culpan al sector privado en lugar de denunciar la mala gestión del Estado y de los gobiernos locales, que no administran correctamente el canon proveniente del petróleo.
La pandemia está transformando las actividades económicas. Los intereses mundiales se concentran alrededor de estrategias globales. Pretender modernizar refinerías sin asegurar la producción propia de petróleo es un sinsentido. Asimismo, con la insistencia en regulaciones contrarias al mundo de hoy, las inversiones se irán al Atlántico y abandonarán el Pacífico. ¿El Perú seguirá condenando a importar recursos que posee?
COMENTARIOS