Los reemplazos de Castillo

Mala señal que la presidenta Dina Boluarte no haya visitado Puno en la Candelaria, y que la ministra de Cultura, Leslie Urteaga, haya sido rechazada por la multitud altiplánica. Dirigentes del Movadef movieron sus fichas para excluir a la Policía de la festividad. El llamado “comité colegiado de las trece provincias” alienta el adelanto de elecciones, el cierre del Congreso y una asamblea constituyente.

No se puede entender a Puno sin la minería ilegal, que provee del 80% de exportaciones de oro de Bolivia, y sin la deconstrucción de la idea de “nación peruana”. Se suma la injerencia de Evo Morales a la secesión del Perú, con la mira en una nación plurinacional, y el antagonismo con Lima y el poder central, recrudecido por las muertes en Juliaca.

A Cuba y Bolivia poco les interesa Pedro Castillo, un alfil carcomido por la imagen de corrupto y torpe, y aquel que desaprovechó la suerte de llegar al gobierno con un partido cuya aspiración era solo pasar la valla. El creciente liderazgo del ex candidato a gobernador por el Frente Esperanza, Fernando Salas, desde Puno no es casual. Se sumó a las marchas, fue ganando predominancia y seguidores hasta lograr un partido propio: “Perú te quiero”. No es para subestimar, más si el interés del eje socialista es buscar un reemplazo a Castillo, que probablemente sea recordado como el expresidente usado y abandonado en su celda. 

Salas es ingeniero y tiene posgrados, distante de la pobreza intelectual de Castillo, pero en la línea de sucesión: “Castillo dio el primer y segundo paso, nosotros vamos a dar el tercero y más allá”. No es casual que Antauro Humala enviara sus buenos deseos a Pedro Castillo cuando éste advirtiera señales de un “preinfarto” que no fue. El sur es clave en el Perú de 2026 y más cuando el gobierno de Dina Boluarte es percibido como ejecutor, mientras que el Congreso se deshace sin darse cuenta. Los bonos y beneficios navideños llevan el ritmo de los músicos del Titanic y la frivolidad de María Antonieta mientras los sans culottes tomaban París.

Mientras el Perú camina al abismo y su clase política dormita, se da vueltas sobre el problema de la criminalidad organizada en las urbes, de manera que así se pierde de vista lo que ocurre Perú adentro; cosa fácil si consideramos que, a una semana de la elección, nadie vio a Castillo. El crimen, además, genera sus propios candidatos, al punto que un comediante comienza a ganar terreno porque putea a los delincuentes, pero ¿cuál es el plan?

Si el Perú insiste con sus viejas cartas, entre Salas u otro y Humala, se repartirán los Andes. Del otro lado, la persistencia de los partidos que fracasaron como gobierno y oposición, solo arrastrarán el antivoto, señales de una antipolítica que no juega en favor de la democracia.

Si creíamos que necesitamos un outsider bukelizado, nos equivocamos, pero solo en alguna medida; se necesita una nueva opción que tenga estrategia y propuestas, manejo de economía y de la compleja realidad social y geográfica del país, así como la determinación para destruir el crimen. Sin una propuesta bien articulada contra el socialismo regional infiltrado, este recuperará, en 2026 o antes, el terreno que Castillo fácilmente perdió.