Raúl Mendoza Cánepa
Think tank liberal
Los liberales no logran trascender la coyuntura política
Mientras la izquierda se apropiaba de los derechos humanos, hacía un lobby jurídico en los espacios internacionales, contrataba con las agencias cooperantes e introducía temas que servirían de discurso a movimientos como el de Evo Morales (pluriculturalidad) o a movidas como el feminismo radical, ¿qué hacía la derecha? Hacía empresa, y empresa mercantilista en muchos casos.
Hace varios años un grupo de liberales peregrinamos entre oficina y oficina de grandes empresarios, buscamos a liberales notables, invocamos a la derecha liberal para la formación de un patronato de una oenegé liberal; pero nada. A la derecha liberal no le interesaba la doctrina ni la formación ni los think tanks, solo le importaba hacer negocios. Mientras la izquierda hacía lobby en Europa para lograr fondos suecos o suizos, la derecha trataba de hacerlos con el Estado para lograr mejores condiciones para ellos mismos …
Mientras Sendero Luminoso se organizaba en su guerra atemporal para emboscar al Estado dos décadas después, la derecha se enriquecía, y si formaba partidos, estos servían para lograr el poder y tornar la técnica de gobernar en negocio. En gran medida la corrupción estructural es consecuencia de esa derecha mercantilista que no quiso recrear un Partido Civil ni organizar un proyecto modernista como el de Manuel Pardo en el siglo XIX, sino seguir el camino de los consolidados de Ramón Castilla y José Rufino Echenique y el de los consignatarios que aportaron a que la prosperidad del guano sea falaz.
Y así, conscientes de la indolencia de los derechistas liberales notables y de las billeteras gordas, pero indispuestas de las fundaciones amigas, veíamos como hasta revistas formadoras como Perfiles Liberales se deshacían, mientras Antauro Humala se movilizaba con sus reservistas creando contenidos, perfilando revistas.
¿Hubo alguna oenegé que hiciera frente a Sendero reinventado o que contratara abogados para ayudar a los militares perseguidos? ¿Quién, desde afuera, rastreó las contradicciones del cuestionable testigo Ogura contra los comandos Chavín de Huántar? ¿Por qué la sociedad civil fue de izquierda?
Ni para ponerse de acuerdo sirve cuando se trata de dar batalla al estatismo populista. Si Hernando de Soto y Rafael López Aliaga hubieran hecho una alianza, Pedro Castillo no pasaba o hubiera competido contra uno de ellos y no contra Keiko Fujimori, que ya nos había puesto al filo con Alan García II (que, por suerte, fue estadista porque gobernó como derecha liberal) y con Ollanta Humala, felizmente arrastrado hacia una hoja de ruta.
El think tank es un laboratorio de ideas, un gabinete que crea contenidos e investigaciones trascendentes (¿Hay un IEP liberal?). Es, también, un equipo de sensibilización y un creador original como lo fue el Instituto Libertad y Democracia, que hizo de El otro sendero materia de doctrina del capitalismo popular, dando al liberalismo una respuesta, aunque tardía, a los Siete Ensayos de José Carlos Mariátegui, a La Realidad Nacional de Víctor Andrés Belaunde y a El antiimperialismo y el APRA de Víctor Raúl Haya de la Torre. Cada uno fue un sustrato ideológico de la praxis político partidaria, lo que no pasó con El otro sendero. Los liberales solo saben de coyunturas, forman partidos para la historia, para los jóvenes, a los que abandonan en la derrota: ¿Y el Movimiento Libertad?
Ojalá hayamos aprendido algo de la historia.
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