Manuel Gago
Volviendo a la cruda realidad
Ante la asombrosa indiferencia de las mayorías
No obstante el entusiasmo de las últimas horas, provocado por la elección del nuevo presidente del Congreso de la República, José Williams, y los 30 años de la captura limpia y ejemplar de Abimael Guzmán, volvamos a la realidad cruda: nada extraordinario ha sucedido en las últimas dos décadas. La reducción de la pobreza (de 60% a 20% de la población), debido al avance económico, no es tomada en cuenta por las mayorías; menos su origen: el Capítulo Económico de la Constitución de 1993. La permanencia en la presidencia de Castillo es una muestra de la asombrosa pasividad de los ciudadanos frente a la improvisación, la ausencia de capacidades y, sobre todo, la visible orientación totalitaria del régimen.
Los 30,000 muertos provocados por el accionar terrorista, ¿no significan nada para esa mayoría? Es una indiferencia con tufo cómplice, que hace a los peruanos incapaces de manifestarse públicamente contra el maoísmo extremista que está avanzando frente a sus narices. Es de no creer. Es como si a nadie afectaran los precios altos en los mercados, ni la burla escenificada contra los niños con cáncer, ni el intento de extorsión al proveedor italiano de urea, ni las investigaciones fiscales contra la supuesta organización criminal existente en Palacio de Gobierno. Tampoco el nombramiento de prefectos y subprefectos, miembros de Movadef. Menos aún que Castillo no haya dicho una sola palabra favorable al ataque combinado de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas al campamento del narcoterrorista Raúl Quispe Palomino, “José”.
En este escenario sombrío, con un senderismo rehabilitado políticamente, la efectividad del oficialismo es evidente. A duras penas, pero avanza. Jaquea al país, ataca. Se burla de los congresistas en sus dominios; lo hizo Aníbal Torres, presidente del Consejo de Ministros, en la última visita al Parlamento. Es evidente, asimismo, el poco talante político de una oposición en circunstancias tan delicadas. Reacciona, pero mal; más traumada que atolondrada por la falta de votos para la vacancia. Los “niños” fueron captados sin mayor esfuerzo. Por un descuido casi logran la presidencia del Congreso. Los tentaron con obras públicas y cayeron. Cierta población, a pesar de sus tribulaciones diarias, también captada fácilmente, rendida, espera que otro se ocupe. Los ataques al Congreso gustan más. Sus errores son magnificados, aprovechados para hacer escarnio.
No nos engañemos, los asesores de Castillo continúan firmes. El plan es imponer la patria socialista. No se rinden, saben hacia donde ir. Movilizan cuadros propios y prestados. Hacen bulla en todos los espacios. Es muy activa su prensa “alternativa”. Sus portátiles, pagadas o no, están allí, poniendo el pecho.
Treinta años después, marxistas e izquierdistas cosechan frutos. Durante décadas sembraron discordia contra el capital, el mercado y la iniciativa privada. Usan los colegios públicos para enseñar que los ricos son los hijos del demonio. Atacan duramente al aprismo y al fujimorismo, sus principales oponentes. Los otros son fáciles de infiltrar y dominar. Tdos son acusados de “derechistas”, no otra cosa que frívolos y esnobistas, cometiendo los mismos vicios condenables. Populismo en lugar de docencia.
Treinta años después, ¿continúa vigente el pensamiento de Abimael Guzmán? Políticamente no ha sido arrinconado. Todo lo contrario. Las ideologías, cuando se interiorizan, se vuelven propósitos de vida. Y así, Perú es sitiado nuevamente por un puñado de aventureros que conocen las debilidades de esta sociedad. Castillo cosecha ese esfuerzo. ¿Hasta cuándo? Imagínese si otro izquiierdista ocupara su lugar, con mejores cualificaciones, desvinculado de la corrupción, libre de investigaciones en su contra. Hace rato serían realidad las nacionalizaciones, expropiaciones y control total de instituciones. ¿Qué hacer?, preguntan pocos. El resto sigue su camino, con total indiferencia; migrantes del mañana, culpables del desastre nacional.
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