Los proyectos antisistema en el Perú, incuestionablemente, se p...
El progresismo nacional, que llevó al poder a Pedro Castillo y a Dina Boluarte, hoy suele enjuagarse la boca señalando que el gobierno de Boluarte es uno de la derecha. El motivo: las bancadas de la centro derecha se han convertido en las columnas que evitan la caída de Boluarte y el adelanto general de elecciones, mientras el progresismo alienta a las masas para quebrar el cronograma electoral.
¿Actúan bien las bancadas de la centro derecha? En realidad no existía alternativa, a menos que se mantuviera intacto el sistema institucional que llevó a Pedro Castillo al poder y produjo la actual tragedia nacional. A la luz de la elección de los nuevos miembros de la Junta Nacional de Justicia y la guerra que intentará desatar el progresismo convocando a las internacionales colectivistas de hoy (incluyendo la CIDH) para detener el proceso de elección que ellos mismos crearon, es evidente que el razonamiento de las centro derechas es correcto: no solo se debía mantener la institucionalidad porque así actúa cualquier demócrata, sino que la propia preservación de la institucionalidad está cancelando a la república caviar que evitó nuestro avance al desarrollo.
Planteadas las cosas así, es legítimo preguntarse si el gobierno de Boluarte es uno de la centro derecha. Y la economía es el ADN de cualquier geografía política. Si Martín Vizcarra y Pedro Castillo quebraron la institucionalidad de las últimas dos décadas, el gobierno de Boluarte ha erosionado el modelo macroeconómico con el descontrol del déficit fiscal. Si el modelo no se erosiona más es porque Dios sigue siendo peruano y don Julio Velarde en el BCR hace malabares con la política monetaria y el control de la inflación, evitando que la nave naufrague.
Sin embargo el déficit fiscal hasta junio de este año ya sumaba el 4% del PBI, no obstante que el propio Ejecutivo había cambiado la trayectoria del déficit del 2% al 2.8% del PBI. Luego de que el BCR proyectara que el déficit llegará al 3.3%, después de conocerse que la economía apenas superará el 3% de crecimiento y que, por lo tanto, la recaudación fiscal seguirá entre mal y peor, es evidente que no se cumplirán con las metas fiscales. ¿Por qué? Es la pregunta natural en un país que fue campeón mundial en el manejo de la variable del déficit fiscal. Por la sencilla razón de que la naturaleza del gobierno de Boluarte proviene de las izquierdas, de los colectivismos y los progresismos.
Cuando una administración de izquierda enfrenta un problema de déficit fiscal en las mentes de los funcionarios ni siquiera existe la posibilidad de considerar la reducción de gastos, ya sea por populismos desatados o por el manejo de sistemas irregulares en el gasto, por decir lo menos. Y algo de eso sucede en la gestión de Boluarte. El ministro de Economía, José Arista, será recordado como el ministro que aceptó el descontrol del déficit fiscal en el país y le dejó al próximo gobierno –si es que existe racionalidad en la próxima administración– la urgencia de un nuevo ajuste para los peruanos.
El economista Carlos Adrianzén, en la columna publicada hoy en este portal, insinúa que el Ejecutivo estaría considerando el aumento de impuestos a los ciudadanos, las empresas y los mercados para enfrentar el descontrol fiscal. Es otro de los síntomas que revela los nombres y los apellidos de cualquier administración de izquierda.
A ningún izquierdista se le ocurriría, por ejemplo, detener la sangría de recursos fiscales que desata Petroperú, reducir ministerios e infinidad de sinecuras progresistas que se han desarrollado en el Estado bajo las narrativas del ecologismo radical, la ideología de género o los derechos e identidades de algunos sectores o minorías. De ninguna manera.
La izquierda siempre ha creído que los impuestos a la sociedad y a los privados es una especie de gallina de huevos de oro que se puede explotar hasta terminar sacrificando a la gallina. Así ha sucedido a lo largo de los siglos XX y XXI. ¿Acaso alguien duda de la naturaleza de izquierda de la administración Boluarte?
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