Hugo Neira
PORTUGAL. BRASIL. UN ANTECEDENTE: LOS BANDEIRANTES
Brasil siempre ha aspirado a ser un subimperialismo
La era Odebrecht. Sus consecuencias. ¿Pensar en otra cosa? Me cuesta. Y eso que no estoy físicamente en Perú. Como siempre, aprovecho del verano sin clases para mis viajes y entonces, en otro lugar que no sea Lima, me encierro, me enfrailo como un cartujo para trabajar. Y luego de la pitanza (comida casera) y la tarea (cada día varias páginas), trato de saber qué pasa en el mundo. Y en los diarios limeños, muy bueno lo tuyo, Jaime de Althaus. Ya era hora de otra mirada al vecino Brasil. Está cerca y nos fascina, que si el fútbol, los carnavales, las garotas. Pero no solo es eso. Como en nuestras escuelas no se enseña historia de los países vecinos, conviene evocar un antecedente. El Brasil colonial permitía la esclavitud de los indios –prohibida en la América española– y sus bandeirantes, grupos armados, excursionaron por Paraguay y el norte argentino capturando indios para esclavizarlos. Entre latinoamericanos, ¿podemos colonizarnos? Lo de Odebrecht es una suerte de colonización. Brasil siempre ha aspirado a ser un subimperialismo. Bravo, Jaime, tu artículo es indignado y vaya, como de izquierda.
Pero, por analogía, en estos días me acuerdo del Portugal de la Revolución de los Claveles y de Mario Soares, que se acaba de morir.
En la madrugada del 25 de abril de 1974, en Lisboa, a las 00:25, en la radio Renascença, se escucha una canción, “Grândola, Vila Morena”, que habla de una aldea y de una revolución. Tonada conocidísima y prohibida por el régimen. Es una señal, y el mayor Otelo Saraiva de Carvalho, en el cuartel de la Pontinha, pone en marcha a los “capitanes de abril” que, según un plan previo, toman aeropuertos y las instalaciones del gobierno civil. Más tarde, unidades de la Marina de Guerra se adhieren a la revuelta, y al amanecer, las calles de Lisboa estaban llenas de gente. Y entonces, en la plaza del Rossio, donde se situaron los tanques de los sublevados que esperaban órdenes, una muchacha extiende un clavel a un soldado que lo coloca en la boca de su fusil. Fue el bautizo de la Revolução dos Cravos. Con la revolución de los claveles regresaron del exilio el socialista Mario Soares y el comunista Álvaro Cunhal. Al año siguiente se celebraron elecciones constituyentes. Tras 40 años.
Al pasar del tiempo, miramos esos acontecimientos con los ojos puestos en el fin del franquismo y lo que llamamos la Transición Española. El origen del actual régimen monárquico-parlamentario en Madrid. Pero Portugal fue anterior, 1974. Yo he visto a los españoles, asombrados, viniendo a visitar Lisboa. No era para menos. Hubo una España y un Portugal fascistas que sobrevivieron por largos años. Y el Franco portugués, Antonio Oliveira Salazar, dictador desde 1926, un Estado Novo, todavía más replegado que el español. Franco inició un proceso industrial. Salazar detestaba toda forma de modernidad. Su propósito era mantener un vastísimo imperio colonial. Y el Ejército portugués mantuvo una larga guerra en sus colonias africanas. Y de pronto, un puñado de capitanes pone fin al gobierno de Caetano, un profesor de derecho (Salazar había muerto). Es el fin espectacular del imperio colonial, de la dictadura y del propio retraso. Unos 500,000 portugueses regresaron del África, entre ellos, los ex soldados.
En abril de 1974, dirigía el diario Correo. Aquella inesperada revolución de militares de izquierda en Europa no podía dejarnos indiferentes. Viajé y no fui el único. Y de otros diarios, Raúl Vargas, Mirko Lauer. Correo se quedó en buenas manos: Francisco Guerra García, Julio Ortega, que había renunciado a su puesto de profesor en USA. Y en la jefatura de redacción, Julio Higachi, cargo que había ocupado cuando Banchero y antes de la expropiación. Me había tomado la libertad de incorporar al humorista antivelasquista Sofocleto, cuya columna nos sacaba el ancho. Para compensar esa derechización, tuvimos artículos críticos de Ricardo Letts. Con un público de derechas y de izquierdas, vendíamos más que El Comercio y La Prensa de la época. No te preocupes Aldo, el tiraje fue descomunal.
Lo de “los claveles” fue un sueño imposible. ¿Un régimen militar semianarquista en el costado atlántico de Europa? El poder volvió a los civiles. En cuanto a los militares radicales, Otelo, el de los claveles, como Leonidas Rodríguez en Perú, se presentó a las elecciones. Castro lo alaba: “Cuba y Portugal, unidos vencerán”. Y lo hace perder. Saca muy pocos votos. Luego estuvo con subversivos, imaginemos al exjefe del SINAMOS al lado del MRTA. Más o menos eso, y lo condenan a prisión. Pero era tan popular que no tienen más remedio que dejarlo libre. Un ícono. Entre tanto, Soares lleva a Portugal a un régimen institucional. Ya sin colonias, se vuelve un modesto país europeo. ¿Modesto? Con apenas 5,3 millones de empleos activos, produce unos US$ 219,9 billones como PBI. Un poquito más que el Perú. Pero el ingreso per cápita de un portugués es de US$ 20,000. Por encima de Argentina, México, Chile. Las ventajas que se obtienen cuando un país deja de vivir de rentas coloniales y adquiere una democracia con servicios públicos, salarios altos y empleos estables, ¿interesante, no? Europa es otro capitalismo. Brasil otro, con bandeirantes en el capitalismo del siglo XXI.
Por Hugo Neira