Manuel Gago
Los socialistas administran pobreza
Ponen la ideología por encima de la contabilidad de costos
Se ha preguntado usted ¿por qué la dictadura socialista de Juan Velasco entregó el poder después de 12 años de revolución? Porque el país era inviable. La producción nacional estaba por los suelos y los socialistas no estaban capacitados para revertir la situación. ¡La revolución de las Fuerzas Armadas fue un fracaso! ¡La pobreza se extendió en el país!
Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), las pérdidas acumuladas entre 1968 y 1979 fueron de US$ 18,780 millones. Un total de 175 empresas públicas creadas contribuyeron al 83% de incremento de la burocracia. La inflación pasó de 6% a 74%, la variación per cápita se redujo de 3.1 a 0.7, los salarios se desplomaron y crecieron el subempleo e informalidad.
En las empresas públicas los empleados cobraban remuneraciones y beneficios como ningún otro peruano. De cada 10 trabajadores estatales, nueve estorbaban. Este lastre ocasionó pérdidas. Para los que señalan que la oligarquía se lleva la riqueza hay que recordarles que durante el velasquismo se la llevaron los que organizaron ¡mafias! en las empresas estatales. ¿Quién rendía cuentas transparentes en el Centro Metalúrgico La Oroya (Centromin Perú), productor de cobre, oro, plata y otros metales valiosos? ¿Cuántas fortunas aparecieron de esta y otras empresas estatales? Además, en Centromin Perú –minera estatal indolente con el medio ambiente y las costumbres locales– los supervisores encariñados con el socialismo repartían aguardiente y coca a los trabajadores, como se hacía antes. No cambiaron esa costumbre que detuvo el avance cognitivo de la población andina. Asimismo, los relaves de Centromin discurrían contaminando el río Mantaro y otros ríos y lagunas de la sierra central.
Por otro lado, la reforma agraria fracasó por la atomización de las parcelas. Los nuevos propietarios no recibieron semillas, agua ni asistencia técnica. Se repartió pobreza en lugar de ampliar territorios cultivables y ejecutar proyectos hídricos. En las Sociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS), los trabajadores aspiraban a ser gerentes y no obreros. El ganado pura sangre de las otrora haciendas –destinado a mejorar la raza y producción de leche y carne– sirvió para satisfacer la gula de los revolucionarios.
La mayoría de alcaldes elegidos entre los alcahuetes de la dictadura no dieron fuego; no obstante, eran guapos en las ceremonias públicas, alabando al revolucionario que los sacó del anonimato. Eran ineficientes, porque durante el socialismo no hubo elecciones. Además, eran míseros los presupuestos destinados a los gobiernos locales, debido a la paupérrima producción nacional. Los servicios públicos eran cada vez peores y las brechas sociales y de infraestructura se acumulaban. Estaban paralizadas las obras y el mantenimiento de carreteras, puentes e infraestructura de los servicios estatales. Hoy, las autoridades locales devuelven S/ 1,830 millones anuales ¡porque no hay capacidad técnica y de gestión para administrar riqueza!
Lo sucedido en Perú ocurrió en la ex Unión Soviética. El imperio socialista se derrumbó porque la ideología estuvo por encima de la contabilidad de costos, que determina la rentabilidad de los proyectos. Mantener empresas públicas para favorecer al militante mafioso a expensas del país es alta traición. Sucede en Venezuela. La comercialización de la escasa producción de petróleo es administrada por el ejército bolivariano, mientras la población recibe migajas. ¡El socialismo aniquiló la industria petrolera en Venezuela! Por eso escasean los combustibles, siendo Venezuela el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo. Las empresas con know how, nuevas tecnologías y capacidad de inversión se van y quedan la improvisación e incompetencia.
El socialismo no es buen gestor. Cajamarca recibe por canon cada año alrededor de S/ 180 millones, y es de las regiones más pobres. Los socialistas son campeones administrando pobrezas. En este escenario, Vladimir Cerrón, dueño de Perú Libre, ha señalado sin ningún rubor que “el socialismo nunca va de visita, va a quedarse”. Están advertidos, la pobreza –sinónimo de la patria socialista de Cerrón– puede alcanzar su vida.
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