Dante Bobadilla

La última utopía

El imperio de la ideología irracional

La última utopía
Dante Bobadilla
24 de marzo del 2021


Hasta hace solo doscientos años, y de allí hacia atrás, la humanidad vivía básicamente en la miseria. Los privilegiados no eran muchos y tampoco disfrutaban demasiado. pues igual morían de cualquier enfermedad. Fue recién a mediados del siglo XIX cuando la ciencia y la tecnología dieron paso al nuevo período industrial que cambió todo el panorama de la humanidad. 

En el siglo pasado aparecieron los autos, aviones, trenes y naves espaciales; se descubrieron las bacterias y los antibióticos, se domó el poder del átomo y la medicina alcanzó logros inesperados, erradicando males que por milenios diezmaron a los seres humanos. Nunca la humanidad gozó de tantas comodidades como las generadas en el último siglo y medio, en que la pobreza mundial disminuyó dramáticamente del 92% al 18%.

Dos mil años atrás, cuando los pueblos vivían en la miseria total, sometidos a esclavitud o exterminio a manos de sus enemigos, a la enfermedad y la muerte como eventos cotidianos, la única respuesta al padecimiento de la existencia fue la negación de la realidad y el escape hacia la fantasía colectiva. Los líderes pidieron a la gente ignorar este mundo “material” y esperar el mundo “espiritual” en una próxima existencia, donde les esperaba la felicidad. Se aseguró que a más sufrimiento en este mundo temporal, mayor sería la felicidad en la próxima vida eterna. Solo quedaba soñar.

Varios siglos después, la solución fue decapitar a los monarcas que administraban mal el reino. Hubo una curiosa confluencia de intelectuales y masas enardecidas. Entonces nacieron los conceptos de la igualdad ante la ley, los derechos ciudadanos y la separación entre iglesia y Estado. La razón se abrió paso como antesala de la ciencia. Pero en la izquierda confundieron el objetivo con el método. Creyeron que la violencia por sí misma conducía a la felicidad, y recetaron la revolución como el camino a la salvación de las masas oprimidas, eliminando a las clases opresoras para arrebatarles sus riquezas. Era la misma antigua metodología de los bárbaros, pero bajo el concepto de justicia social. 

Lo que en realidad redujo la miseria de la humanidad en estos últimos dos siglos fueron la ciencia y la tecnología, que dieron paso a un fabuloso proceso de industrialización que –con todos sus errores iniciales– multiplicó los puestos de trabajo, generando más riqueza, bienes y servicios que aliviaron la existencia humana. Fue el capitalismo industrial y financiero en un ambiente de libertad comercial el que redujo la pobreza. Nuevas formas empresariales producían bienestar desde laboratorios y centros de investigación tecnológica. La verdadera revolución liberadora fue el conocimiento.

Mientras tanto, la izquierda seguía con su método violento –guerrillas y terrorismo– sin lograr más que nuevas versiones de miseria y tiranía. En busca de la igualdad social solo consiguió miseria general. Habían confundido el objetivo. No era la igualdad material lo que importaba, sino la igualdad ante la ley y la posibilidad de escapar de la pobreza. Un camino que –bien transitado– puede conducir, sin duda, a la riqueza extrema, algo que perturba a los fanáticos de la igualdad. En consecuencia, prefirieron bloquear ese camino y condenar a todos a la miseria igualitaria.

Pero la izquierda igualitarista dio nuevas muestras de insensatez: propuso nuevas lindas utopías como la  “igualdad de oportunidades”, señalando nuevos enemigos como la “desigualdad”. Era lo mismo visto al revés. Peor aún: inventaron la “igualdad cultural” que consiste en crear un mundo sin ninguna clase de diferencias, ni siquiera entre etnias, nacionalidades, lenguas, religiones ni sexos. Nada que pueda servir para distinguir entre seres humanos. Una hermandad universal de individuos iguales donde no se hagan distinciones de ninguna clase, ni siquiera entre hombres y mujeres. 

Esta utopía extrema es la negación de la realidad. Los hechos ya no son relevantes, la biología no es determinante, la naturaleza es accesoria. Solo importa la ideología irracional de la igualdad absoluta. Un mundo sin sexos determinados biológicamente, y solo con géneros construidos socialmente. Un lenguaje manipulado fanáticamente para adecuarlo a la perversión de la nueva doctrina. Un nuevo mundo de fantasía elaborado por intelectuales baratos a base de palabrería insufrible, gestos cursis, poses ridículas, cucufatería social y activismo bobo, bajo la complicidad de infaltables tontos útiles y de un Estado corrupto, capturado por una secta de personas ideologizadas. 

Las bases de esta nueva “cultura inclusiva” están pegadas con la baba de una retórica hueca, con falsos derechos que disfrazan privilegios sectarios, con falsas igualdades impuestas a la fuerza por una secta intolerante que está montando su propia inquisición para castigar a los desertores. La tarea de hoy es resistir y rechazar esta barbarie cultural, condenar esta dictadura totalitaria que busca implantar a la fuerza una cultura alienada mediante otra forma de opresión.

Dante Bobadilla
24 de marzo del 2021

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