Iván Arenas
¿Qué es ser de izquierda hoy?
Sobre los nodos pretenciosos o patéticos que unen a la zurda marxista.
“Para lejos me lo fías”, repetía Don Juan Tenorio. En ese gran firmamento donde las estrellas de la izquierda brillan separadas millones de kilómetros, incapaces de convivencia o concordancia, tirios y troyanos se preguntarán qué es ser de izquierda hoy. Cuestión de tacto, suerte o análisis duro y puro, la pregunta sobrepasa el límite razonable lleno de contradicciones. “¡Para bien lejos me lo fías!” volvería a repetir Don Juan si tuviera que responder tamaña pregunta. Los nodos que unen a la izquierda podrían ser los siguientes:
Uno. “Es un deber moral ser de izquierda”, la sentencia proviene de uno de los peruanos con mayor influencia mediática; el reputado cocinero Gastón Acurio. Hijo de un connotado acciopopulista, Acurio refrendaba aquella perorata vieja y trágica con que la izquierda criolla y de todos los confines del mundo hace alarde de una supremacía en el sentido moral más puro. Es decir, de este lado de la raya los adanistas forjadores de un mundo nuevo con un hombre nuevo, y por allá los hijos del gran capital. ¿Habrá reparado Acurio que él es un hijo de la creación de la riqueza? Sus palabras fueron música para los oídos de muchas izquierdas, especialmente para aquellos que ahora deleitan sus caros platillos sin abandonar la conciencia de clase.
Dos. Primero el “anti aprismo” y hoy el “anti fujimorismo”. “El voto anti aprista es el único mayoritario en el Perú”, dijo Carlos Malpica, en Marka, en 1980. El odio al APRA ha superado el límite de la sensatez para ser poseído por la crisis patológica. Semanas atrás el congresista Sergio Tejada, saltimbanqui moderno, dijo que la “unidad popular” (léase unidad de la izquierda marxista) surge teniendo como punto la oposición al APRA y el fujimorismo. ¿Cómo es posible aseveración tan delicada? La izquierda debiera construirse no como oposición sino como alternativa, y esto no se hace a última hora esperando el tren de Yehude. No hay éxito electoral sino se construye organización. Pero, como diría Cantinflas, “ahí está el detalle”. Desde el tuit uno es poderoso, pero construyan un partido y verán cómo se sufre.
Tres. Los DD.HH. Hace semanas Nicolás Lynch dijo que Venezuela es una democracia. Tanta fue la ira que el profesor Levitsky demandó una postura real de los zurdos. El mejor grito es el silencio y si es cómplice mejor. Que los pulpines tengan razones para protestar es obvio, esto es democracia, pero cientos de jóvenes han sido asesinados por las hordas chavistas y de eso la izquierda no ha hecho contricción. Como con Cuba y acaso con Stalin. Guantánamo es igual que las cárceles políticas en La Habana.
Cuatro. ¡Oro no, agua sí! Es una verdad que hay mucho culpable en los conflictos sociales y ambientales. Estado, empresa y la sociedad civil. Pero nos gustaría ver a Marco Arana izando bandera contra la minería informal con la energía y dedicación como lo hace con las empresas. ¿Es mucho pedir?. Que las empresas mineras tienen gran culpa en la novela nadie lo niega, pero que son parte de la solución también es cierto. Si las empresas fuesen estatales no habría ni Goyos ni Aranas, es que todo tiene un límite, la verdadera lucha es contra el capitalismo no contra la minería. Nadie duda que hoy en China los fusilarían por atentar contra las “fuerzas productivas”.
Por Iván Arenas
29 - Abr - 2015
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