Un nuevo desafío: 31 millones de peruanos

Finalmente el Instituto Nacional de Estadística e Informática dio a conocer los resultados del censo llevado a cabo en octubre del 2017. No obstante el tiempo transcurrido, algunos datos son relevantes, como la significativa disminución de la tasa de crecimiento poblacional en cuanto mejoró la economía y, por ende, la calidad de vida. En los años ochenta y noventa el incremento anual de la población era de 1.8%, y desde el 2000 en adelante es de 1% aproximadamente.

Esta caída recoge la valoración que la población hace de los beneficios alcanzados como consecuencia del cambio de rumbo y la derrota de la subversión. Cuando el país se integra al mundo y, en simultáneo ofrece seguridad física y jurídica a las inversiones, los ingresos de la mayoría de la población empiezan a incrementarse, disminuye la pobreza y se eleva el consumo, lo que ocasiona una virtuosa dinámica económica.

¿Cuál fue la decisión siguiente en las familias peruanas? Brindar la mejor calidad de educación a sus hijos. La sospecha de que el Estado no ofrece un servicio educativo acorde con sus expectativas hizo que las familias decidan optar por una escuela privada, más allá de si la calidad de la educación era la esperada. Renunciar voluntariamente a la gratuidad de la enseñanza y privilegiar la educación privada hizo que las familias auto limiten el número de hijos que deseaban tener. En adelante tendrían los hijos que pudiesen educar en una escuela privada (en Lima hay más estudiantes en instituciones privadas que en escuelas públicas).

La baja calidad, en general, de los servicios del Estado —educación, salud, seguridad ciudadana, infraestructura pública, transporte, etc.— hizo que en el ámbito familiar se antepongan otros criterios. Los hijos, varones o mujeres, debían contar con mayores competencias en cuanto a su formación, cobertura de salud (pública, semipública —Essalud— o privada).

El desarrollo económico también impulsa el disfrute personal. El número de viajes al interior del país se incrementa, así como aquellos orientados hacia el exterior; e inclusive los traslados de una ciudad a otra en busca de mayores oportunidades. Un gran número de hijos hubiese limitado el disfrute y la consecución de algunos objetivos familiares, por eso también la auto limitación contribuyó a disminuir voluntariamente el crecimiento poblacional.

Sin embargo, pese a ello, la Población Económicamente Activa (PEA) se incrementó de 57% a 61.7% entre los años 1993-2017, lo que representa una ventaja en términos de bono poblacional. A diferencia de los países desarrollados, donde su PEA disminuye, en el Perú todavía tenemos una población joven en edad de trabajar. En ese sentido, la preocupación por la acreditación de los centros de educación superior y los de educación técnica, y la obtención del bachillerato internacional, ofrecido por muchas instituciones de educación básica regular, demuestran que los hacedores de políticas públicas recién están entendiendo que las familias siempre están en la búsqueda de incrementar sus niveles de bienestar.

Empero, es necesario que las administraciones gubernamentales entiendan que, en simultáneo, se tiene que generar oportunidades de inversión para que haya empleo de calidad y capaz de absorber una población más capacitada y competitiva. El mal ejemplo venezolano resulta ilustrativo, muchos de sus profesionales abandonan su país porque no les ofrece oportunidades de realización. Para que dicho fenómeno no se repita en nuestro país es necesario que las autoridades tomen prontas decisiones de inversión, antes de que frustren la esperanza de miles de jóvenes, quienes conjuntamente con sus familias creen que la educación representa progreso.