Hugo Neira
Soberanía y fútbol
La Corte de Costa Rica cuestiona la soberanía del Perú
Comencemos por lo primero, la patria. Todos los peruanos estamos informados de la resolución reciente de la Corte de Costa Rica sobre el indulto al expresidente Alberto Fujimori, decisión que tomó Pedro Pablo Kuczynski mientras era presidente de esta República. El periodista que soy se inclina ante la tiranía de la actualidad. Y es lo que hago. Sin embargo, para esta nota, para responder a esta cuestión, llama en su auxilio al profesor de ciencias políticas y sociales que también soy. Y en consecuencia abordo ese tema desde una cuestión esencial. ¿Qué es la soberanía del Estado? El amable lector me perdonará por esta disgresión. Es necesario hacerlo. Porque no voy a dar una opinión personal sino a situar ese tema desde la perspectiva de la comunidad científica. O sea, de la manera como se piensa y se enfrentan esos conflictos desde la razón y el respeto a los pueblos y naciones. Podría ser Irlanda, Angola o Pakistán, pero se está cuestionando nuestro derecho a tener Estado y mandatarios.
Lo que llamamos Estado es reciente. En ciencias políticas no nos ocupamos de los Estados antiguos, del Egipto de los faraones ni de la China antigua o Roma imperial. Historiadores y teóricos de la política hace un buen tiempo se han puesto de acuerdo en que lo que hoy llamamos Estado es un “cuerpo político”, que se ha desarrollado en Europa como resultado del Renacimiento y la Reforma. Su etimología aparece en el XIV y el XVI, según Mager, desde la palabra “estatus”, usada para denotar la condición, el oficio, los ingresos y la dignidad del príncipe, el status regalis. Con el tiempo se convierte en el concepto actual. Pero ese concepto de Estado moderno no puede separarse de otro, decisivo. El concepto de soberanía. Más claramente, si un Estado no es soberano, entonces, no es propiamente Estado.
La idea de soberanía la plantea Bodin (1530-1596) —o Bodino como dicen los españoles—. Un monje de Notre-Dame-de-Carmès, que abjura. Luego, como jurista y filósofo, escribe su muy conocido tratado Los seis libros de la República, de 1576, cuando se estaban instalando en el Perú los conquistadores. Debo decir algo personal. Conozco solo a un peruano que haya leído a fondo a Bodin. Esa persona es Víctor Raúl Haya de la Torre. De eso conversamos en París.
Volviendo a Bodin. ¿Qué es soberanía? Es cuando una magistratura pública está dotada de un derecho no discutible. “Cuando el soberano toma una decisión en una situación extrema”. Y esto es decisivo: sin consultar a una instancia superior. Hoy no la hay, felizmente. Es decir, si el presidente de Uruguay o de Indonesia o Portugal toma el teléfono para preguntarle a alguien la venia para dar un paso, entonces, mis queridos compatriotas peruanos, en ese momento, ya no hay Estado, ni esa estructura compuesta de pueblo y mandatario. Porque la soberanía de Bodin —lo digo para los abogados y juristas— no solo formaba un cuerpo político autónomo, sino un derecho positivo. Presidente y pueblo, ambas entidades van juntas. Y eso es el Estado moderno. El tiempo de Bodin era el de las guerras de religión. Protestantes contra católicos, y viceversa. ¿De quién o quiénes se estaban poniendo a salvo? En ese momento, de los imperios y del Papa.
La soberanía ha pasado al lenguaje común. Recuerdo los momentos en que, siendo profesor titular en Francia, el jurado de una tesis, al firmar su opinión, decía lo siguente: “como comité soberano, etc.”. Eso quería decir, sencillamente, nadie puede discutirnos. Ni el rector, ni el ministro de Educación, ni el presidente de la República.
En nuestros días, hay entidades internacionales. El Banco Mundial, el FMI. Pero no hay presidente del mundo. Guste o no, hay Estados. Y se acrecienta su número. En 1945, tras la terrible Segunda Guerra Mundial, eran 51. En el 2012 son 193. Y solo en Europa hay 42 movimientos regionales. Si Cataluña o Irlanda se emancipan serán soberanas. Por cierto, existe al mismo tiempo una barbarie contemporánea. Las Cortes, como La Haya, están para protegernos en caso de que el Estado de derecho sea reemplazado por un Estado tirano. ¡Pero no para gobernarnos! Además, ese comunicado desde Costa Rica es insolente. Se permiten establecer fechas, seis meses. ¡Qué se han creído!
Ponen en cuestión el derecho fundamental del Gobierno del Perú, el de tomar decisiones. En particular, las más difíciles, como el indulto a Fujimori. De paso debo decir que nunca me simpatizó su Gobierno. La prueba, mi libro Hacia la tercera mitad. Por otra parte, no tengo ningún nexo o relación política con PPK. Pero si el presidente fuera Perico de los Palotes y el indulto cayera sobre alguien que me cae mal, es igual. A la soberanía no se la discute. O pasamos a ser manejados por virreyes.
Señor presidente Vizcarra, monte un comité. Usted ni debe contestarles. De paso, un consejo: tenga un vocero, como lo hacen en Washington, no se meta en pequeñeces. Esa entidad espera la opinión del Tribunal Constitucional. No buscan la justicia sino dividir a las instituciones y, de paso, a los peruanos. Y por humanidad, ocúpese de las víctimas y familiares. No litigue con lo que no tiene legitimidad alguna. ¿Acaso los hemos elegido? Siga mi consejo, el Perú quiere un mandatario que se ocupe de sus problemas. Nada peor que un Gobierno sin conciencia de su propia potestad. O sea, el derecho específico que tenían los reyes, el de perdonar. Hoy lo tienen los presidentes. Y no se discute. ¡Dios mío, qué nivel! No se discuten los indultos. Moralmente, sí. Jurídicamente, no.
Posdata: Y ahora me voy a ver el Mundial. Formidable, México no solo ganó a Alemania sino que jugó todo el tiempo mejor.