Hugo Neira

Textos peruanos para conocer

De César Vallejo a José F. Sánchez Carrión

Textos peruanos para conocer
Hugo Neira
09 de enero del 2023


Una novedad. Regularmente, acaso cada semana, en este mismo portal, quisiera ocuparme del conocimiento, de la cultura, en dos partes. Primero, cómo Perú llegó a emanciparse, a la autonomía proclamada en 1821 y lo que le sigue. Para enriquecer la formación intelectual en Historia, se necesita saber cuáles son los textos decisivos. Aquí les daremos las referencias y unos fragmentos que servirán para los escolares y los maestros. Segundo, recordar a nuestros poetas, lo mejor que hemos tenido, la creatividad hispanoamericana. 

Hoy hemos elegido un texto de 1822 de José Faustino Sánchez Carrión editado por La Abeja Republicana. La casa editorial era partidaria de salir de la dominación española. No todo fue guerra y sangre sino argumentos, como se podrá apreciar. El texto completo está en mi libro Dos siglos de pensamientos de peruanos, publicado por la editorial Ricardo Palma en el 2021, pp. 83-92. 

1.- Carta sobre la Inadaptabilidad del Gobierno Monárquico al Estado Libre del Perú

Sayán, agosto 6 de 1822

Señor Editor de La Abeja Republicana:

Muy señor mío: con fecha 1º de marzo último dirigí al Editor del Correo Mercantil de esa ciudad una carta sobre la inadaptabilidad del gobierno monárquico al Estado libre del Perú; y la suerte de este desgraciado papel fue la de un niño, a quien le cortan la cabeza al tiempo de nacer. Su padre y madre que soy yo, y el Editor, que le sirvió de comadre tuvimos que encomendarnos al ángel de la guarda, y a San Juan de Nepomuceno. Pero, serenado el mar, y al abrigo de buen puerto, según las últimas noticias que me escriben, y papeles públicos, que he visto, molesto a Ud. con la cartita, suplicándole que la imprima en su periódico toda entera menos porque lo merezca que por guardar el hilo del discurso, cortado en marzo, advirtiéndole, que seguiría callado, si varias personas, a quienes respeto mucho, no me hubieran estimulado mucho a esta remisión.

Digo a Ud. con la modernísima:
Que le aseguren los sentimientos de toda consideración y aprecio.
El Solitario de Sayán

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Sayán, marzo 1º de 1822

Muy señor mío: acaba de llegar a mis manos la gaceta de 23 del próximo pasado mes de febrero, en que se han indicado al público tres importantísimas cuestiones, que por la primera vez, van a ocupar la atención de la Sociedad Patriótica. Ninguna de ellas puede estimarse como menos interesante; pues que todas tienden directamente a la consolidación del sistema y a la gloria nacional. Sin embargo, la primera, como que en ella se trata de indagar, cual deba ser el régimen que constituya la sociedad peruana, creo que haya llamado toda la contemplación de los socios, y que tenga en movimiento a los pensadores de esa capital, y aún a los que sólo oyen de pie parado a los oráculos de la sabiduría. Por lo que a mi toca que soy de este indefinido número, he entrado en una agitación extraordinaria desde el momento, en que leí la gaceta: porque, amigo mío, también soy de la familia, y es muy regular, que al discutirse puntos relativos a su conservación y felicidad, levante mi cabeza, y siquiera pregunte lo que sucede en casa.

Por consiguiente, ya no extrañará Ud. que me proponga hacer algunas ligeras observaciones sobre la forma de gobierno más adaptable al estado peruano, según su extensión, población, costumbres y grado que ocupa en la escala de la civilización, a pesar de que no poseo, ni los talentos, ni las luces necesarias, ni que las circunstancias de mi quebrantada salud me permiten traspasar los límites de una carta. Mas, sí tendré mucho cuidado en omitir todo lo que huela a erudición insípida e impertinente, respecto de que no se trata de ostentar lo que se ha leído, ni cubrir con apóstrofes y exclamaciones lo que se ha dejado de leer. Ventilamos una cuestión práctica y trascendental a generaciones enteras, y que, si se resuelve con otros datos, que no sean tomados de las mismas cosas, según naturalmente vengan, somos perdidos, sin que ningún poder humano pueda remediarlo. Así, pues, desde este instante: fuera pasiones viles de adulación o de interés: lejos de mis afecciones particulares, esperanza y temores: y cuanto pueda empañar el esplendor de la verdad. No es esta una negociación de gente privada, ni se ha propuesto esclarecer la sucesión de un mayorazgo. Como seamos establemente libres: como nuestra tierra llegue al último punto de engrandecimiento: como acumule toda su riqueza, y se desenvuelva a influjo de gobierno el genio de la industria, y del comercio, y de la agricultura sobre su fértil suelo: como se afiance el procomunal perennemente: como la fatal discordia aparte de nosotros su formidable tea, bajo una administración adecuada al mínimum de nuestros males, y al máximun de nuestros bienes; y como por fin gustemos en dulce contentamiento los frutos de tan costosos sacrificios, a la sombra del árbol de la independencia; he allí el objeto de todas nuestras inquisiciones. Y todo lo que le sea incongruente, que se separe, y vaya a entretener la afición de viles egoístas, de infames mercenarios […].

2.- Y segundo tema, un poema de Vallejo, nuestro gran creador, que José Miguel Oviedo había situado “entre la agonía y la esperanza”. Oviedo, como sabemos, ha dirigido la colección Historia de la literatura hispanoamericana. Aquí nos detendremos en el volumen 3, “Posmodernismo, vanguardia y regionalismo”. Limeño, literario, profesor universitario en la PUCP y luego en Inglaterra y Estados Unidos, era un gran crítico literario que les recomiendo que lean. Desconocer la historia y no darla a conocer es la prueba de que vivimos en otro siglo. Pero dejemos de lado nuestros vicios y recordemos Los heraldos negros de 1918, poemas que escribió en su etapa limeña y son 69. De ellos, Oviedo dice que “son de desigual extensión e intensidad poética, con una tensión interna”: por un lado, una “tendencia decorativa y sentimental” influida por el modernismo, y por otro, “su acento personal, mucho más despojado, auténtico y dramático, capaz de sugerir ambiguos estados existenciales sin tener que describirlos”. 

Al callar la orquesta, pasean veladas
sombras femeninas bajo los ramajes,
por cuya hojarasca se filtran heladas
quimeras de luna, pálidos celajes
(“Nochebuena”)

Prenderé para Tilia, en la tragedia,
la gota de fragor que hay en mis labios,
y el labio, al encresparse para el beso,
se partirá en cien pétalos sagrados.
Tilia tendrá el puñal,
el puñal floricida y auroral
(“Ascuas”)

Pero el poema que refleja “la esencial anomalía de la voz vallejiana” según Oviedo, es “Los heraldos negros”, cuya estrofa inicial es “del todo irregular”:

Hay golpes en la vida tan fuertes…¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios, como si ante ellos
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

“Obsérvese —dice Oviedo— que Vallejo no menciona el dolor o su causa, sino su efecto. Este procedimiento metonímico configura el poema como una estructura montada para conmovernos y convencernos de la inevitabilidad del dolor: esos golpes son los ‘heraldos negros que nos manda la muerte’; presagios del mayor dolor de todos y el más inevitable. Venimos aquí a sufrir y a morir”.

El gran Vallejo…

Hugo Neira
09 de enero del 2023

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