Franco Olcese
El trampolín populista venezolano
Vizcarra y sus contradicciones sobre la migración venezolana
La foto de Martín Vizcarra junto al Ministro del Interior, con el fondo de un avión militar en una ceremonia de expulsión de venezolanos, será probablemente una de las más recordadas. En este evento, Vizcarra anunció que los venezolanos deberán entrar con pasaporte y con visa humanitaria, lo que disminuye significativamente la posibilidad de entrar al Perú. Conseguir esos documentos en el régimen de Maduro es muy complicado y obliga a ingresar a un mercado negro para hacerlo, según Paulina Fachín, activista venezolana en el Perú. A pesar de que ha existido rechazo, el impacto mediático ha sido más bajo del esperado. Si Jair Bolsonaro o Donald Trump se mostraran de esa manera en un evento de expulsión de inmigrantes, habríamos tenido un (justificado en mi opinión) rechazo masivo de los medios de comunicación, y una mayor cantidad de voces críticas los habrían calificado prácticamente de fascistas.
Esta no es la primera vez que una expulsión de venezolanos se da en este Gobierno. La primera fue el 29 de abril y la segunda el 10 de mayo del 2019; sin embargo, en ellas no estaba presente Vizcarra. Da la casualidad de que pocos días antes, una encuesta de El Comercio-Ipsos mostraba que el rechazo a la inmigración venezolano había aumentado. Una encuesta previa de IEP, mostraba que tanto en el centro como en el sur, el segundo aspecto que la población consideraba más negativo del gobierno de Vizcarra era que “se preocupa más por los venezolanos”. Sorprende este resultado, porque se da en zonas del Perú donde la presencia de venezolanos es baja, comparada con la zona norte y Lima Metropolitana, donde este problema no se encuentra entre los tres primeros. El tema venezolano era, pues, el atajo disponible para un incremento rápido y sin esfuerzos de popularidad.
La ansiedad por puntos de popularidad lleva a Vizcarra a contradecirse inclusive a él mismo. El presidente afirmaba hace menos de dos meses que “le preocupaba la situación que vive Venezuela”, que “quiere que el país hermano de Venezuela regrese al cauce de la democracia”, que no reconocía el gobierno de Maduro “porque es ilegítimo”, que “es un pueblo que hemos visto que tiene que salir del país, precisamente porque no tienen las condiciones mínimas para tener una vida digna”, y que “salen desesperados de su país, buscando esperanza en otros países”. Es decir, reconocía que en Venezuela se vive una dictadura, reconocía que no existen las condiciones de una vida digna y que el Perú es una esperanza para ellos. Esto no impidió que usara la carta de la xenofobia como un intento inmediato por subir en las encuestas.
Un país tiene derecho a expulsar a elementos extranjeros que han delinquido. Sin embargo, ¿es necesario lucrar políticamente de esa manera? ¿Es esto una simple medida de oportunismo político o el inicio de un programa de lucha por la seguridad ciudadana? ¿Cuál es el impacto real en la disminución de la delincuencia de la presencia de Vizcarra en el evento de expulsión o de las altas barreras de entrada impuestas? El oportunismo político de Vizcarra, en un contexto de incremento de la intolerancia, estimula la xenofobia. Lamentablemente el Presidente ha mostrado una inclinación por tomar el camino de la popularidad de corto plazo, inclusive contra la institucionalidad del país o sus propias convicciones.
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