Jorge Varela

Pragmatismo comunista y objetivos hegemónicos

¿Hacia dónde se dirige Chile?

Pragmatismo comunista y objetivos hegemónicos
Jorge Varela
11 de enero del 2022


Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista chileno (PCCh), refiriéndose a la posibilidad de dialogar con los partidos de derecha que conformarán la oposición a Gabriel Boric, ha declarado que “hay puntos en los cuales necesitamos ponernos de acuerdo”. Con esas palabras abordó los dichos del Mandatario electo, Gabriel Boric, sobre establecer contactos con el señalado sector. (Portal de noticias
Emol, 1 de enero de 2022). “Hay derechas y derechas. Yo creo que el anticomunismo más rabioso fue derrotado ampliamente y ya hay voces de la propia derecha que se levantan diciendo que ese fue su error fundamental”, agregó el mandamás del PCCh. “Hay una parte de la derecha con la que se puede conversar, razonar. Lo mejor es entenderse”, aseveró. No obstante, recalcó que eso no quiere decir que vayan a andar tomados de la mano. 


¿Hacia una especie de Estado maquiavélico?

¿Cómo puede interpretarse este pragmatismo típico de Teillier? ¿Miedo al futuro? ¿Temor al fracaso? ¿Preparación anticipada de excusas? ¿O intento de colocarse el parche antes del desastre que podría ocurrir? Nada debería sorprendernos. Chile atraviesa por un momento político que puede calificarse de pre-maquiavélico, el que podría derivar en un Estado de similar naturaleza. 

Teillier se ha olvidado que el Comité Central, en su Informe Político al XXVI Congreso de su partido, planteó que “las alianzas políticas hoy deben ajustarse a la línea de los partidos y movimientos sociales con vocación antineoliberales y antipatriarcales”. Es decir, “que estén por cambiar el modelo neoliberal en toda su extensión, sin relativizaciones ni medias tintas”. En dicho documento se señaló que “hay que avanzar hacia la hegemonía democrática que necesitan las fuerzas sociales y políticas antineoliberales para derrotar a la derecha”, y para impedir que sectores que han estado por consensos y acuerdos con ella, impongan sus posiciones restauradoras de diversas formas de neoliberalismo.

En el mismo Informe se sostuvo la necesidad de una “ruptura democrática y constitucional” y de “rodear con la movilización de masas el desarrollo de la Convención Constitucional”, lo que es congruente con las referencias al ‘leninismo’ que transcriben los acuerdos del citado Congreso, terminología que resurgió después de desaparecer de los textos oficiales durante un tiempo. Según el referido Informe “las normas leninistas para nosotros (los comunistas) son parte de una tradición revolucionaria que ha permitido al Partido seguir adelante” (Informe Político del Comité Central al XXVI Congreso, diciembre de 2020).

El PCCh se ha comportado históricamente como un partido ortodoxo y nunca ha abandonado su adscripción sumisa al marxismo-leninismo, pozo del cual continúa extrayendo artilugios y fórmulas estratégicas para acceder al poder y coparlo. Y siempre atento a su presa, como ese felino que primero estudia y olfatea antes de atrapar y devorar. 


La conquista del poder: un objetivo estratégico claro 

Desde sus orígenes (en 1912) el viejo PCCh ha persistido en un objetivo estratégico claro: la conquista del poder a través de cualquier medio. En ello los camaradas han sido consecuentes y obsesivos. En sus más de cien años de existencia han conocido momentos fecundos y momentos duros; pero porfiados como son –recuérdese que en las salitreras nortinas eran conocidos por el apodo de ‘cabezas de piedra’– han resistido la persecución, el exilio, la eliminación y los embates de sus adversarios. Su historia ha sido construida sobre la vida y no-vida de muchos militantes y en lo interno sobre la obediencia rígida impuesta a estos. El ‘principio del centralismo democrático’ existe y se aplica, pues no es un constructo etéreo, sino un verdadero sistema de sumisión. Desde Luis Emilio Recabarren a Luis Corvalán y Guillermo Teillier, no ha habido vacilaciones, ni titubeos para condenar a la disidencia. 

En el terreno de la acción pública concreta ‘el aparato’ nunca ha sido renuente a la hora de promover el levantamiento de masas, el empleo de la violencia y la insurrección como vía legítima. 

Hoy los dirigentes del PCCh están convencidos de que cuentan con una ‘mayoría social’ manipulable y no parecen estar dispuestos a desaprovechar esta oportunidad para avanzar. Es lo que se vio en la reciente elección de directiva de la Convención Constituyente, donde los convencionales comunistas impidieron el acceso a quienes podrían estar más cerca del centrismo moderado que del radicalismo iliberal.

El comunismo chileno es el caso real, empírico, de ese ente político que acepta y difunde verdades preconcebidas, absolutas y finales; de modo que sus alardes de pragmatismo chocan contra sus propios contenidos hegemónicos. Su instinto autoritario de dominación lo transfigura, convirtiéndolo en una pieza arqueológica digna de museo.

Jorge Varela
11 de enero del 2022

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