Los de arriba y los de abajo

La minería artesanal (en la que se enmarcan la pequeña minería y la minería informal) ha desarrollado un potente relato político contra el establishment. Sus dirigentes dicen que el Estado y los grandes empresarios mineros se han unido para dejarlos sin un lugar en el universo empresarial nacional; que les ponen trabas para impedirles su formalización, que les imponen leyes imposibles de cubrir y los dejan afuera del sistema bancario privado. Una narrativa potente en tiempos de posmodernidad, cuando nadie tiene una verdad y todo es contingente y relativo. 

Semejante relato político de los dirigentes de la minería artesanal tuvo un impulso clave durante la campaña presidencial y buena parte del Gobierno de Castillo. El chotano se presentaba como el vehículo de representación política de los de abajo, que incluía a pequeños y medianos empresarios mineros. Varios gremios mineros artesanales apoyaron y promovieron las protestas insurreccionales contra la sucesora Boluarte cuando lo del golpe de Castillo, aquel 7 de diciembre pasado. Víctor Raúl Chaduví, presidente de una de las tantas facciones, lloró incluso a favor de una asamblea constituyente. Y no obstante que una constitución colectivista lo hundiría en la burocracia y la tramitología, peores que las de ahora, y socializaría su producción, capital y retorno. Pero el hombre pedía nueva constitución, “como la de Evo”. ¿Cómo entender semejante contrasentido? 

Dijimos arriba que en tiempos de modernidad el relato es todo. De Marx y Engels, sobre todo del primero, sabemos que la superestructura de la democracia burguesa es la representación de la estructura económica de la burguesía que crean sus partidos políticos para acceder de manera legítima al poder. Decimos lo anterior porque todo indica que los gremios de mineros artesanales, que ya se saben un poderoso sector económico, reclaman su lugar en la mesa del capitalismo nacional. No duden de que participarán de manera directa e indirecta en las próximas elecciones presidenciales. 

También todo indica que los mineros artesanales ya se ven como una clase burguesa con ambiciones de clase dirigente. De allí la dialéctica contra el Estado burocrático y las empresas mineras grandes (el establishment) que, según ellos, “se han unido” para detener la formalización del capitalismo popular minero. 

Con un discurso anti establishment los mineros artesanales van a ir con todo a las próximas elecciones presidenciales, quizá hasta construyendo un partido propio como se dice por allí. Por ahora están enfocados en sacar adelante una nueva ley para la formalización de la minería artesanal. Estaremos atentos.