Dante Bobadilla
El secuestro de la historia
Cómo cierta izquierda pretende apropiarse del relato histórico para sus intereses.
Una conocida columnista “progresista” escribió hace poco cómo les había explicado a sus alumnos de la universidad que Fujimori estaba preso por asesino y por ladrón. No sabemos de qué curso se trataba pero no importa. Cualquiera que sea, ese es el mensaje que utiliza cierta izquierda en su comunicación con la juventud. Ese sector sabe mejor que nadie que el odio vende. Y vende bien. La vieja izquierda surgió mediante el odio a los EEUU, al capitalismo, a las transnacionales. Y aún hay sectores que viven del odio a Chile, al Apra, etc. Pero no hay duda que, en estos tiempos, la estigmatización del fujimorismo es la misión, visión y objetivo del mal llamado “progresismo”(¿pobreza y autoritarismo es progreso?).
Es un fenómeno muy interesante que merece un estudio profundo desde la psicopatología social, que es realmente el campo que mejor estudia a la izquierda extrema. Ésta emplea una amplia gama de mecanismos que van desde instituciones y colectivos, hasta el teatro, pasando por artículos, disertaciones y, por supuesto, marchas callejeras, todo ello destinado a demoler a Fujimori. La mitología “progre” empieza con el informe final de la CVR, obra cumbre del antifujimorismo avanzado. No hay en todo ese documento una sola mención a Alberto Fujimori que no esté precedida por un epíteto como “dictador” o “corrupto”, a diferencia del trato formal y aséptico que le dispensa a Abimael Guzmán.
El relato anti de esa izquierda es hábil, descarado en su farsa, pero sobre todo persistente para elaborar el mito colectivo. Grandes y hasta ridículas mentiras se han convertido en “verdades”, como aquella de las 300 mil esterilizaciones forzadas “para reducir la pobreza”. Patéticos circos juveniles salen convencidos a protestar contra esos mitos falaces. ¿Pero por qué tanta inquina?
La razón es muy simple. El principal obstáculo para que esa izquierda tome el poder y gire el timón hacia el socialismo es el fujimorismo. Hasta el Apra, otrora enemiga mortal de la izquierda, ha perdido vigor porque el debate ideológico de antaño se diluyó con el muro de Berlín. Alan García hizo calladas concesiones al progresismo con los ministerios de Cultura y del Ambiente, que luego significaron grandes obstáculos para las inversiones durante este gobierno. Tampoco olvidemos que García puso a Yehude Simons en la PCM, para no hablar de sus devaneos con el senderismo y su mano blanda con el MRTA en su primer gobierno. Todos los demás partidos son proclives a pactar con esa izquierda, como ya lo ha demostrado el PPC en más de una ocasión.
Los principales obstáculos que impiden que el Perú retroceda hacia esquemas socialistas son el fujimorismo y la Constitución. Hay un grupo ansioso por traerse abajo la Constitución que frena la intrusión del Estado en la economía y garantiza el libre mercado. Esta es quizá la razón principal de la estigmatización del fujimorismo, además, claro, de haber sido Fujimori quien pacificó el país extirpando el cáncer del terrorismo, mérito que la izquierda populista y estatista pretende ahora negarle. El relato de la historia es algo que no debemos permitir que se nos arrebate a los demócratas y libertarios.
Por Dante Bobadilla
10 - Abr - 2015
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