Carlos Adrianzén
Los contrabandos de la izquierda tributaria limeña
Apretando a un país enfermo
Es difícil imaginarlo, pero hagamos el esfuerzo. Imagínese algo más torpe que lo que estaría tratando de hacer el Gobierno de la segunda presidente mujer en la historia peruana. Me refiero a esos planes del MEF para tratar de elevar la recaudación tributaria en: (1) un país en abierto declive; (2) altamente informal en materias tributarias; (3) con una gobernanza estatal desastrosa; y (4) Ad portas de una campaña electoral, y con un porcentaje enorme de los electores (de los departamentos mediterráneos) que vive en recesión desde hace alrededor de una década.
¿Difícil no? Debe haber opciones de política en algún paraje del planeta (Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Bolivia… tal vez) aún más torpes. Sin embargo, me temo que el Gobierno peruano de esta suerte de enésima transición estaría entre los punteros. Reeditando los cantinflescos tiempos cuando se quería recaudar desesperadamente, castigando las apuestas hípicas o el uso de las cuentas en los bancos, el actual MEF quiere recaudar castigando el streaming o las pelis (Disney, Netflix, Amazon Prime, etc.) generándose una impopularidad solo inversamente comparable con la miseria que recaudaría.
Esto no es culpa de la presidente de ocasión, ni del ministro de turno; es responsabilidad de los congresistas que abdican hasta de su más importante responsabilidad: legislar en materia tributaria. Sin embargo, seríamos más que mezquinos si no nos miramos al espejo. Tan ilusas iniciativas señalan también nuestra pasividad y apego a ideas y mitos torpísimos.
Sí, estimado lector de El Montonero, los peruanos de Musa, Cajabamba, Jacinto Lara, Punta Hermosa o Pongo Chico creemos aún que los porcinos vuelan alto.
Peras al olmo
El Perú actualmente estaría atravesando un nítido cuadro de declive económico. Como usted es optimista y no lo quiero ver, he decidido ayudarlo con la figura I. El subgrafo de la izquierda nos recuerda que –usando las cifras anualizadas de crecimiento del PBI real a la fecha– persistentemente crece más la población que la producción. Ayuda a enfocar el declive tener en cuenta que tanto el crecimiento demográfico cuanto la tasa de fertilidad femenina se comprime.
Lamentablemente el subgrafo de la derecha nos contrasta que los gobiernos de la izquierda (con Humala, PPK-Vizcarra-Sagasti y Castillo-Boluarte) no solamente han sido incapaces de generar crecimiento con significativa reducción de la incidencia de pobreza; sino que nos han llevado a una meseta de producción agregada más baja. Amanecimos más pobres gracias a estos presidentes. Agréguese que en la sierra y selva mediterránea los impactos han sido mayores…
El buen Arista haría muy bien en indicarle a la Señora Boluarte donde estamos parados. No es muy inteligente agobiar al pueblo que habita en una economía enferma.
Otro engaña-muchachos de la izquierda limeña
Pero esto no es todo. Creyentes acérrimos de que el Perú solo exporta piedras (mito inoculado por la iletrada izquierda local) repetimos que los precios externos de nuestras exportaciones nos vuelven a sonreír generosamente… y que con esto basta. Desafortunadamente subieron los precios nominales de exportación e importación. Los que importan, los precios reales o deflactados, están estancados (ver Figura II).
No nos pongamos a gastar lo que no tendremos ni esperemos una enorme elevación de la recaudación tributaria en el futuro mediato. Las iniciativas tributarias idiotas solo tendrán efectos negativos. No hay vientos de cola esta vez, señores. Así que a remar nomas…
Sobre la informalidad nacional
El Perú desde hace ya varias décadas enfrenta un problema muy serio. Algunos lo llaman informalidad, aunque cualquier análisis serio de la gobernanza de su aparato estatal se refiere a él como una nefasta conjunción altísimas de Corrupción Burocrática, Incumplimiento de la Ley e Ineficacia Burocrática. Algunos ciudadanos, escapando de su toxicidad, emigran al exterior; otros al mundo subterráneo, delincuencial o informal (que implican lo mismo, susceptibilidades fuera).
Siempre la causa es el Gobierno y su opresión. No es algo cultural, ni psicológico, ni andino, ni hispano. Es un desastre escapista reflejo de los altos costos regulatorios, financieros, tributarios y transaccionales en general que nos imponen gobiernos como los que tenemos.
Una de las informalidades más nítidas resulta la informalidad tributaria. Los absurdos costos regulatorios, financieros, tributarios y transaccionales que nos imponen los gobiernos de ideario socialista mercantilista que nos rigen destruyen. No es casual que un impuesto de 18% aplicado sobre el valor agregado –al mismo tiempo que llueven decenas de tributos, tasas y contribuciones de todo tipo– recaude apenas el 8% (ver Figura III). Eso de querer recaudar sobre el streaming o las pelis suena algo desesperado.
¿Qué es la presión tributaria? ¿Cómo se debe medir?
Existen tantas definiciones de presión tributaria como la burocracia desee comprar. Dejando eso de lado recordemos que el Fondo Monetario Internacional se refiere a ella como el coeficiente de los ingresos recaudados sobre el PBI.
Todo se complica en un ambiente donde una alta proporción de los ciudadanos puede sistemáticamente dejar de pagar tributos. La presión, para que refleje la fuerza que aplica sobre los ciudadanos, para no subestimar la presión asociada a la fuerza que aplica en ambientes formales, debe ajustarse para incorporar la proporción de los agentes económicos que operaría en ambientes subterráneos o informales.
Aunque a mis amiguitos de izquierda les encante maximizar la presión tributaria, como silentes esclavos de su ideología, lo cierto es que si hacemos una medición ajustada del peso de la recaudación tributaria sobre la proporción de agentes que paga tributos, encontraremos que la presión tributaria en el país no solo no es baja. Resulta que bordea tasas incompatibles con alto crecimiento económico dados sus niveles de ingreso por habitante (ver Figura IV).
Sobre esta data –también– queda claro que no es una buena idea tratar de elevar los impuestos en el Perú Actual.
Esta lotería no paga
No suena muy listo comprar un billete de una lotería que no paga los premios. La recaudación tributaria peruana en soles constantes no tiene una conexión unívoca, clara y automática con la evolución de los precios externos.
A pesar de nuestra creencia, los precios reales de nuestros principales productos de exportación pueden subir, caerse o mantenerse estables y no necesariamente se altera la recaudación tributaria. Existen otras variables macroeconómicas e institucionales que explican las cifras recaudadas. Bajo los niveles actuales de debilidad institucional peruano, anticipar un auge recaudatorio sin precedentes resulta algo iluso.
A modo de epílogo
Descartemos de una buena vez los contrabandos tributarios revelados en estas líneas. En el Perú de Dina Boluarte nunca es un buen momento para elevar un impuesto. Siempre es un buen momento para moderar o eliminar uno -nótese- sin generar una brecha fiscal. Es irresponsable y poco técnico extraer recursos de las personas, comunidades y empresas para asignarlos en un aparato estatal crecientemente corrupto, ineficaz e incumplidor de la ley.
Redimensionemos y ordenemos gastos, deudas, tasas, contribuciones y tributos y construiremos otro país. En ámbitos tributarios, lo fácil o lo ideológico, resulta muy caro para el pueblo.
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