Arturo Valverde
La pollada de los 15,000 soles
Colaborando con el proceso de llevar la lectura a más personas
El Día Internacional de la Alfabetización me trajo el triste recuerdo de haber escrito un libro de 400 páginas sobre los avances realizados en las áreas de cultura, deporte y educación entre los años 2006 y 2011, pero que no he podido publicar por falta de dinero. La última editorial que consulté quería S/. 15,000 por imprimir solo mil ejemplares. Aunque no sería la primera vez que mi compromiso para contribuir a la cultura me llevaría a asumir una deuda; para felicidad de los bancos, que solo me premian con puntos y caritas felices.
Pero he decidido aplazar la publicación de esta obra, que reúne entrevistas con Fernando De Szyszlo, Bernardo Roca Rey, Arturo Woodman, Cecilia Bákula, Wilfredo Tarazona, Víctor Raúl Díaz Chávez, Idel Vexler, Enrique Cornejo y, Wilder Calderón, entre otros; menos José Antonio Chang que nunca respondió mis correos. Creo que publicaré las primeras cien páginas con el billete que reúna en una pollada profondos, pues ya me gasté una parte pagando a los chicos que transcribieron los audios de las entrevistas, los primeros beneficiados con el todavía inédito libro. Así, una vez más, pospondré mi sueño de comprar un piano, a pesar de que mi hermana me dijo que ha comprado las partituras de los nocturnos de Chopin para mi entrenamiento.
Después de dos años de investigación decidí dividir el libro titulado Perú Lee en una sección de entrevistas, estadísticas, reportes de diarios y los mensajes a la nación del ex presidente Alan García. Creo que es importante historiar al aprismo. Solo entre los años 2006 y 2011, el Apra logró liberar al país del analfabetismo e hizo megaobras a favor de la educación, cultura y deporte. Por eso en los próximos días iniciaré otro proyecto, una novela histórica que quizás se convierta en un reportaje. Cuando amas escribir no importa cuántas monedas te queden en el bolsillo. Total, como dice mi padre: Dios proveerá. A pesar de que estuve en tratativas con una universidad y una editorial llamó para decirme que —adivinen— “tenemos un fondo para cubrir una parte de la publicación”, la campaña política llegó primero y todo se aplazó.
Así que terminé publicando un libro de cuentos que trabajé por cuatro años, titulado Tiempo de guerra; hasta hoy, el único de mis tres libros que volvería a leer y que espero compren como si fuera pollada. Hace unos días, unos lectores me escribieron para decirme que el cuento que más les gustó fue “La zampona”, y que les bastó una semana para leer mi libro. Por un instante deseé que se hubieran tardado al menos un año en leerlo para que sientan lo que yo padecí conviviendo con mis personajes por tanto tiempo. Al final, quiero decirles que me alegra que disfrutaran con las hilarantes historias.
Tengo en mi cajón el proyecto de un libro para niños con algunas notas de la ex primera dama Pilar Nores, quien leyó el primer borrador. También fue criticado por un escritor que era amigo de un amigo, y que posteriormente supe que había sido enviado por el enemigo para detenerme. Lamento que no haya cumplido su vil objetivo. El libro aún está macerando.
Me alegra saber que muchos escritores y colectivos vienen colaborando, de alguna manera, con el proceso de llevar la lectura a más personas. Veo a la gente leyendo en el bus, aprovechando las horas de tráfico; a mi hijo intentando leer el libro que le regaló mi esposa. Y me alegra haber desechado la estúpida idea de escribir una columna sobre Ollanta Humala, aquella vez que dijo a unos pobladores en Cusco: “Si quieren aprender a leer y manejar un auto, métanse al ejército”. Sí, me alegra mucho.
COMENTARIOS