Envejecimiento y declive demográfico chino

La población de China pasó de 540 millones en 1949 a 1.424 millones en 2024; pero el crecimiento llegó a su fin, retrocediendo 2 millones en 2023, convirtiendo a India en el país más poblado del mundo. Se proyectan 200 millones menos en China para 2050, aumentando la edad promedio de 40 a 50 años. El envejecimiento acelerado demanda planificación y políticas para cubrir las necesidades de una sociedad con menos jóvenes y más ancianos.

La tasa de fertilidad, que mide el número de hijos por mujer, indica que un índice de 2.10 garantiza una población estable y cualquier valor menor disminuirá la población. China implementó la política de una mujer un hijo en 1980, pero la fecundidad venía disminuyendo décadas atrás; en 1970 la tasa fue 6.09 y en 1980 se había reducido a 2.74,

Xi Jinping, con un liderazgo cada vez más autocrático, parece no estar preparado para enfrentar los desafíos del envejecimiento. El Partido Comunista reconoce el problema, pero la prioridad de Xi, concentrado en la estabilidad política, limita la capacidad de Beijing para implementar reformas. La ausencia de políticas coherentes, con algunos cambios abruptos, socava los esfuerzos para manejar el envejecimiento y el declive demográfico.

La disparidad china entre zonas rurales y urbanas agrava los problemas. Unos 500 millones de pobladores rurales viven con ingresos mensuales de 26 dólares, comparado con 506 dólares de sus contrapartes urbanas. Las diferencias se reflejan en salud, pensiones y asignaciones presupuestarias, perpetuando la vulnerabilidad y desigualdad de los residentes rurales.

El sistema de jubilación chino, con edades de retiro fijadas en 50 años para trabajadoras manuales, 55 para mujeres y 60 para hombres, resulta insostenible. Se proyecta que el fondo de jubilación urbano, que cubre a 450 millones, se agotará en 2035. Aumentar la edad de jubilación o recortar beneficios son medidas impopulares que Beijing teme implementar por riesgo de protestas y descontento social.

A medida que China envejece, las tensiones aumentan, especialmente entre élites urbanas y comunidades rurales. Las protestas de jubilados en ciudades como Dalian y Wuhan contra las reformas de atención médica pronostican nuevas olas de conflicto. La desigualdad en el acceso a beneficios estatales y recursos se profundizará, aumentando las tensiones sociales e inestabilidad.

Los enfoques de género en el Partido Comunista contribuyen a la disminución de la natalidad y fertilidad; dificultando que jóvenes, especialmente mujeres, opten por el matrimonio y crianza de hijos, agravando el problema demográfico. Sin un cambio en las políticas, la fertilidad continuará disminuyendo.

El etnonacionalismo promovido por Xi Jinping reprime una inmigración que podría mitigar los efectos de una fuerza laboral en contracción. Las políticas de Beijing hacia poblaciones africanas han sido hostiles, a pesar de los intercambios comerciales, con desalojos y explotación de mano de obra barata. El rechazo a la inmigración y retórica nacionalista exacerbada limita la capacidad de China para atraer y retener talento extranjero.

La falta de planificación y rechazo a la inmigración formal podrían llevar a formas oscuras de explotación laboral. La creciente demanda de cuidado de ancianos podría resultar en un aumento del tráfico de personas, explotando a estudiantes internacionales como mano de obra barata.

El rápido envejecimiento de la población china con un sistema político cada vez más rígido y autocrático generarán problemas irreversibles antes de llegar a mediados de siglo. Sin una planificación efectiva, con políticas coherentes, China enfrentará severas dificultades, afectando su estabilidad social y económica.