Raúl Mendoza Cánepa
Retroceso y avance
El crecimiento económico y la caída de la inversión minera
El Presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, fue pródigo al elogiar la vía del progreso desde los noventa hasta el 2011. No entró en detalles, pero para la platea fue notorio que la gestión de Ollanta Humala no siguió esa misma línea. Colocados los cimientos legales de una política de libertad económica y menor injerencia del Estado, se logró un resultado impecable. No se trata de ser fujimoristas, toledistas o alanistas, sino de asumir que el modelo económico es funcional. Abierta la economía peruana al mundo en la última década (desde el 2001) el nivel de pobreza se ha reducido a la mitad, de 54 a 27%. Un logro que Zavala, sin precisar esta cifra, hizo bien en reconocer después. Los sueldos crecieron 6% anual hasta el 2013 (con una inflación baja). Si vamos aún más atrás, desde 1991 hasta el 2011 (dos décadas), los resultados fueron extraordinarios, si la meta era llegar al Bicentenario con un país de clases emergentes: el Perú en esos veinte años cuadriplicó su PBI por habitante.
También es importante saber cómo y por qué los auspiciosos indicadores se ralentizaron durante el gobierno de Ollanta Humala. No es que el gobierno de Humala registre solo notas en rojo. Debemos reconocer que la educación creció y que Humala tuvo el buen tino de no introducirnos en el infierno chavista y que respetó la institucionalidad. Es su mérito, pero la herencia económica no es buena. La gestión que precede a la de PPK incrementó la brecha del déficit fiscal hasta 3%. Para ser más precisos, se esperaba 2.5% hasta fines de julio, y fue de 3.3% del PBI durante el cambio de gobierno. Lo dice el MEF: la inversión pública total cayó 23% cada año desde el 2011. Pese a que la inclusión social fue el eje de la gestión anterior, se decreció en salud y nutrición...
Una de las claves de ese retroceso, además de la improvisación, fue la caída de la inversión minera. Según el Instituto Fraser, de Canadá, Perú retrocedió diez puestos en el índice de las zonas más atractivas para la inversión minera en el mundo. Grave. Al margen de factores exógenos, como los precios internacionales, el desincentivo creció por el contexto social. Tomemos en cuenta que la caída de los ingresos tributarios se debió especialmente a la caída de la inversión minera, y más precisamente a la paralización de proyectos. Menos ingresos, más déficit.
Por otro lado, el gobierno no supo diferenciar políticas de programas. Son las políticas las que dan empleo e ingresos sostenibles, y tienen relación con la seguridad e incentivo a las inversiones privadas. El desarrollo económico es naturalmente inclusivo, y un mecanismo de inclusión es la formalización. Pese a esto, las políticas fiscales no incidieron en el crecimiento, lo ralentizaron. Si se redujeron los ingresos tributarios por causa de la paralización minera, el gobierno debió enfocarse en el problema; pero miró hacia otro lado, disparó sus balas para llenar caja reprimiendo y coactando a los pequeños y medianos negocios, llevándolos hacia la informalidad o la quiebra. La lógica de un buen gobierno y de una real inclusión es generar incentivos para formalizar la economía. El sector informal, que no tributa, suma el 20% de nuestro PBI. El grueso de las empresas son informales. Si hacemos la operación respectiva, sabremos lo que el Estado pierde en la recaudación cuando espanta a los informales, generalmente pequeños y medianos negocios que eluden la sobrecarga de costos para funcionar.
La reducción de impuestos y la simplificación administrativa, la flexibilización en general, así como la recuperación de la minería, son factores claves para tornar los pasos hacia el rumbo del crecimiento y la reducción de la pobreza. El círculo virtuoso de una economía emergente es el siguiente: menos obstáculos administrativos, menos imposiciones fiscales y menos costos en general; ergo, más inversión. A más inversión, más recaudación; y a más recaudación, más dinero estatal para la política social, mejores sueldos para policías y maestros, mejores servicios, más cobertura. Es decir menos cargas, más crecimiento, menos pobreza. Que esa sea la línea que nos oriente en lo sucesivo.
Raúl Mendoza Cánepa
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