La peligrosa ampliación del Registro Informal de Formalizaci&oa...
Un reciente informe del Fondo Monetario Internacional señala que la República del Congo, en África, podría desplazar al Perú como segundo productor mundial de cobre. Según la información, el año pasado el Congo produjo 2.3 millones de toneladas métricas de cobre (TMC); mientras que el Perú, 2.4 millones de TMC. A nuestro entender se trata de una noticia devastadora, que revela el daño y la destrucción que causó al Perú el Gobierno de Pedo Castillo, el papel de las oenegés anticapitalistas en la construcción de mentiras y leyendas contra la inversión en recursos naturales y la acción violenta y radical de los sectores antimineros, que bloquean carreteras y asaltan concesiones mineras.
Como todos sabemos, Chile produce alrededor de 5 millones de TMC, lo que le otorga la condición de primer productor mundial de metal rojo. El Perú ha llegado a producir 2.5 millones de TMC, sobre todo por la Constitución de 1993 y las reformas económicas y legales de las últimas tres décadas. Sin embargo, el potencial del país es gigantesco con respecto al cobre. El Perú es el tercer país con mayores reservas cupríferas del planeta luego de Chile y Australia.
Algo que merece subrayarse es que el cobre es uno de los metales privilegiados de la IV Revolución Industrial, porque se emplea en la fabricación de autos eléctricos y el desarrollo de los equipos de energía alternativa, por su enorme capacidad de conducción. Se proyecta que en los próximos 15 años la demanda mundial de metal rojo subirá de 20 millones de TMC a 25 millones de TMC. Sin embargo, por el agotamiento natural de los yacimientos, la producción mundial pasará de 20 millones de TMC de la actualidad a 15 millones de TMC. Es decir, se avizora un déficit de 10 millones de TMC, que convertirá al cobre en un nuevo oro mundial, y el precio del metal rojo se incrementará significativamente.
Por todas estas consideraciones, de ninguna manera, el Perú puede perder su condición de segundo productor mundial de cobre. Para entender el daño que causan las narrativas y leyendas ambientalistas de las oenegés anticapitalistas y la acción del radicalismo antiminero vale señalar que por la paralización y retrasos en las inversiones y explotación de las minas Conga, El Galeno, La Granja y Michiquillay, el Perú ha dejado de producir cerca de 1 millón de TMC. En otras palabras, el llamado cinturón de cobre tiene el potencial de agregar alrededor del 40% de la producción de cobre nacional.
Desde Conga, en Cajamarca, hasta Tía María, en Arequipa, el efecto destructivo del anticapitalismo minero posterga las posibilidades de desarrollo del país, de crecimiento y de reducción de la pobreza en general. Se calcula que si el país materializara toda su cartera de inversiones mineras en cobre, la economía crecería por encima del 5% nacional y, en muy pocos años, la pobreza se reduciría debajo del 15% de la población nacional.
Pero eso no es todo. La estrategia de las oenegés anticapitalistas y el radicalismo antiminero en el llamado corredor minero del sur ha desplomado significativamente las posibilidades de producción anual de Las Bambas, una de las diez minas de cobre más grandes del planeta. Con una inversión de más de US$ 10,000 millones, Las Bambas tiene una proyección de producción anual de 400,000 TMC. Sin embargo, el año pasado, debido a los bloqueos antimineros y la invasión del tajo Chalcobamba, Las Bambas apenas produjo 220,000 TMC. Un verdadero crimen en contra de la economía y los pobres.
Los peruanos, entonces, de ninguna manera debemos permitir que el país pierda su condición de segundo productor mundial de cobre.
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