Lucy es chilena

En 1980, después de 12 de años de dictadura militar socialista, participé en el proceso electoral siendo personero del Partido Aprista Peruano (PAP). Otras personas de mi edad participaron como miembros de mesa sin condicionar retribución alguna. La participación cívica renacía después del totalitarismo militar. 

La apertura democrática comenzó con la conformación de la Asamblea Constituyente y la suscripción de la Constitución de 1979. Los ánimos políticos caldeados no fueron de un día para otro. En Huancayo y a mediodía, durante la campaña de 1980, un grupo de activistas de Acción Popular (AP) pegaba afiches de Fernando Belaunde, su candidato a la Presidencia, sobre los afiches de Armando Villanueva, candidato del Partido Aprista Peruano (PAP). El acto provocó una reacción descomunal en la calle Real, centro de la ciudad. Apristas y acciopopulistas se enfrentaron a patadas y puñetes. ¿Por qué tanta furia? Porque todo indicaba que los belaundistas pintaban en la propaganda de Villanueva “Lucy es chilena”, en alusión al lugar de nacimiento de su esposa. 

Con “Lucy es chilena” en los muros de la margen izquierda y derecha del valle del Mantaro, los acciopopulistas atacaban la candidatura de Villanueva avivando el antichilenismo peruano y reabriendo los relatos sobre la invasión del ejército del sur en el centro del país. Por el historiador Waldemar Espinoza sabemos que el coronel chileno Estanislao del Canto estableció su cuartel en Huancayo, y desde allí partían destacamentos militares hacia La Oroya, Tarma y Jauja. “Implantó la pena marcial contra todo peruano que portara armas o anduviera en actividades sospechosas de estar en comunicación con el caudillo de la resistencia: Andrés Avelino Cáceres”, escribe en la Enciclopedia Departamental de Junín. Del Canto impuso cupos de guerra, de víveres y dinero, a los pobladores del valle del Mantaro y centro del país. Los vecinos de Jauja, Sicaya, Pilcomayo, Chupaca, Chongos y otros poblados se negaron a pagar los cupos, y creció la resistencia contra el ejército invasor. La desobediencia fue castigada. Los chilenos “iban como vándalos sembrando la destrucción y la muerte con sus fusiles y bayonetas. En Chupaca, los invasores realizaron una persecución y carnicería espantosa”, relata Espinoza. Las heridas provocadas por la guerra con Chile, removidas durante la campaña electoral, hacían que la candidatura de Belaunde se imponga sobre la de Villanueva. 

Para los acciopopulistas era inadmisible una primera dama chilena, una afrenta a los héroes nacionales. La campaña antiaprista dio frutos. Villanueva perdió las elecciones con un 27.24% de los votos. Belaunde, con el 44.93%, fue elegido presidente para un segundo mandato, después del golpe de Estado contra él 12 años atrás. Luis Bedoya, del Partido Popular Cristiano (PPC), obtuvo el 9.58% de los votos. En Junín la victoria de Belaunde fue contundente: siete diputados acciopopulistas, dos apristas y un marxista. 

Sobre Lucy Ortega García, esposa de Villanueva, se sabía poco o nada. Llegó a Perú a los siete años, y estudió primaria en el colegio María Auxiliadora y secundaria comercial en el Colegio Nacional de Mujeres Rosa de Santa María en Lima. Obtuvo la nacionalidad peruana cuando se casó con el líder aprista, a quien visitaba en la cárcel –estaba ahí  por aprista– siendo novios. Apresada y desterrada al igual que Villanueva, Lucy fue activista aprista destacada y encargada de la Fundación de la Navidad del Niño del Pueblo.  

En 1980 los enemigos del aprismo reabrieron los dolores de la guerra con chile azuzando e inculcando odios en el provincianismo. ¿Guerra sucia? No hay guerra limpia. En la lucha por el poder no hay armas que no sean útiles. Sin embargo, “no escupas al cielo que te vuelve a la cara”, señala el refrán. Asimismo, “la historia se repite dos veces; la primera como tragedia y la segunda (en este caso, 40 años después) como una triste parodia”. Hoy la esposa de Yonhy Lescano, el candidato a la Presidencia por AP, es la chilena Patricia Contador Durán.