Rocío Valverde
Las zapatillas de Van Gogh
¿Y qué si un joven descubre a Van Gogh por sus zapatillas?
Desde esta semana es posible llevar a Vincent Van Gogh en los pies. El museo Van Gogh y la marca de zapatillas Vans —con la que se identifica la generación millennial— han lanzado una colección inspirada en la obra del artista. Un hombre que en vida fue desdeñado como un loco sin asilo, y que luego de su muerte fue elevado al estatus de genio maldito. Aún viviendo aquejado con episodios de ansiedad y depresión paralizante logró plasmar sobre el lienzo las pinturas más conmovedoras del posimpresionismo.
El almendro en flor, los girasoles, el autorretrato y la calavera adornan las clásicas zapatillas, sudaderas, mochilas y gorras de miles de personas que desde ya amenazan a quien se atreva a mancillar el arte usable con un pisotón lleno de barro. La idea ha caído bien porque la colección, que fue lanzada a nivel mundial el 3 de agosto, se ha agotado en un abrir y cerrar de pestañas, apenas cuatro días después.
La mayoría de comentarios en la prensa son breves y positivos, incluso a regañadientes los críticos no puede negar lo increíblemente cool que es poder llevar el arte a donde vayas. Las críticas más negativas tildan la iniciativa de comercial y hasta la acusan de devaluar el arte. A algunos se les erizan los vellos de pensar que desgreñados adolescentes, de pantalones rotos y crop tops, van a tener la firma de Van Gogh cobijando sus pezuñas. ¡Esos pies incluso podrían estar en un el concierto de Maluma! El horror.
Lo cierto y cuantificable es que los museos de arte han visto un declive significativo en los últimos años. El museo Victoria&Albert logró aumentar los números de visitantes cambiando la entrada de acceso al museo, haciéndola menos intimidante y mostrando exposiciones más populares. En los últimos años el museo ha albergado las muestras de Pink Floyd, David Bowie, Alexander McQueen y Frida Kahlo. La exposición de esta última está agotadísima desde hace meses. De primera mano atestiguo que la exposición de Pink Floyd logró que un posero de Instagram dejara, por un día, de hacerle fotos a su comida y sus tatuajes para plantar los pies en un museo de arte.
No podrán acusar al museo V&A de estar bajando su nivel o idiotizando el arte para hacerse atractivo. La mayoría de museos han cambiado de estrategia y se han adecuado a los tiempos. Atrás han quedado las visitas de audioguía y folleto. El visitante joven busca una experiencia, interactuar con el arte, llevarse consigo algo más que un llavero o un imán para la refrigeradora.
¿Y qué si un jovencillo solo conoce a Van Gogh por la noche estrellada, la película Loving Vincent o los girasoles de sus zapatillas? Al menos con esto se puede encender la chispa de la curiosidad. Como se lee en la cabecera de autoayuda de alguna cuenta de Twitter de un quinceañero perdido: Van Gogh no empezó a pintar hasta los 28 años. Nunca es tarde para comenzar un nuevo emprendimiento. Aunque este sea inspirado por un par de zapatillas.
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